¿Para qué sirve la familia? - Alfa y Omega

¿Para qué sirve la familia?

Jaime Noguera Tejedor

Tomando como excusa unas vacaciones en una localidad del sur de Inglaterra, La quincena de septiembre presenta las vidas de las personas de una familia que se dispone a disfrutar de unos días de descanso: desde los preparativos del viaje de ida, asignando tareas precisas a cada uno, con un ritual establecido, hasta las despedidas, siempre diferentes, aunque de las mismas personas.

Palabra ha reeditado esta novela publicada en Inglaterra por primera vez hace 80 años. Todo un acierto, porque se trata de un libro capaz de arrojar luz acerca de la crisis actual de las familias. En tiempos en los que la misma institución familiar está siendo cuestionada, y sus fundamentos antropológicos negados radicalmente, alegra leer un libro que reafirma un buen número de verdades olvidadas.

¿Sigue siendo necesaria una familia nuclear, tradicional, clásica, biológica, con hijos que se apoyan en su padre y en su madre? ¿Podría ser este el modelo de familia? Con la excusa de narrar el veraneo de la familia Stevens en Bognor, R.C. Sherriff disecciona, cuidando lenguaje, las vueltas y los enfoques de los miembros de una familia ante la misma realidad: el mundo se explica en el nosotros mejor que en el yo. La experiencia de unas vacaciones le ayuda a presentar desde el interior las diferentes formas de vida que se dan: reflexionar y pasear, charlar sin miedo, chicolear, o no hacer nada. Y nos enfrenta a algunos elementos, valores y fundamentos, invariantes de la familia: fidelidad, libertad y compromiso.

No hay familia sólida y fecunda sin pareja estable. Los Stevens son papá y mamá, mientras que los hijos son Mary, Dick y Ernie. Una manera de resaltar que es de la pareja donde nace la familia; ella es la fuente y el sostén. Una pareja fiel, a pesar de sus dificultades y veladuras, proporciona a la familia las condiciones necesarias para que haya armonía. Aunque recordar la importancia de la fidelidad no nos da derecho a olvidar la atención misericordiosa que debemos ofrecer a las familias marcadas por los accidentes y los sufrimientos de la vida, heridas por el divorcio, la enfermedad o el duelo: la señora Hugget, viuda, que solo despierta al mundo cuando le llegan los huéspedes en verano; el señor Montogomery, que esconde en su coche de lujo las penas y las miserias de una vida que se vacía en el dinero; o la señora Haykin, vecina que se ocupa del canario cuando los demás viajan. Contrasta todo con la entrada en la vida adulta de Dick, el inconformismo de Mary y las trastadas infantiles de Ernie. Un relato de vivencias en el que todo es lo que parece: la relajación que produce la felicidad frente al acartonamiento de la pena. De la oficina al tren, del tren a la playa, de la playa al pub: de la sonrisa callada a la risa franca.

Pero en toda familia se vive un amor imperfecto, y es que la familia ideal no existe más que en abstracto. La institución familiar, como vemos en la novela, no tiene que ser totemizada, pues su fortaleza no proviene de su propio fundamento. No hablamos de un tipo de familia inmortal que haga olvidar que está compuesta por personas que cometen errores, egoístas a veces, vulnerables casi siempre. La familia a la que acompañamos en esta quincena de vacaciones se edifica a diario en la bondad, en la comprensión y el perdón recíprocos, en la educación de los hijos. En el amor auténtico.

La quincena de septiembre
Autor:

R. C. Sherriff

Editorial:

Palabra