Raúl «me recuerda a mi padre, necesita muy poco para ser feliz» - Alfa y Omega

Raúl «me recuerda a mi padre, necesita muy poco para ser feliz»

Cuando jugaba al fútbol besaba su alianza matrimonial cada vez que metía un gol: Raúl González Blanco, leyenda viva del Real Madrid, se lo dedicaba a Mamen, su mujer. Juntos han desvelado a la revista Vanity Fair la clave de su vida matrimonial: la sencillez de una familia normal con cinco hijos

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Cada gol lo celebraba besando su alianza. Y es que para Raúl González Blanco –3 Copas de Europa, 2 Intercontinentales, 6 Ligas, 323 goles, 102 veces internacional– el mayor éxito de su vida es la familia que ha formado junto a su mujer, Mamen. A Vanity Fair, la esposa del futbolista español más aclamado de las últimos tiempos desvela que «la de mis padres es una de las mayores historias de amor que he visto. Mi padre era trabajador de Nissan y mi madre peluquera, y lo dejó todo cuando nacimos. Hoy siguen sentándose frente a la tele cogidos de la mano. Son un ejemplo que me ha dejado un sello de identidad».

También Raúl «me recuerda a mi padre, necesita muy poco para ser feliz. Lo hace todo muy fácil». Y el futbolista también cuenta que la familia ha sido siempre fundamental para él en el inicio de su carrera, para que no se le fuera la cabeza con los éxitos deportivos o con el dinero: «Yo tenía a mis padres. Y mi forma de ser. Soy un poco raro… No me gustan los coches ni los relojes, me gusta la vida, los pequeños detalles, dar un paseo, el contacto con la naturaleza, ir al cine, ver deporte, estar con los amigos y tomar una cerveza…».

Quizá por eso la familia ha sido tan importante para ambos, y por eso han querido una vida sencilla, hasta en Nueva York, donde viven a día de hoy –en la Gran Manzana jugó su última temporada, y es allí donde ahora trabaja para la Liga española de fútbol–. «En Nueva York casi no usamos el coche –dice Raúl–. Vamos en metro o caminando. No es una ciudad pensada para cinco niños, no se ven esas familias por la calle. Pero hemos tenido suerte, acuden a un colegio católico que está a doce bloques andando. Se han integrado muy bien. El fin de semana vamos todos a Central Park a montar en bici o a correr». Además, cuentan que sus hijos no tienen móvil ni tablet: «Preferimos que los niños jueguen entre ellos».

Raúl besando su alianza. Foto: Miguel Berrocal

En los últimos años han tenido que vivir en Alemania, Catar y Nueva York. Por eso, Mamen afirma que a los niños les han dicho «que donde estuviéramos juntos, allí estaría nuestro hogar. El hogar no son los objetos, son las personas. En cada mudanza trato de llevar lo justo. Lo único que me importa son las fotos de mi familia».