Año de la Vida Consagrada: punto y seguido - Alfa y Omega

Año de la Vida Consagrada: punto y seguido

El 2 de febrero se clausura el Año de la Vida Consagrada, que ha supuesto un momento importante del pontificado de Francisco, aunque el evento no haya armado el lío que quizá algunos habrían esperado

Fernando Prado Ayuso
Apertura del Año de la Vida Consagrada, en Santa María la Mayor, el 29 de noviembre de 2014. Foto: L’Osservatore Romano

El Año de la Vida Consagrada atraviesa sus últimos momentos. Del 28 de enero al 2 de febrero se celebra en Roma otro de los grandes encuentros internacionales organizado por la Congregación para Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA), que pondrá colofón a un sinfín de actividades y eventos que han tenido lugar en Roma y en todo el mundo a lo largo de este Año celebrativo. El Papa ofrecerá una audiencia particular a los casi 5.000 participantes venidos de todos los rincones del planeta y, en el marco jubilar del Año de la Misericordia, presidirá la Eucaristía en el día de la Presentación –jornada eclesial y Jubileo de la Vida Consagrada– en la basílica de San Pedro.

Punto y seguido

El Año de la Vida Consagrada ha supuesto un momento importante del pontificado de Francisco, aunque el evento no ha sido especialmente sonoro ni ha armado el lío que quizá algunos hubieran esperado. El mediático Sínodo de la familia y el inicio del Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia quizá hayan amortiguado la sonoridad del acontecimiento. Para la Iglesia y para las personas que han abrazado esta peculiar forma de seguir a Cristo, el final de este año de gracia es, ni más ni menos, un gozoso y memorable punto y seguido.

Después de cincuenta años de posconcilio, con sus luces y sus sombras, sus momentos de gloria y de desgaste, la convocatoria de este año especial fue recibida por las personas consagradas con gran alegría. El Papa Francisco, religioso jesuita y buen conocedor de la vida consagrada desde dentro, puso el foco y la atención sobre esta antigua y siempre nueva forma de vivir que tan necesaria se ha manifestado siempre para la vida de la Iglesia y de cuya santidad es deudor y testigo nuestro calendario cristiano.

Jornada de la Vida Consagrada, febrero de 2015. Foto: CNS

Después de un complejo y nunca del todo terminado proceso de renovación, celebrar este señalado año para la vida consagrada ha supuesto una forma de tomarse el pulso y hacer cierta puesta a punto para seguir caminando con sensato realismo y renovada ilusión.

Hacia un nuevo futuro

«Mirar al pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrirse al futuro con esperanza» fueron los tres objetivos marcados por el propio Francisco en su carta apostólica a los consagrados al comienzo de este año especial. Llena de vitalidad en muchos lugares, desgastada en otros, la vida consagrada ha querido revisarse y cargar las baterías para seguir caminando junto con toda la Iglesia en esta nueva etapa evangelizadora que el pontificado de Francisco está acometiendo.

La vuelta a lo esencial del seguimiento y la llamada a una constante conversión están en sintonía con la propia naturaleza de la vida consagrada. En esa tensión entre la vuelta al Evangelio y la adaptación a las cambiantes condiciones de los tiempos se juega la vida consagrada siempre su renovación.

La invitación a abrirse al futuro con esperanza es también una fuerte llamada a desarrollar toda su fidelidad creativa. Confiada en el Espíritu, contando con el aprecio que el pueblo de Dios siempre le manifiesta y con el renovado estímulo de Pedro y de los demás pastores, la vida consagrada se hace fuerte. Se necesita esta nueva fuerza para afrontar la ruta renovadora que el propio Papa ha marcado para toda la Iglesia en la Evangelii gaudium y que ha explicitado en forma de deseos o invitaciones a las personas consagradas en la citada carta apostólica al inicio de este Año de la Vida Consagrada.

Subrayados para el camino

En la carta apostólica el Papa Francisco manifestó cinco deseos que son auténticas invitaciones o proyectos para el caminar de la vida consagrada. Para Francisco, antes que realizaciones inmediatas, lo importante es comenzar procesos orientados hacia horizontes de mayor fidelidad y servicio. Salir desde donde se está y caminar hacia esas metas mantiene viva la tensión del cambio. Lo importante es salir y caminar hacia ellas. Pero hay que ponerse en camino con determinación. No cabe estar estancados.

El primero de los horizontes que ha propuesto el Papa a los consagrados es el de manifestar la razón de la verdadera alegría, que es consecuencia de una vida llena de Dios y de verdadera fraternidad. Cuando la vida transparenta la alegría de servir a Dios y a los hermanos, la vida consagrada se convierte en fecunda.

El Papa durante un Congreso internacional de jóvenes consagrados, en septiembre de 2015. Foto: CNS

El segundo deseo es que las personas consagradas sean capaces de despertar al mundo con una vida evangélicamente propositiva y proféticamente misionera, capaz de vivir siempre la lógica del don, manteniendo vivas las utopías y, sobre todo, defendiendo de forma innegociable la causa del Evangelio y de los pobres, no rindiendo cuentas sino solamente a Dios. Las personas consagradas han de ser luminosos testigos de que otro mundo es posible.

El tercero de los deseos es que las personas consagradas sean capaces de hacer realidad esa «espiritualidad de la comunión» tan deseada y necesaria siempre en la Iglesia, que es germen de paz para toda la humanidad. Quienes son por vocación «expertos en comunión» han de comprometerse especialmente en querer hacerla realidad en todos los ámbitos de la Iglesia.

El Papa manifiesta dos últimos deseos, unidos entre sí: que la vida consagrada no se encierre y supere las tentaciones de repliegue sobre sí misma y se dirija a las periferias existenciales y, por otro lado, que ese salir sea siempre un salir desde un estar atentos a las necesidades del mundo y de la Iglesia, manteniendo siempre la pregunta por lo que Dios y la humanidad le piden hoy.

Francisco nos ha invitado en este Año especial a dar pasos audaces desde la confianza. Para ello, es necesario dejarse afectar por la profunda llamada a la conversión que lleve a las personas consagradas a vivir desde la fe y la amistad profunda con Cristo.

También la CIVCSVA se ha empleado a fondo a lo largo de todo el Año en acompañar de cerca, animar y fomentar la reflexión, la vivencia y la celebración. El 16 de diciembre, y en línea con las dos cartas anteriores –¡Alegraos! y Escrutad– era presentada en Roma Contemplad, la tercera circular de animación del Año de la Vida Consagrada. Ahí quedan estos documentos que se han centrado en algunas dimensiones esenciales de la Vida Consagrada.

Fernando Prado Ayuso, CMF es profesor invitado del Instituto Teológico de Vida Religiosa y de la Escuela Regina Apostolorum de Madrid