Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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Misericordia y justicia

En esta España dislocada se aplaude en los premios Ciudad de Barcelona a quien insulta, veja, ultraja y pisotea lo más sagrado de mi vida y de la de millones de cristianos de todo el mundo: la Virgen María, la Madre de Dios, mi Madre y la de tantos que acudimos a Ella a diario, la que nos acompañará en la hora de nuestra muerte. Se mofan del padrenuestro con el vocabulario más animalizado y vil que existe. Estamos en el Año de la Misericordia pero también en el de la Justicia, porque la justicia y la misericordia van de la mano. La una y la otra han de ir juntas. Y yo desde aquí denuncio a estas personas y entidades que se permiten esta aberración. Dentro de poco las calles de toda España estarán llenas de gente que se emocionará al paso de la Virgen. ¿Dónde están esas voces para exigir el respeto debido a sus creencias? ¡Triste saeta va a resonar al paso del Hijo de tan buena Madre!

M.ª Luisa Hernández
Granada

Un tiempo fuerte

El hoy de la liturgia/ invita a renovarnos./ El Señor nos impele:/ «Convertíos,/ con ayuno y con llanto,/ revestíos de luto,/ acordaos/ de que sois polvo y barro».

Oración y limosna/ son los otros dos pasos/ a la acción de abstenerse/ de apetencias/ y a voluntad privarnos,/ en Cuaresma,/ para ayuda al combate/ del cristiano.

¡Lloren los sacerdotes,/ ministros del Señor,/ entre el altar y el atrio!/ y a Él pidan perdón/ del pueblo sus pecados,/ con celos por su tierra,/ y no pueda decirse/ que Dios no va a salvarnos.

Tanto hoy como ayer/ es necesario,/ acudir al Señor/ que es compasivo/ y misericordioso/ hasta el hartazgo,/ de modo que en Cuaresma/ conversos nos volvamos.

Y es la confesión/ el medio más idóneo/ para ir de la mano/ llevados a favor/ del tiempo fuerte/ que la Iglesia,/ más madre y más maestra,/ recuerda cada año.

José María López Ferrera
Correo electrónico

La Cuaresma de los refugiados

Mirando el rostro de Cristo muerto, vi reflejadas las imágenes de miles de refugiados caminando por las vías de los trenes europeos o por carreteras infinitas, dejándonos el alma en un vilo. Una mejor Cuaresma es ser conscientes de que la migración es un drama que lleva tiempo asolando a muchos pueblos hermanos, sin que hasta el momento el mundo occidental haya ofrecido una solución definitiva para tal problema; una Cuaresma llena de sueños, de paz y prosperidad para tantos hombres y mujeres que huyen del horror y de la desesperanza. Gracias a este periódico, podemos regalar esperanza y reclamar a los gobiernos del mundo que asuman con responsabilidad la acogida de toda vida humana, víctima de la persecución y de conflictos.

Alberto Álvarez Pérez
Sevilla