La familia protege de la «humanidad decapitada» - Alfa y Omega

La familia protege de la «humanidad decapitada»

La Fundación Cajasol acogió unas jornadas en las que participaron el cardenal Sebastián, el secretario general de los obispos, y el presidente de la Subcomisión de Familia de la CEE

Pablo F. Enríquez Amador
Un momento de la I Semana de la Familia, en Sevilla. Foto: Archidiócesis de Sevilla

La archidiócesis de Sevilla ha celebrado la I Semana de la Familia para analizar los retos a los que se enfrenta la institución familiar en el actual contexto social, político y religioso. El reciente Sínodo sobre la Familia estuvo muy presente en estas jornadas, que se celebraron del 24 al 30 de enero, y en las que se analizaron nuevas fórmulas para hacer frente a los desafíos actuales. Resultaron especialmente significativas las aportaciones del cardenal Fernando Sebastián y las del obispo de Bilbao, monseñor Mario Iceta, presidente de la Subcomisión de Familia de la Conferencia Episcopal. Ambos participaron en las dos convocatorias sinodales y aclararon que convenía rebajar la tensión ambiental difundida por los medios en torno al Sínodo, pues, a juicio de monseñor Iceta, no se correspondió con el clima de debate «sincero y sin cortapisas» que se vivió en el Vaticano.

Las cuatro ponencias ofrecieron pautas para orientar la recuperación de la familia como eje de la transmisión de la fe. En su intervención, el cardenal Sebastián incidió en la necesidad de que los padres enseñen a sus hijos a «vivir creyendo en Jesús, poniéndolo como centro y modelo de vida». El arzobispo emérito de Pamplona y Tudela abogó por «una vida cabal» a la luz de las enseñanzas de Jesús. También aludió al contexto social, en el que «no cotizan al alza los valores que la Iglesia asocia a la familia», y se mostró crítico con las corrientes laicistas, a las que responsabilizó de la «decapitación de la humanidad, que nos deja a la deriva, sin saber dónde está el bien verdadero».

La familia no es ajena a lo que le rodea. Unos de los factores que condicionan hoy la imagen de la Iglesia son los medios de comunicación, tema de la ponencia de José María Gil, que explicó la disparidad que hay a veces «entre cómo presentan los medios a la Iglesia católica y lo que esta es en realidad». El portavoz del episcopado analizó el fenómeno bajo los prismas de «riesgo, riqueza y responsabilidad», aconsejó prudencia y se mostró contrario a una «demonización de los medios, que no soluciona el problema». En este sentido recordó a san Juan Pablo II, de quien aseguró que «sin los medios de comunicación no habría podido desarrollar su fecundo magisterio». Algo que pasa por un uso responsable de los medios y por espacios comunicativos en las familias.

«La enfermedad ensancha el alma»

No faltaron las alusiones a la misericordia en esta edición de la Semana de la Familia. Los testimonios llegaron de la mano de personas que han experimentado hasta qué punto una enfermedad pone a prueba el matrimonio y la fortaleza de la familia. Nieves Peinado dejó poco margen a la duda al afirmar que «vivir con la enfermedad te ensancha el alma». Igualmente emotivo resultó el relato de María José y Alejandro, padres de una pequeña afectada de leucemia. En su sufrimiento no dudaron de Dios porque «la enfermedad de Loreto nos ha dado esperanza y nos ha hecho ejercitar la misericordia del Padre».

La última ponencia de la Semana corrió a cargo de monseñor Iceta, que volvió sobre las claves de un Sínodo vivido en primera persona. A su juicio, la familia se enfrenta hoy a un desafío cultural en el que la Iglesia debe asumir que su magisterio resulta contrario a las tendencias dominantes. Coincidió con el cardenal Sebastián en una prioridad: la transmisión de la fe en el seno de las familias, una urgencia a la que el Sínodo no dedicó tiempo relevante. Iceta pasó revista a los temas tratados por los padres sinodales y llamó la atención sobre una circunstancia que suele pasar por alto en el análisis de los problemas que atañen a la familia: la universalidad de la Iglesia. Con base a ella, lo que para nuestra cultura occidental puede resultar una prioridad –en referencia a la situación de los divorciados vueltos a casar– para la Iglesia en África o América no pasa de ser una cuestión menor. «Quizás nos falte perspectiva para entender esto», aseguró. El obispo de Bilbao clausuró las jornadas con la vista puesta en el mes de marzo, fecha prevista para que vea la luz «el documento del Papa que aclare las cuestiones planteadas en el Sínodo».