La hija del profesor Lejeune se postra ante el lobby gay - Alfa y Omega

La hija del profesor Lejeune se postra ante el lobby gay

Clara Lejeune-Gaymard anunció la creación de una «organización de la diversidad» para promover a los empleados homosexuales en el seno de la empresa que presidió hasta hace pocos días. Madre de nueve hijos, se había convertido en un símbolo de cómo conciliar una brillante carrera con sus responsabilidades familiares

José María Ballester Esquivias

Su padre fue el profesor Jerôme Lejeune, descubridor del cromosoma del Síndrome de Down, íntimo amigo del Papa Juan Pablo II e icono de la lucha por la vida; su marido, el exministro Hervé Gaymard, fue uno de los parlamentarios más críticos con la ley que aprobó el matrimonio homosexual en 2013. Juntos, han tenido nueve hijos.

Más: hace unos años, Clara Lejeune-Gaymard publicó un libro homenaje a su padre en el que recordaba cómo aguantó, contra viento y marea, los ataques e insultos y permaneció fiel a sus convicciones.

Unos recuerdos que hoy parecen bien lejanos. Tras una brillante carrera de alto cargo de la Administración, en 2006 fue nombrada presidenta de la filial francesa de General Electric, puesto desde el que logró proezas como la compra de la poderosa empresa Alsthom. Hace pocos días, se hizo público su salida de General Electric para dirigir un importante fondo de inversión.

Sin embargo, según informa en su última edición el semanario Le Canard Enchaîné, antes de dejar la multinacional, en su mensaje de Año Nuevo a los empleados, afirmó que General Electric «ha de convertirse en el lugar donde los empleados gays, lesbianas, bisexuales y transgénero sean visibles, comprometidos, ascendidos y encaminados hacia el éxito profesional».

Por eso anunció que «su empresa va a cobijar en su seno una organización de diversidad» de nombre GLBTA -por Gay, Lesbian, Bisexual and Transgender Alliance-. «¿Cuándo la veremos en una carroza el día del orgullo gay?», se pregunta Le Canard Enchainé, poco sospechoso de defender valores tradicionales. El semanario precisa que se limitó a implantar una medida que se decidió en la cúpula de la empresa en Estados Unidos.

Mientras, su marido es uno de los principales asesores de Alain Juppé, candidato a la investidura presidencial por el partido de centro derecha Les Républicains en competencia con Nicolas Sarkozy. Juppé ha dejado claro que si es elegido no hará nada por abrogar la ley del matrimonio homosexual. Un anuncio que no parece incomodar a Hervé Gaymard.

No es la primera vez que el matrimonio Gaymard-Lejeune está en el ojo del huracán. A principios de 2005, cuando Hervé Gaymard era ministro de Economía, Le Canard Enchaîné reveló que el Estado pagaba los 14.000 euros de alquiler de un dúplex de 600 m2 situado cerca de los Campos Elíseos -que le servía de residencia oficial- al tiempo que era propietario de otra vivienda en París.
Tras diez días de tamborrada mediática, dimitió; al cabo de unos meses devolvió íntegramente al erario el importe del alquiler. Legalmente, no estaba obligado, pero se comprometió públicamente a ello. Ahora, después de más de una década en un segundo plano, ha vuelto a la primera línea de la política.

Su mujer ha tenido, en el ámbito empresarial, una trayectoria más lineal; si bien no exenta de polémicas, especialmente durante su etapa al frente de General Electric Francia. En 2014, logró que su empresa se hiciese con el control de la filial energética de Alstom, uno de los gigantes tecnológicos galos. Pero con una condición: la creación de un millar de empleos nuevos. Adquirió el compromiso ante el mismísimo François Hollande.

No solo no la cumplió, sino que a mediados de enero, poco antes de dejar General Electric, Alstom anunció la supresión de 6.500 empleos. Clara Lejeune-Gaymard fue convocada al Palacio del Elíseo para recibir el correspondiente tirón de orejas.

Durante la mayor parte de esta etapa en la famosa multinacional, no dejó de ocultar sus convicciones de siempre. Por ejemplo, en noviembre de 2012, cuando dio una charla sobre su padre en la Catedral de Chrystal, California, un templo protestante que acababa de convertirse en católico.
Por eso, llama la atención su reciente y sorprendente compromiso con los postulados del lobby gay. ¿Será que es condición sine qua non complacer a los del arcoíris si se quiere ocupar puestos de importancia en las empresas?