Este es el vía crucis por los cristianos perseguidos que rezaron más de 1.000 personas en Alicante - Alfa y Omega

Este es el vía crucis por los cristianos perseguidos que rezaron más de 1.000 personas en Alicante

Redacción

La convocatoria superó con creces las expectativas de los organizadores: más de 1.000 personas se sumaron al primer Vía Crucis de la Misericordia por los cristianos perseguidos organizado en la diócesis de Orihuela-Alicante. Se celebró hace justo una semana, el viernes 12 de febrero, por iniciativa de la Junta Mayor de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa de la ciudad de Alicante con ocasión del Año de la Misericordia, y ante el drama de la persecución de tantos cristianos a causa de su fe. La respuesta fue tal que, como explican desde la propia diócesis, «la gente que estaba por la calle fue sumándose, porque pensaban que ya se había adelantado algún paso de la Semana Santa».

En realidad algo de eso había, pues durante el tiempo de Cuaresma la Iglesia propone el rezo del vía crucis como una práctica piadosa que ayuda a prepararse a celebrar el tiempo de Pascua. Addemás, el vía crucis de Alicante tenía por lema Perseguidos en la fe, semillas de esperanza, y se organizó como un momento de oración «ante el sufrimiento de tantas personas que en algunos países del mundo son desplazadas, amenazadas, torturadas e incluso asesinadas», para interceder por ellos y por sus perseguidores, y para unir a los fieles a su sufrimiento y al sufrimiento de Cristo en la Pasión.

Una semana después, Alfa y Omega ofrece a sus lectores el texto íntegro que rezaron las más de 1.000 personas que participaron en el vía crucis de Alicante, para que puedan poner en práctica esta oración tradicional de la Iglesia en sus casas, parroquias o comunidades.

Diócesis Orihuela-Alicante / Redacción

Estaciones del Via Crucis

PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Pilato mandó sacar a Jesús y dijo a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro rey». Pero ellos le gritaban: «¡Fuera, fuera, crucifícalo!» Pilato les dice: «Pero ¿cómo he de crucificar a vuestro rey?» Respondieron los príncipes de los sacerdotes: «Nosotros no tenemos más rey que al César». Entonces se los entregó para que fuera crucificado (Jn 19, 13-16).

Reflexión

Desde Alepo

Señor Jesús, hoy en Siria, muchas familias sufren, la falta del agua, la luz, el gas y tantas otras cosas necesarias para sobrevivir.

Señor Jesús, hoy, en Siria, muchas familias están sufriendo la pérdida de un marido, de una madre, de un hijo, asesinados.

Señor Jesús, hoy en Siria, dos obispos y tres sacerdotes llevan más de 3 años secuestrados sin ninguna noticia.

Señor Jesús, hoy en Siria, muchas familias, están tomando la decisión de huir del infierno de la guerra, hacia una tierra que les ofrece paz y acogida.

Señor Jesús, hoy Siria vive una hemorragia enorme… Los cristianos se van.

Señor Jesús, hoy en Siria, muchas personas de buena voluntad se levantan, para ayudar a los cristianos a sobrevivir.

Señor Jesús, hoy en Alepo Siria, los Maristas (hermanos y laicos) están obrando y sirviendo y educando para que la paz sea una realidad vivida.

Señor Jesús, tú que has sufrido tanto, haz que los cristianos de Siria puedan seguir esperando.

PADRENUESTRO…

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!». Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar (Mt 27, 27-31).

Reflexión

Jesús carga con la cruz, pero lo hace abrazándose a ella, y lo hace, no porque sea un demente o un masoquista, sino por Amor. Amor efectivo, que se hace obediencia a la voluntad de Dios Padre, y entrega al sacrificio por ti y por mí. Así, para nosotros los cristianos, desde hace 2.000 años, la cruz, en cualquiera de sus caras, dejó de ser instrumento de maldición, para serlo de bendición y de gracia, si la unimos a la suya. Unidos a Él, nuestras cruces de cada día también son liberadoras, camino de identificación con Cristo, instrumento valiosísimo para corredimir con Él: Quien quiera venirse conmigo niéguese a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y sígame.

Que el sufrimiento de nuestros hermanos perseguidos por su fe se convierta también en bendición y gracia para ellos y para toda la Iglesia.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no aparté la cara ni los ultrajes ni de las salivas que me echaban (Is 50, 6).

Reflexión

Jesús cae bajo el peso de la Cruz. Le pesan nuestros pecados; le pesa la intolerancia, la violencia, el egoísmo, los radicalismos. Le pesan los corazones endurecidos que se cierran al amor y al perdón. Pero se levanta, y levantándose nos levanta también a nosotros, especialmente a los que son víctimas de todo tipo de injusticia, abuso o violencia. Se levanta con una mirada de misericordia para que nosotros también seamos misericordiosos, capaces de perdonar a los que nos ofenden.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU SANTÍSIMA MADRE

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Una espada atravesará tu corazón (Lc 2, 35)

Reflexión

Qué alivio encontrar en momentos de dificultad y sufrimiento la mirada y los brazos de una madre. Es un oasis en medio de la sequedad del dolor y la soledad. Así lo experimentó Jesús, el Señor. En su Pasión, camino del Calvario, se encuentra con su Madre, la mujer creyente, llena de esperanza. Ese encuentro provoca dolor, pero también alivio, paz. La Madre acompaña al Hijo, sufre con el Hijo, alienta al Hijo que carga con la Cruz.

Pedimos a nuestra Madre del Cielo, la Reina de los mártires, que acompañe en su caminar a los cristianos que viven su fe en lugares donde la libertad religiosa no es respetada.

DIOS TE SALVE, MARÍA

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

QUINTA ESTACIÓN: EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Cuando llevaban a Jesús al calvario, detuvieron a un cierto Simón el Cireneo, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para llevarla, detrás de Jesús (Lc 23, 26).

Reflexión

El encuentro de Jesús con Simón de Cirene es un encuentro silencioso, una lección de vida y misericordia. Dios no quiere el sufrimiento, pero el sufrimiento, acogido con fe, se transforma en camino de salvación. Entonces lo aceptamos como Jesús, y ayudamos a llevarlo como Simón de Cirene.

Él no eligió cargar con la cruz, pero pasó libremente de la obligación a la disponibilidad. Señor, enséñanos a que, siguiendo tu ejemplo, también los cristianos llevemos hoy la cruz del sufrimiento, de la enfermedad, de la persecución. Ayúdanos a que la aceptemos porque tú estás con nosotros y enséñanos a ser misericordiosos como lo fue Simón de Cirene.

Queremos ser tus discípulos para llevar tu cruz todos los días, la llevaremos con alegría y con esperanza para que tú la lleves con nosotros.

Te damos gracias, Señor, por cada persona que sabe ser testigo de tu amor, y por cada Simón de Cirene que pones en nuestro camino

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Muchos se horrorizaban al verlo, tan desfigurado estaba su semblante que no tenía ya aspecto de hombre (Isaías 52, 14).

Reflexión

Son muchas las personas que deben dejar sus países de origen huyendo de la guerra, de la pobreza, de la persecución. Cuántos refugiados viven en unas condiciones impropias de quien es persona, imagen y semejanza de Dios. Algunos no llegan a su destino, perecen por el camino.

Igual que la Santa Mujer Verónica limpió el rostro sufriente de Cristo, hay muchas personas que, movidas por la misericordia, salen al encuentro de quienes abandonan forzosamente sus tierras para limpiar su rostro destrozado por el dolor, la preocupación, la persecución. Ofrecer descanso y alivio a los que lo han perdido todo y caminan en la inseguridad de una meta desconocida.

Señor, suscita «verónicas» que se presten a limpiar tantos rostros desfigurados de aquellos que están sufriendo por alguna causa.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Eran nuestros sufrimientos los que llevaba, nuestros dolores los que le pesaban… Ha sido traspasado por nuestros pecados, deshecho por nuestras iniquidades (Is 53, 4).

Reflexión

¿Qué nos dice a nosotros esta segunda caída? Más aún que la primera, parece exhortarnos a levantarnos, a levantarnos otra vez en nuestro camino de la cruz. «No detrás de sí mismos con la cruz del Salvador, sino detrás del Salvador con la propia cruz». Sentencia breve pero que dice mucho. Explica en qué sentido el cristianismo es la religión de la cruz. Da a entender que cada hombre encuentra en este mundo a Cristo que lleva la cruz y cae bajo su peso. A su vez, Cristo, en el camino del Calvario, encuentra a cada hombre y, cayendo bajo el peso de la cruz, no deja de anunciar la buena nueva. Desde hace dos mil años el evangelio de la cruz habla al hombre. Desde hace veinte siglos Cristo, que se levanta de la caída, encuentra al hombre que cae.

A lo largo de estos dos milenios, muchos han experimentado que la caída no significa el final del camino. Encontrando al Salvador, se han sentido sosegados por Él: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad» (2 Cor 12, 9). Se han levantado confortados y han transmitido al mundo la palabra de la esperanza que brota de la cruz.

Señor Jesucristo, que caes bajo el peso del pecado del hombre y te levantas para tomarlo sobre ti y borrarlo, concédenos a nosotros, hombres débiles, la fuerza de llevar la cruz de cada día y de levantarnos de nuestras caídas, para llevar a las generaciones que vendrán el Evangelio de tu poder salvífico.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS PIADOSAS MUJERES

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Seguían a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraba por él. Pero Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: «¡Hijas de Jerusalén!, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos» (Lucas 23, 27-28).

Reflexión

Situémonos hermanos en esta escena, donde los tres reos condenados a muerte están custodiados por soldados con escudos y lanzas. En un parón, Jesús, escucha el llanto y contempla el apenado estado de unas mujeres, a las que se dirige: «Hijas de Jerusalén no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Si con el leño verde hacen esto, ¿con el seco qué harán?».

En este nuestro caminar acompañando a Jesús en el camino de la Cruz, estas palabras que nos narra el Evangelista san Lucas, nos las está diciendo a nosotros. Golpeado, azotado, escupido y ultrajado, cargando con el madero y dirigiéndose a una muerte en Cruz, nos hace ver, una vez más, el gesto de su gran Misericordia.

Aunque me veáis así, «llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos». Y esos hijos son nuestros hermanos que, por no renunciar a Jesús de Nazaret, sufren en muchos países del mundo persecución, torturas, suplicios y muerte. También ellos son «leños verdes», inocentes, que el único daño que hacen es intentar seguir a Cristo en su comportamiento diario. Jesús es el rostro humano de la Misericordia de Dios y estos hermanos nuestros son el rostro afligido de Jesús camino del Calvario. Danos fuerzas, Señor, para rezar constantemente por ellos y por nosotros y nuestras debilidades.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

NOVENA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos y os aliviaré. Cargad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas (Mateo 11, 28-29).

Reflexión

Por tercera vez, Jesús cae bajo la cruz cargado con nuestros pecados, y por tercera vez intenta alzarse con todas las fuerzas que le quedan, para proseguir el camino hacia el Gólgota, evitando dejarse aplastar y sucumbir a la tentación.

Desde su encarnación, Jesús lleva la cruz del sufrimiento humano y del pecado. Ha asumido la naturaleza humana de forma plena y para siempre, mostrando a los hombres que la victoria es posible y que el camino de la filiación divina está abierto.

Señor Jesús, la Iglesia, nacida de tu costado abierto, está oprimida bajo la cruz de las divisiones que alejan a los cristianos unos de otros y de la unidad que tú quisiste para ellos; se han desviado de tu deseo de «que todos sean uno» (Jn 17, 21) como tú y el Padre. Frente a las divisiones a las que nos enfrentamos, concédenos, Señor, la sabiduría y la humildad, para levantarnos y avanzar por el camino de la unidad, en la verdad y el amor, sin sucumbir a la tentación de recurrir sólo a los criterios que nacen de intereses personales o sectarios. Que todos los que creemos en Dios podamos caminar juntos dando un testimonio de amor a todo el mundo.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Llegados al lugar llamado Gólgota le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel, pero él, habiéndolo probado, no quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos a suertes (Mateo 27, 33).

Reflexión

Escuchamos la voz de los que hoy son despojados de sus pertenencias, de sus casas, de sus raíces, por causa de la guerra y la persecución: ¿Por qué esta guerra se ceba con nosotros, los pobres de la tierra, dejándonos, en el mejor de los casos, sin las pocas pertenencias materiales que teníamos y, lo que es peor todavía, arrebatándonos a nuestros seres queridos? ¿Por qué, por el hecho de ser cristianos, se nos humilla, se nos tortura y se nos mata sin que nadie intervenga? ¿Acaso nuestra vida no vale?

Ayúdanos a aceptar el hecho de que para nuestros hermanos la vivencia de una fe distinta no es sinónimo de tolerancia. Que cuando a uno le despojan de lo único que le queda, duele. Te pedimos que ayudes a ver y a darse cuenta a los que más pueden lo mucho que vale lo poco que tienen los más pobres.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

UNDÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda (Lc 23, 34).

Reflexión

Ahí, en la Cruz de Jesús, en el Amor clavado al madero, se halla nuestra esperanza y nuestra vida. Como Cristo, el Señor, muchos están clavados a la Cruz por la injusticia, la violencia, el odio. A Jesús lo crucificaron por considerarle traidor, revolucionario, blasfemo; hoy, hermanos nuestros son condenados y crucificados por el simple hecho de seguir a Jesús

Señor, ayuda a los que hoy sufren la Cruz por ti, a los que son odiados porque te aman, a los que sufren y mueren perdonando, reflejando en sus vidas tu Misericordia y pidiendo Misericordia por los radicales que matan a quienes están dispuestos a morir por amor.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

DUODÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo

Hacía la hora sexta, las tinieblas cubrieron la tierra hasta la hora nona. El sol se eclipsó y el velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, con fuerte voz dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y al decir esto, expiró (Lc 23, 44-46).

Reflexión

Desde lo alto de la cruz, un grito: grito de abandono en el momento de la muerte, grito de confianza en medio del sufrimiento, grito del alumbramiento de una vida nueva. Colgado del Árbol de la Vida, entregas el espíritu en manos del Padre, haciendo brotar la vida en abundancia y modelando la nueva criatura. También nosotros afrontamos hoy los desafíos de este mundo: sentimos que las olas de las preocupaciones nos sumergen y hacen vacilar nuestra confianza. Concédenos, Señor, la fuerza de saber en nuestro interior que ninguna muerte nos vencerá, hasta que reposemos entre tus manos que nos han formado y nos acompañan.

En las tinieblas de nuestras noches, nosotros te contemplamos. Enséñanos a dirigirnos hacia el Altísimo, tu Padre celestial.

Que la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, sea respetada y amada, independientemente de su nacionalidad, del color de su piel, de sus creencias. Que todos nos comprometamos, Señor, en la edificación de la civilización del Amor.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

DECIMOTERCERA ESTACIÓN: JESÚS EN LOS BRAZOS DE MARÍA SANTÍSIMA

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo

Un hombre llamado José, el cual era del Consejo, hombre bueno y justo, quien esperaba también el reino de Dios, que no había estado de acuerdo con la resolución de ellos, en sus actos, fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Después lo bajó, y lo amortajó en una sábana (Lc 23, 50-53).

Reflexión

Nicodemo y José, tras pedir permiso a las autoridades civiles, bajaron el Santo Cuerpo de Jesucristo, poniéndolo en brazos de su madre, María, la Madre Dolorosa. La madre que, con su presencia al pie de la Cruz, nos demuestra su fe. Cuántas madres, en estos tiempos, están viendo morir a sus hijos, a sus esposos, a sus hermanos, padres, amigos… y cuántas, también, son asesinadas por manos de violentos y terroristas que los persiguen por tener fe en Jesús.

Al Hijo muerto en brazos de su Madre lo veremos resucitado para demostrarnos que todos los que creamos en Él y cumplamos sus mandatos, algún día resucitaremos a la verdadera Vida. Tal es la bondad y Misericordia de Dios. Y mientras tanto, nosotros ¿qué hacemos? Damos gracias a Dios porque es eterna su Misericordia, pero también estamos llamados a ser reflejo de la Misericordia de Dios hacia los demás. Estamos puestos en la vida para el pequeño gesto, la breve ayuda. Una sonrisa, un saludo, una caricia humilde, una visita a un familiar enfermo o anciano, un rato de compañía y conversación al que está triste o desbordado de problemas, un dar la ropa, comida o dinero que nos sobra a aquellos que lo necesitan. Si todos nos pusiéramos a tener misericordia y a hacer el bien pequeño que sí está en nuestras manos, el mundo cambiaría. Señor, que seamos misericordiosos como tú.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

DECIMOCUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo

José tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, y lo depositó en su propio sepulcro nuevo, que había hecho cavar en la roca. Hizo rodar una piedra grande a la puerta del sepulcro y se retiró (Mt 27, 59-60).

Reflexión

Señor tu sepulcro fue sencillamente el autoengaño de los que creyeron que allí quedarían encerrados para siempre tu palabra, tu mensaje y tu vivencia liberadora. Un sepulcro bien cerrado y sellado, por si acaso.

La losa y el precinto de tu sepulcro de entonces no es sino la imagen viva de las personas que hoy día pretenden por todos los medios hacer callar a todos aquellos que se esfuerzan por denunciar el sufrimiento, el dolor y la injusticia que sufren los más pobres y los que no tienen voz en la sociedad.

Su verdad, como la tuya en aquel momento y aunque silenciada, acabará atravesando todo tipo de cerrazones para imponerse de una vez por todas, de la misma manera que acabó imponiéndose entonces tu Resurrección.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.

ÚLTIMA ESTACIÓN: LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

V./ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo

¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado (Lc 24,5)

Reflexión

Señor, claro que estás vivo, aunque muchas veces nos cueste reconocerte en medio de la vida.

Claro que estás vivo, a pesar de que muchos intenten hacernos creer que lo que ven nuestros ojos o lo que aparece ante nuestra mente como algo clarividente y rotundo es sencillamente una ilusión, un espejismo o un autoconsuelo.

Me demuestran que estás vivo esos jóvenes que, dejando a un lado las comodidades que la vida les ofrece, hacen una opción totalmente generosa y decidida por entregarse sin ningún tipo de reservas a Ti a través de las personas necesitadas.

Me demuestran que estás vivo la protesta valiente de todas aquellas personas que salen a la calle pidiendo que se acabe la guerra y reclamando a través de los foros sociales que la riqueza del mundo sea repartida de una manera justa e igualitaria.

Me demuestran que estás vivo aquellas personas voluntarias que dedican de forma altruista parte de su tiempo para ayudar a los necesitados: enfermos, ancianos, niños abandonados, mendigos, personas discapacitadas.

Me demuestran que estás vivo la mayoría de ONGs, especialmente aquellas que, retando al miedo e incluso a la muerte, van a los lugares donde la ayuda es extremadamente urgente.

Me demuestran que estás vivo.

PADRENUESTRO

V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Ten piedad y misericordia de mí.