500 chicos se unen por los derechos del niño - Alfa y Omega

500 chicos se unen por los derechos del niño

Marcos, un niño de Palencia, participará este sábado en un encuentro para celebrar el 30º cumpleaños de la Convención de los Derechos del Niño, que incluye «tener padres que lo cuiden, comer todos los días, ir al colegio… y jugar»

María Martínez López
Encuentro por los Derechos de la Infancia celebrado en Palencia, en noviembre del año pasado
Encuentro por los Derechos de la Infancia celebrado en Palencia, en noviembre del año pasado. Foto: Centro Juvenil Don Bosco de Villamuriel del Cerrato.

Este sábado, unos 500 chicos de toda Castilla y León se reunirán en Valladolid para aprender más sobre los derechos que tienen todos los niños. El Encuentro por los Derechos de la Infancia lo organizan los centros juveniles de los salesianos, el Movimiento Scout Católico y Cruz Roja, y se celebra desde hace tiempo. Pero este año es especial porque el 20 de noviembre se cumplen 30 años desde que se aprobó la Convención de los Derechos del Niño.

Más protección para los más pequeños

Los niños tienen casi todos los derechos de los adultos, menos algunos para los que hay que ser mayor, como votar. Pero, después de aprobarse la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, en las Naciones Unidas se dieron cuenta de que hacía falta subrayar de forma especial los derechos de los niños, por dos motivos: al ser pequeños necesitan más protección, y además los niños necesitan algunas cosas que para los adultos no son tan importantes.

¿Cuáles son algunos de estos derechos? «Tener padres que lo cuiden y un hogar, comer todos los días, poder ir al colegio…». Nos lo explica Marcos, un niño de Villamuriel de Cerrato (Palencia) que está a punto de cumplir 11 años y ya ha participado varias veces en estos encuentros. «También jugar es un derecho, porque así nos relacionamos con otros niños. No podemos estar todo el día en casa aburridos» o en el colegio, porque para los niños jugar es otra forma de aprender y es muy importante para su desarrollo. Y, por supuesto, los niños no pueden trabajar y deben estar especialmente protegidos frente al tráfico de personas y la esclavitud.

Pero, desgraciadamente, que existan estos derechos no significa que se cumplan siempre. «Hay niños que no pueden comer todo lo que necesitan», explica Marcos. Otros han perdido a sus padres o no pueden estar con ellos, o no tienen un hogar. Que la alimentación o tener gente que cuide de ti sean un derecho significa que «cuando pasa eso, hay que saber cómo ayudarles». Deben hacerlo sobre todo los adultos: profesores, políticos, médicos… Pero también los propios niños pueden aportar algo cuando ven que los derechos de los demás no se respetan.

Atentos a los demás

«Los niños suelen ponerse mucho en el lugar del otro, del más desfavorecido», cuenta Iván Martín, el responsable del centro de los salesianos al que va Marcos. «Los que participan en este encuentro sobre los derechos del niño luego se toman más en serio las campañas de Navidad, como la Operación Kilo de recogida de alimentos, que son pocas semanas después. También nos pasa que, a veces, después de descubrir que por ejemplo muchos niños no pueden jugar» porque no tienen juguetes o por cualquier otro motivo, «algunos chicos nos han traído al centro algún juguete suyo para que se lo diéramos a quien le hiciera falta». Porque, muchas veces, los derechos de los niños no solo se incumplen en los países menos desarrollados o en guerra, sino en nuestras propias ciudades y pueblos, nos dice Marcos.

Este año, él y sus compañeros del centro juvenil se han preparado para el encuentro reflexionando sobre el derecho a la alimentación. La actividad, el viernes pasado, tuvo un final muy dulce, porque «hicimos una tarta de hojaldre y chocolate que nos quedó muy rica». Pero el momento central será el sábado. Cuando los 500 chicos lleguen a Valladolid, participarán en una gymkhana con distintas pruebas sobre cada uno de los derechos del niño. «Siempre nos lo pasamos muy bien», comparte este niño palentino. Luego, delante de varios representantes de la ciudad y de todos los adultos que quieran unirse, un par de participantes leerán un manifiesto. Como dice Iván, «queremos que los políticos escuchen a los niños».