El español padre Ayuso, único no musulmán en el Primer Foro de Pensadores Árabes - Alfa y Omega

El español padre Ayuso, único no musulmán en el Primer Foro de Pensadores Árabes

En el encuentro, que se celebró entre el 17 y el 18 de enero, participó el padre Ayuso Guixot que recalcó que «el mayor reto al que nos enfrentamos es el de superar la indiferencia con el fin de trabajar juntos por la paz»

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Diálogo Interreligioso y extremismo: Razones y remedios es el título del Primer Foro de Pensadores Árabes convocado en Abu Dhabi del 17 al 18 de enero por el Centro de Estudios Estratégicos e Investigación de los Emiratos Árabes. El único relator no musulmán fue el padre Miguel Ángel Ayuso Guixot, Secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso que intervino en la primera sesión donde también tomó la palabra el Gran Muftí del Líbano, el jeque Abdul Latif Daryan. En las otras sesiones participaron también diversas personalidades de los Emiratos Árabes así como de Egipto y Marruecos.

El Padre Ayuso Guixot habló de cuatro puntos claves: extremismo, cultura del encuentro, papel clave de los líderes religiosos, necesidad de un diálogo sincero e importancia de la oración, puntualizando que sus palabras no obedecían a consideraciones económicas, políticas, sociales o culturales sino que prefería, como cristiano, recordar las palabras que en diversas ocasiones el Papa Francisco había dirigido a la Comunidad Internacional sobre cómo construir una paz que pudiera contrarrestar el extremismo.

En primer lugar citó el discurso del Santo Padre al cuerpo diplomático el pasado 11 de enero en el que afirmó que extremismo y fundamentalismo encuentran terreno fértil no sólo en la explotación de la religión con fines de poder, sino también en el vacío de ideales y la pérdida de la identidad –incluyendo la identidad religiosa–. Este vacío da lugar al temor que conduce a ver al otro como una amenaza y un enemigo y a la intransigencia en la defensa de las ideas preconcebidas. «Sin embargo, el mayor reto al que nos enfrentamos –dijo Ayuso Guixot– es el de superar la indiferencia con el fin de trabajar juntos por la paz, un bien que constantemente hay que buscar, para la promoción de una “cultura del encuentro”. Una cultura cuya motivación para el Papa se asienta en el diálogo interreligioso de cara al compromiso mutuo en favor de la paz y la justicia, que constituye el presupuesto de todos los intercambios».

Refiriéndose al papel clave de los líderes religiosos, el secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso subrayó que las tendencias extremistas, independientemente de su origen, constituyen una de las amenazas más peligrosas para la paz y la seguridad mundiales y son incompatibles con la verdadera ética religiosa. En consecuencia, los líderes religiosos y los líderes de opinión deben identificar a los portadores de falsas creencias y comportamientos que imbuyen su ideología religiosa y apoyar campañas de sensibilización con el fin de prevenir el extremismo en la sociedad y sentar las bases para la moderación. «Como líderes religiosos –dijo citando nuevamente al Santo Padre– estamos obligados a denunciar todas las violaciones contra la dignidad humana y los derechos humanos. La vida humana, don de Dios el Creador, posee un carácter sagrado. Como tal, cualquier violencia que busca justificación religiosa merece la más enérgica condena porque el Omnipotente es el Dios de la vida y la paz».

Hablando de la necesidad de un diálogo interreligioso sincero, el prelado observó que lo que une a los creyentes es el camino de la vida, partiendo de nuestra identidad y para el bien de nuestros hermanos y hermanas. «Cada uno de nosotros ofrece el testimonio de su identidad a los demás y se involucra en el diálogo con ellos. Entonces el diálogo puede pasar a cuestiones teológicas. Pero aún más importante y hermoso es caminar juntos sin traicionar nuestra propia identidad, sin disfrazarla, sin hipocresía».

Por último, recordó que los creyentes no tienen la receta para resolver todos los problemas que afligen a la humanidad, desde el hambre a la corrupción, pasando por la guerra o la decadencia moral, pero tienen un gran recurso, la oración. Rezar según sus respectivas tradiciones, para solicitar los dones que anhela la humanidad.