Las dos caras de un país - Alfa y Omega

Si alguien viaja en estos momentos a Malawi se encontrará con un país verde, luminoso, radiante de vida, lleno de frescor, de aire puro. Esa es la cara externa. La interna, la que se encuentra en los poblados y en los suburbios de las ciudades, muestra otro Malawi: el del hambre y la miseria, la pobreza y la inestabilidad.

Se sabía desde el año pasado que los inicios de este iban a ser duros, primero por las inundaciones del sur, y después por la pobre cosecha de maíz que se recogió. Y como se esperaba está sucediendo: en estos momentos escasea el maíz en el país, no se pueden abastecer los almacenes estatales que lo venden y se tiene que comprar a los países vecinos, sobre todo a Zambia, lo que encarece después su venta. Cada semana y a veces cada día, el precio cambia de acuerdo a cómo varía el valor de la kwacha, moneda del país, totalmente devaluada con respecto al dólar y al euro.

El día a día de este país, su estabilidad política, económica y social gira en torno al maíz. Una crisis alimentaria por falta de grano supondrá el caos en un país que ya casi vive en él. Y aunque el Gobierno insiste en que se están haciendo esfuerzos para llegar a toda la población, lo cierto es que en algunos distritos se vive a la desesperada.

No solo hay escasez de maíz, también hay desabastecimiento de medicamentos en los hospitales públicos y los centros privados, y las misiones se ven desbordadas por la avalancha de gente. Se ha triplicado la atención a enfermos que acuden donde saben que serán atendidos y recibirán el tratamiento adecuado. Da dolor ver la fila de gente esperando en cualquier misión de este país, gente que sufre sobre todo de malaria; niños que llegan tarde para ser tratados porque antes sus madres pasaron por el hospital público, donde les recetaron paracetamol y les mandaron de vuelta al poblado.

Así son las dos caras de este país y de muchos otros en el continente. En realidad, Malawi casi nunca es noticia en los medios y la situación que se vive en el país no transciende al exterior, incluso escapa a la vista de turistas y visitantes. El verde que pinta el país, a pesar de las escasas lluvias que hemos tenido hasta el momento, no refleja lo que realmente se vive en él. Esa es otra historia.