Europa es cómplice - Alfa y Omega

Europa es cómplice

La UE puede evitar que sigan muriendo refugiados tratando de llegar a la isla de Lesbos o que caigan en manos de mafias de trata de personas. La cuestión es que no quiere

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Foto: CNS

La estrambótica detención y posterior liberación de los tres bomberos sevillanos en Lesbos, acusados de trata de personas, ha puesto al descubierto dos escandalosas realidades que Europa no puede seguir fingiendo ignorar. Una es el caos en la ayuda de emergencia a los refugiados en las costas griegas. La segunda, aún más grave, la existencia en Turquía de redes de tráfico de personas que se aprovechan miserablemente de las desgracias de los refugiados.

La Policía griega quiso dar la pasada semana un escarmiento a las ONG que operan en la zona para que dejen a un lado el activismo político. Pero más allá de este lamentable episodio, la realidad es que Grecia está desbordada y que Europa la ha dejado sola en la estacada. Las autoridades helenas están superadas y la asistencia a los refugiados depende de una especie de ejército de Pancho Villa de personal voluntario, sin el cual la tragedia humanitaria sería hoy mucho más grave.

Los naufragios se evitarían o disminuirían drásticamente si los Veintiocho aparcaran sus disputas y acordaran una política de asilo común, con una justa distribución de los cupos. El flujo podría dirigirse ordenadamente desde suelo turco. Pero la UE se ha limitado a pagar 3.000 millones de euros a este país –que acoge ya a más de dos millones de refugiados– para que actúe como barrera. Las mafias son las grandes beneficiadas de la situación. Cada vez son más frecuentes las denuncias de desaparición de personas, en buena medida mujeres y niños, destinados a la explotación sexual, al tráfico de órganos o a trabajar en condiciones de esclavitud. Atentados a los derechos humanos similares no son infrecuentes en la ruta desde América Central hasta los Estados Unidos o entre los africanos que tratan de llegar al sur de Europa. Lo que diferencia el caso de los refugiados en Turquía es que el fenómeno está geográficamente mucho más delimitado y sería relativamente fácil evitarlo. La cuestión es que Europa no quiere, lo cual nos convierte en cómplices.