Desde septiembre estoy preso pero Dios siempre da otra oportunidad - Alfa y Omega

«Me llamo Moisés, nací hace 32 años y a los 18 me marché de casa. Desde septiembre estoy preso. Me he equivocado mucho más que he acertado. Mi vida ha sido complicada. He dejado pasar trenes de esos que no vuelven a pasar, pero que te hacen ver la huella que dejaron. Dios siempre da una nueva oportunidad.

Mi padre falleció a causa de las drogas cuando yo tenía 5 años y mi madre desapareció, entre una cortina de drogas y prostitución. Me crié con mi abuela paterna.

Desde la Primera Comunión, decidí acercarme a la Iglesia y aportar mi granito de arena como monaguillo. Aquí, en la Iglesia, descubrí unos valores, una educación, el respeto, el buen hacer… y me encontré con un Dios desconocido pero que me tendía su mano para ayudarme a caminar con Él.

Recuerdo un texto que me hace llorar cada vez que atravieso duros y difíciles momentos, pero que, a la vez me empuja a seguir luchando porque sé que no camino solo por la vida. “Aunque en la arena de la playa muchas veces solo haya un par de huellas y parece que Dios me ha soltado de su mano, Él me dice que en esos momentos duros no voy solo, Él me lleva en sus brazos”.

He tenido que venir a Soto del Real para recibir la Confirmación. Al recibir el Espíritu Santo he sentido su fuerza, su presencia y su compañía, ayudándome a levantarme cuando todos fuera iban dejándome solo; he aprendido a ver más allá de unos barrotes que, en lugar de encerrarme, ahora me dan alas para volar y mirar al horizonte con esperanza, sabiendo que Dios me lleva en volandas y el Espíritu cambia mis tristezas y dolores por una sonrisa.

El invierno no será eterno. Pienso que cuando no veo la salida ni el horizonte, es quizás porque no es el camino a seguir. Respiro, rezo, escucho la voz que habita en mí y ando siempre a paso firme, con la Trinidad en el pecho, alzada la cabeza y sonriendo, porque merece la pena vivir la vida a pesar de todo. Nunca es tarde si la felicidad es la meta. Felicidad que puedes encontrar en Dios, que te lleva en sus brazos».