Los sueños de miles de niños llegan al Papa... en bicicleta - Alfa y Omega

Los sueños de miles de niños llegan al Papa... en bicicleta

María Martínez López
Ilustración: Asun Silva

La semana pasada, cinco amigos argentinos aterrizaron en Madrid para continuar una aventura muy bonita: ir en bicicleta hasta el Vaticano para darle al Papa las cartas en las que 64.000 niños de Argentina le cuentan sus sueños. El día 18, estarán en Misa con el Papa y, además, les han dado la sorpresa de poder visitarlo en su casa.

Llegada a un colegio en la provincia de Córdoba (Argentina)

Uno de ellos, Rodolfo de Sico, nos cuenta que «somos amigos desde niños, cuando jugábamos al rugby en un equipo de Córdoba», una provincia de Argentina. Dejaron el deporte, «pero seguíamos viéndonos. Un día, a uno de los amigos lo asaltaron. Alguien dijo que habría que vengarse, pero llegamos a la conclusión de que estos problemas se arreglan con una educación mejor».

Por eso, decidieron organizar el Cruce por la educación. Con sus bicicletas, van recorriendo distintos pueblos y ciudades, visitan los colegios y hablan a los niños de la importancia de luchar para conseguir tus sueños. Les piden que escriban una carta sobre «qué quieren ser de mayores y qué están dispuestos a dar para cambiar el mundo». Luego, con sus bicicletas, llevan esas cartas a un lugar importante.

Delante de la basílica de la Sagrada Familia, en Barcelona

Ésta es la cuarta vez que lo hacen, y se les ocurrió que, además de recorrer parte de Argentina, iban a dar el salto a Europa para ir a ver al Papa. En total, ¡3.000 kilómetros! En España, empezaron a pedalear en Loyola, lugar donde nació san Ignacio, fundador de la congregación a la que pertenece el Papa, los jesuitas.

Rodolfo y sus amigos están encantados con las cartas escritas por los niños: «Son impresionantes -cuenta Rodolfo-. Los chicos están totalmente comprometidos», saben que, para conseguir un buen futuro, hace falta una buena educación. «Son puros, y queremos que conserven esa pureza. No podemos hacer nada que no se haya soñado e imaginado antes».

Querido Papa:

«Querido Papa Francisco, te cuento que a mí, cuando sea grande, me gustaría ser maestra de chicos especiales. Un beso grande» (Abril Magalí).

«Papa Francisco: cuando sea grande, quiero ser gendarme» (Sebastian Rafael).

«Papa Francisco: para vivir en un mundo mejor, sería bueno que nos respetáramos más, cuidar el planeta, que todos los niños tengan educación y que no haya más guerra. Cuando sea grande, me gustaría ser conductor de autos de carrera. ¡Gracias!» (Thiago Cabral).

«Querido Papa Francisco: me llamo Ana y tengo 12 años. Cuando sea grande, me gustaría ser maestra de Primaria, porque me gustaría mucho dar clase a niños chiquitos. Espero que Dios lo bendiga y lo proteja de todo mal. Voy a rezar por usted y por su sobrino [que sufrió un accidente en verano y perdió a su mujer y a sus hijos]. Gracias, por rezar por nosotros y buscar la paz» (Ana Lucía Pérez).

«Hola, querido Francisco: vivo en un pueblo muy tranquilo y hermoso, rodeado de montañas, se llama Villa Unión. Soy alumno de 4º de la escuela Guillermo Páez, me queda bien cerquita de mi casa. Tengo 9 años. Cuando sea grande, quiero se profesor de educación física, es lo que más me gusta. Estamos orgullosos de usted, gracias por sus buenos ejemplos y por luchar por la paz» (Mirko Santiago Carrizo).

«Querido Papa Francisco: le pedí a mi mamá que me ayude con esta carta. ¿Qué me gustaría ser cuando sea grande? Jugador de fútbol, bombero, médico…, no lo tengo muy decidido. Pero sí tengo claro que quiero que pueda haber igualdad en las personas. Mi hermano Benicio tiene dos añitos y tiene síndrome de Down. Yo no le encuentro diferencia. Lo miro y muchas veces le digo a mi mamá: ¿En qué es diferente? Yo lo veo normal. Mi mamá me dice: Es que lo amamos, hijo, y lo vemos bello. ¿Será posible algún día ver a todos con los ojos del amor y no encontrar diferencia?» (Santino Marchetti).