50 años celebrando a Cristo Sacerdote
Madrid celebra este jueves, 1 de junio, las bodas de oro de una fiesta netamente española que invita a los sacerdotes a mirar a Jesucristo como modelo y a toda la Iglesia a vivir el sacerdocio bautismal
Cuando los fundadores de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote, José María García Lahiguera y María del Carmen Hidalgo de Caviedes, promovieron la fiesta litúrgica de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, tenían en mente que con ella «se conociera más a Cristo sacerdote, que los sacerdotes lo tuvieran como modelo, y que la Iglesia en general viviera más el sacerdocio común». Así lo expresa la hermana María Eugenia, religiosa del monasterio de Madrid —casa madre de la congregación—, que anuncia que este día será más especial si cabe al cumplirse los 50 años de esta festividad. «Ellos [por los promotores] insistieron en que esto era una fiesta de la Iglesia». Y algo claro debió de ver la Santa Sede, porque ratificó la festividad tan solo un mes después de que la Conferencia Episcopal Española la aprobara, en julio de 1973. Instaurada para el jueves posterior al domingo de Pentecostés, se celebró por primera vez en toda España un año después. En 1995, el Papa san Juan Pablo II animó a vivir en cada diócesis una jornada para la santificación de los sacerdotes, que en Madrid se unió a la fiesta de Cristo Sacerdote.
Los sacerdotes, apunta la hermana oblata, «representan al mismo Jesucristo», por eso «la Iglesia los mira con respeto», aunque no dejan de ser humanos. Pero, «sin dejar de ser vasijas de barro», lo que llevan dentro «es a Jesús mismo». De ahí que haya que «cuidar esa vasija», que se puede romper, y aquí entra el pueblo de Dios. Lo primero que puede hacer es «mirar con fe», y no con los ojos del mundo, el misterio del sacerdote; y en segundo lugar, rezar, «porque la santidad es un don» y no tanto «un esfuerzo humano». En este sentido, la superiora de la congregación, madre Teresa López, destaca que, aunque las circunstancias del tiempo de crisis posconciliar en el que se instauró esta festividad «han cambiado en ciertos aspectos, el problema del sacerdocio y de la espiritualidad y ministerio de los sacerdotes sigue estando en el primer plano de las preocupaciones de la Iglesia». Lejos de jerarquías o clericalismos, «el sacerdote es mediador», es pontífice, «puente entre Dios y el hombre».
A su vez, continúa la hermana María Eugenia, el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio bautismal, ese que se recibe por el hecho de ser cristianos, «para que todos seamos ofrenda para Dios» en la vida cotidiana, en «nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestros sufrimientos…». Es en la Eucaristía donde «unimos nuestra ofrenda a la de Cristo en el altar», indica la oblata, que resume así su vocación, «hacernos ofrenda [oblación, de ahí el nombre de oblata] permanente» por los sacerdotes uniéndose «al sacrificio eucarístico». «No podemos vivir sin Eucaristía, y por eso no podemos vivir sin sacerdotes».
La religiosa se suma a lo que observa la madre superiora cuando sostiene que «siempre damos la vida por los sacerdotes, pero hoy, materialmente». Porque son muchos los preparativos de la fiesta, este jueves, 1 de junio, que cuidan con primor y esmero. El claustro del monasterio acoge la celebración eucarística, a las 12:00 horas, que estará presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro. Lo acompañarán el arzobispo emérito, cardenal Antonio María Rouco Varela, los obispos auxiliares de Madrid, José Cobo, Jesús Vidal y Juan Antonio Martínez Camino, SJ, y numerosos curas de la diócesis. La Misa está abierta a todos los fieles que quieran acompañar a sus sacerdotes.