Rinconete y Cortadillo. Cervantes y Beckett de la mano: una delicia - Alfa y Omega

En la segunda parte de El Quijote, el Caballero de la Triste Figura toma en sus manos la obra apócrifa de Avellaneda, aquel que había pretendido usurpar su nombre y aniquilar sus hazañas. De igual manera Alberto Conejero recurre a un juego metaliterario, tan cervantino, para dibujar los personajes de su Rinconete y Cortadillo como hombres marcados por un relato tergiversado de sus vidas. Con la salvedad de que en esta ocasión es Cervantes, su padre literario, el objeto de sus iras, ya que no acertó en su novela ejemplar a relatar fidedignamente sus hechos.

Terminaba Cervantes su Rinconete y Cortadillo refiriéndose a los sucesos no narrados en la novela que posteriormente acaecieron a sus héroes y que requerirían de más luenga escritura. Y a este empeño se dedica el autor de esta obra. En efecto, en el espectáculo que podemos presenciar en los Teatros del Canal nos encontramos ante unos personajes envejecidos, que acuden a Madrid a pedir al rey que haga justicia y repare su nombre, reconociendo el atropello causado por el falso retrato que Cervantes hace de sus vidas. Pero en Madrid sus huesos van a dar a la cárcel, donde rememoran sus vidas y nos hacen partícipes de sus angustias y sus chanzas.

Pero la grandeza del texto de Alberto Conejero y de la función dirigida por Salva Bolta e interpretada por los soberbios actores de Sexpeare, reside en el tratamiento que hacen de los personajes: Santiago Molero y Rulo Pardo dan vida a unos pícaros que van más allá del estereotipo para llenarse de humanidad. Y es que en realidad Rinconete y Cortadillo se nos presentan como la pareja de Vladimir y Estragón en el Esperando a Godot de Beckett: Dos clowns en busca de sentido. Dos seres que esperan a alguien que les saque del calabozo, el calabozo de la cárcel y de la vida: «¿Cuál es nuestro papel? ¿Qué sentido tiene nuestra vida?». Se preguntan.

Y todo ello en un montaje lleno de referencias y guiños teatrales: a Valle, a Pirandello o la más explícita a Beckett, escena de la zanahoria y el nabo incluida. Y pleno de un humor hilarante y delirante, que cuenta con el despliegue interpretativo, de prodigiosa técnica gestual y lleno de humanidad, de Santiago Molero y Rulo Pardo. Y por su puesto el humor satírico se proyecta sobre temas que nos afectan hoy en «este penco apaleado llamado España», dotando de frescura y actualidad a los personajes cervantinos.

Rinconete y Cortadillo son dos pícaros, «una catástrofe con dos cabezas», pero también dos actores que ensayan la función de sus vidas y la llevan de un lugar a otro: homenaje a los cómicos de la legua, o a los cómicos a secas. Porque toda la función está imbuida de una profunda pasión por la figura del cómico, del payaso, del hombre que hace reír cargado con sus miserias y su desconcierto ante la vida y ante la muerte, aquel que se rebela, como Augusto en la nivola de Unamuno, ante su autor, aquel que espera infructuosamente a Godot mientras trata de arrancar una carcajada del público.

Rinconete y Cortadillo

★★★★☆

Teatro:

Teatros del Canal

Dirección:

Calle Cea Bermúdez, 1

Metro:

Canal

Hasta el 13 de marzo