«La Iglesia no está en el mundo para condenar» - Alfa y Omega

«La Iglesia no está en el mundo para condenar»

«Espero que el libro haga descubrir su corazón», afirma el periodista Andrea Tornielli, tras entrevistar al Papa para el libro El nombre de Dios es misericordia

Andrés Beltramo Álvarez
Andrea Tornielli entrega al Papa, el pasado lunes en el Vaticano, un ejemplar de su libro-entrevista. Foto: AFP/L’Osservatore Romano

Francisco y la misericordia. El Papa y su prioridad número uno. Un salón de la Casa Santa Marta en el Vaticano, un periodista y tres grabadoras. Así se gestó el primer libro del Pontífice argentino. Un manual de espiritualidad, plagado de anécdotas y recomendaciones pastorales de su protagonista. Escrito en forma de entrevista, esta semana salió a la venta en 86 países, en España editado por Planeta.

«La Iglesia condena el pecado porque debe decir la verdad: esto es pecado. Pero al mismo tiempo abraza al pecador que se reconoce como tal, lo acerca, le habla de la misericordia infinita de Dios. Jesús perdonó incluso a quienes lo crucificaron y lo despreciaron». Esta y otras frases tejen un texto dinámico, presentado este martes 12 en Roma.

El nombre de Dios es misericordia lleva por nombre y está firmado por Francisco, aunque no sea su autor directo. El entrevistador es Andrea Tornielli, competente vaticanista. Pero el libro está firmado por el Papa, entre otras cosas porque el título de portada lo escribió él mismo, de puño y letra.

Cercano a los presos

No es la primera vez que Jorge Mario Bergoglio se somete a un ejercicio de preguntas y respuestas. Todos recuerdan las discretas ventas de la primera edición de El jesuita, producto de las conversaciones del entonces arzobispo de Buenos Aires con los periodistas Francesca Ambrogetti y Sergio Rubín. Una vez elegido Papa, los libros volaron de las vitrinas.

Ahora la situación es distinta: el nuevo volumen promete ventas récord. Sus 150 páginas no solo ofrecen pinceladas completas sobre el pensamiento más profundo de Francisco, también dejan entrever su parte humana. Una parte que, resulta claro, es fundamental en su acción de pastor.

Por ejemplo, Francisco cuenta la historia de una sobrina suya, quien se casó por lo civil con un hombre antes de que este obtuviese el reconocimiento de su nulidad matrimonial. «Querían casarse, se amaban, querían hijos, tuvieron tres. El juez civil había asignado a él la custodia de los hijos tenidos en el primer matrimonio. Este hombre era tan religioso que todos los domingos iba a Misa, iba al confesionario y le decía al sacerdote: “Yo sé que usted no me puede absolver, pero pequé en esto y en aquello, deme la bendición”. Este es un hombre religiosamente formado», señala.

El Papa relata también su comunicación, primero por correo electrónico y después por teléfono, con una señora argentina que hace 20 años se dirigió al tribunal eclesiástico para iniciar el proceso de nulidad. Sus razones –explica– eran fundadas; el caso era claro, pero lo primero que le pidió el sacerdote fueron 5.000 dólares. «Cuando la gente se encuentra ante estos malos ejemplos, en los cuales ve prevalecer el interés, la poca misericordia y la cerrazón, se escandaliza», lamenta.

El Papa con un interno del Instituto Correccional Curran-Fronhold, en Filadelfia, en septiembre de 2015. Foto: Reuters/Jonathan Ernst

Más adelante, el Obispo de Roma relata su encuentro con una prostituta en un santuario al cual ella había acudido para agradecer a la Virgen el dejar la vida que llevaba porque conoció a un hombre en el prostíbulo que le pidió seguirlo. Y declaró tener una relación especial con los presos porque cada vez que atraviesa la puerta de una cárcel se pregunta: «¿Por qué ellos y yo no? Yo debería estar aquí, me merezco estar aquí. Sus caídas podrían haber sido las mías, no me siento mejor que quien tengo enfrente».

«¿Quién soy yo para juzgar?»

En el libro el Papa, además, responde a dos cuestiones polémicas. Por una parte explica su famosa y controvertida frase «¿Quién soy yo para juzgar?», que pronunció refiriéndose a los homosexuales a bordo del avión que lo condujo de Río de Janeiro a Roma en julio de 2013.

Francisco recuerda que en esa ocasión habló de los gays que «buscan al Señor» y «tienen buena voluntad». E insistió en citar el Catecismo, donde se explica que estas personas deben ser tratadas con delicadeza y no se las debe marginar.

El Papa insiste al mismo tiempo en pedir que se hable de «personas homosexuales», porque primero está la persona en su integralidad y dignidad. «La persona no es definida solamente por su tendencia sexual», precisa. «Yo prefiero que las personas homosexuales vengan a confesarse, que se queden cercanas al Señor, que podamos rezar juntos. Les puedes aconsejar a ellos la oración, la buena voluntad, indicar el camino, acompañarlas».

Pecadores y corruptos

Ante quien cuestiona a la Iglesia por predicar «demasiada misericordia», el Pontífice advierte de que ella debe transmitir comprensión a todos aquellos «que se reconocen pecadores, responsables del mal cometido y se sienten necesitados de perdón». Con esa frase, Francisco aleja los mitos de la «misericordia a bajo costo». El Papa es claro en indicar las condiciones que debe cumplir el pecador arrepentido. No obstante, insiste en que la Iglesia no está en el mundo para condenar, sino para permitir el encuentro con el amor visceral de Dios. Para ello, señala, es necesario salir de las iglesias y parroquias para ir a buscar a las personas ahí donde viven, donde sufren, donde esperan.

Hacia el final del libro, hay varios pasajes dedicados a la corrupción, que el Papa califica de «hábito mental» y «modo de vivir» más que de simple pecado. «El corrupto es quien peca y no se arrepiente, el que peca y finge ser cristiano mientras mantiene su doble vida de escándalo. El corrupto no conoce la humildad, no considera necesitar ayuda. El corrupto se cansa de pedir perdón y termina por creer que no lo debe pedir. No se transforma de golpe en corrupto, es una degradación larga», afirma.

El corazón del Papa

Este libro nació en marzo de 2015, cuando el Papa anunció el Jubileo extraordinario de la Misericordia, que inauguró en diciembre pasado y se extenderá hasta el 20 de noviembre próximo. Tornielli se empeñó en entrevistar a Francisco sobre el tema, sin afán de obtener una primicia o un título periodístico. Le escribió una carta y Bergoglio le respondió, prestándose al diálogo.

En declaraciones a Alfa y Omega, el vaticanista italiano se dijo sorprendido porque, de las palabras del Papa, surge con claridad el rostro de un Dios que busca todos los modos para acercarse a los seres humanos, que busca cada rendija para donar su perdón. Y apunta: «Espero que el libro haga descubrir su corazón. En esta entrevista el Papa habla con su corazón y relata qué ha sido para él, en su vida de joven y después como sacerdote y obispo, la misericordia. Por eso creo que es un libro para creyentes, pero también para quien no cree. Porque hoy vivimos en un mundo que tiene de verdad urgencia de misericordia y de perdón».