El Papa define como «intolerables» las condiciones en que viven los refugiados - Alfa y Omega

El Papa define como «intolerables» las condiciones en que viven los refugiados

Seiscientos jóvenes refugiados de varios países, entre ellos de Irak, Siria y diversos países subsaharianos, se reunieron con el Papa Francisco en Estambul, antes de su regreso a Roma. El Santo Padre deseó que su presencia «pueda darles un poco de consuelo» y les dijo que «las condiciones degradantes en las que tienen que vivir muchos refugiados son intolerables, y por eso es preciso hacer todos los esfuerzos necesarios para eliminar las causas de esta realidad»

Cristina Sánchez Aguilar

«Queridos jóvenes, no se desanimen», afirmó. Y reconoció que «es fácil decirlo, pero hagan un esfuerzo para no desanimarse. Con la ayuda de Dios, sigan esperando en un futuro mejor, a pesar de las dificultades y obstáculos que ahora están afrontando». Y recalcó que la Iglesia católica, «a través de la valiosa labor de los salesianos, les es cercana y les ofrece la oportunidad de cuidar su educación y su formación».

El Santo Padre hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que haya una mayor convergencia, y «puedan resolverse los conflictos que ensangrientan sus tierras de origen», y para contrarrestar también «las otras causas que obligan a las personas a abandonar su patria, y promover las condiciones que les permitan quedarse o retornar». Y se dirigió a los líderes políticos, «para que tengan en cuenta que la gran mayoría de sus poblaciones aspiran a la paz».

También expresó su «vivo reconocimiento a las autoridades turcas por el esfuerzo realizado en la asistencia a los desplazados, especialmente los refugiados sirios e iraquíes, y por el compromiso real de intentar satisfacer sus exigencias». Finalmente, alentó a todos los que están trabajando «generosa y lealmente por la justicia y la paz, a no desanimarse». Especialmente se dirigió a los salesianos, quienes atienden a estos jóvenes refugiados cristianos y musulmanes. Allí, acompañándoles, estaba el misionero Andrés Calleja, que dio las gracias a todas las instituciones y personas que les ayudan, espiritual y materialmente, para llevar adelante esta labor.

Texto completo del Papa

Queridos jóvenes, he deseado mucho este encuentro con ustedes. Quería encontrarme también a otros refugiados, pero no ha sido posible hacerlo de otro modo. Ustedes proceden de Turquía, Siria, Irak, y de otros países de Oriente Medio y de África. Están aquí en representación de cientos de sus coetáneos, muchos de ellos refugiados y desplazados, asistidos cotidianamente por los salesianos. Quiero expresar mi participación en su sufrimiento y espero que mi visita, con la gracia del Señor, pueda darles un poco de consuelo en su difícil situación. Ésta es la triste consecuencia de conflictos exasperados y de la guerra, que siempre es un mal y nunca es la solución de los problemas, sino que más bien crea otros.

Los refugiados, como ustedes, se encuentran carentes, a veces durante mucho tiempo, de los bienes primarios: vivienda digna, asistencia sanitaria, educación, trabajo… Tuvieron que abandonar no sólo los bienes materiales, sino, principalmente, la libertad, la cercanía de los familiares, su entorno de vida y las tradiciones culturales. Las condiciones degradantes en las que muchos refugiados tienen que vivir son intolerables. Por eso es preciso hacer todo esfuerzo para eliminar las causas de esta realidad.

Hago un llamamiento para una mayor convergencia internacional para resolver los conflictos que ensangrientan sus tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que obligan a las personas a abandonar su patria y promover las condiciones que les permitan quedarse o retornar. Aliento a todos los que están trabajando generosa y lealmente por la justicia y la paz a no desanimarse. Me dirijo a los líderes políticos para que tengan en cuenta que la gran mayoría de sus poblaciones aspiran a la paz, aunque a veces ya no tienen la fuerza ni la voz para pedirla.

Muchas organizaciones están haciendo mucho por los refugiados; me alegra particularmente la obra eficaz de los numerosos grupos católicos, que ofrecen ayuda generosa a tantas personas necesitadas sin discriminación alguna. Deseo expresar mi vivo reconocimiento a las autoridades turcas por el esfuerzo realizado en la asistencia a los desplazados, especialmente los refugiados sirios e iraquíes, y por el compromiso real de intentar satisfacer sus exigencias. Espero también que no falte el apoyo necesario de la comunidad internacional.

Queridos jóvenes, no se desanimen. Es fácil decirlo, pero hagan un esfuerzo para no desanimarse. Con la ayuda de Dios, sigan esperando en un futuro mejor, a pesar de las dificultades y obstáculos que ahora están afrontando. La Iglesia católica, a través de la valiosa labor de los salesianos, les es cercana y, además de otras ayudas, les ofrece la oportunidad de cuidar su educación y su formación. Recuerden siempre que Dios no olvida a ninguno de sus hijos, y que los niños y los enfermos están más cerca del corazón del Padre.

Por mi parte, junto con toda la Iglesia, voy a seguir dirigiéndome con confianza al Señor, pidiéndole que inspire a los que ocupan puestos de responsabilidad, para que promuevan la justicia, la seguridad y la paz sin vacilación y de manera verdaderamente concreta. A través de sus organizaciones sociales y caritativas, la Iglesia permanecerá a su lado y seguirá apoyando su causa ante el mundo.

Que Dios los bendiga a todos. Recen por mí. Gracias.