La fe crece cuando se da - Alfa y Omega

La fe crece cuando se da

La Iglesia católica en Tarragona nació fundada por el apóstol san Pablo, y pronto se vio regada por la sangre de su obispo san Fructuoso, el primer mártir de la Hispania romana. El Congreso, inaugurado este martes, Los últimos años de la vida de Pablo estudia, estos días, los fundamentos históricos de la presencia de san Pablo en la antigua Tarraco, mientras la diócesis se prepara para acoger la beatificación de mártires españoles, el próximo 13 de octubre

Redacción
Anfiteatro romano, donde dio su vida por Cristo san Fructuoso, el protomártir hispano

El Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Fructuoso, de la archidiócesis de Tarragona, celebra, esta semana, el Congreso internacional Los últimos años de la vida de Pablo, continuación del que se celebró en 2008 en Tarragona sobre Pablo y Fructuoso. El cristianismo antiguo en Tarraco, que sirvió para asentar teológica e históricamente la certeza de que san Pablo fue condenado al exilio y pisó la Tarraco romana, donde fundaría una Iglesia.

El Congreso se centra en los detalles del proyecto misionero de Pablo en Occidente, la convivencia entre judíos y cristianos durante el Imperio de Nerón, y los procedimientos legales y las penas habituales que se impartían en aquella época. Las ponencias también están abordando la libertad de movimientos que tenía Pablo, a la luz de los textos apócrifos de aquellos años, y, finalmente, la muerte martirial del Apóstol. Participa en el Congreso una treintena de profesores de diferentes universidades y Facultades de Teología de Alemania, Bélgica, Francia, Italia y Estados Unidos, todos ellos especialistas en diversos campos, como el Derecho Romano antiguo, la Literatura e Historia antiguas, o la Arqueología.

Cartel del congreso

Cautivo, pero libre

El arzobispo de Tarragona, monseñor Jaume Pujol, afirmó el martes, en la inauguración del Congreso, que «hablar de san Pablo en esta ciudad no puede sino inspirarnos palabras severas y vivas del último testigo de la fe en Cristo, de un hombre cautivo, pero que estaba convencido de que ningún sufrimiento de este mundo presente podía alejarlo del amor de Cristo. Cautivo y esperando la coronación de la gloria en el martirio, Pablo sabía que la Palabra de Dios no podía estar encadenada. Confiaba y esperaba seguro en que su predicación daría frutos abundantes tarde o temprano. Como manifiesta en la Carta a los Romanos, Pablo contaba con la bendición de Dios por este último proyecto, que culminaba su misión de predicación del Evangelio a los gentiles. Los designios de Dios no fallan nunca, e incluso Cristo se sirvió de un discípulo cautivo para sembrar su Palabra».

Actos culturales

El Congreso sobre Los últimos años de la vida de Pablo cuenta con varios actos culturales en la ciudad de Tarragona, como un Concierto de órgano y violonchelo en la catedral, a cargo de Juan de la Rubia y Anna Niebuhr, mañana viernes, a las 19:30 h. Los ponentes y congresistas tendrán también la oportunidad de conocer las excavaciones del Templo de Augusto en la catedral, el conjunto monumental de Centcelles, y la necrópolis paleocristiana de Tarragona.

Tarragona, tierra de mártires. Memoria y vida cotidiana

Tarragona es, desde los comienzos de la Iglesia en España, tierra de mártires. En el anfiteatro romano murió su obispo san Fructuoso, primer mártir hispánico, muerto por su fe el 21 de enero del año 259, bajo la persecución de los emperadores Valerio y Galieno.

El próximo 13 de octubre, Tarragona será el escenario de la beatificación de más de 500 mártires de la persecución religiosa en España durante el siglo XX, 147 de ellos presentados por la misma diócesis tarraconense.

En la inauguración del Congreso sobre san Pablo, monseñor Jaume Pujol señaló que «el mismo edificio del Seminario fue uno de los lugares donde se juzgó y se condenó a muerte a varios mártires. Junto con el obispo auxiliar Manuel Borrás, murieron por la fe muchos hermanos sacerdotes de nuestra archidiócesis y dos seminaristas. La semilla del Evangelio predicada por Pablo y regada con la sangre de los primeros mártires recibe de nuevo, hoy, el empuje de los mártires del siglo XX. A nosotros nos hace falta conservar la memoria de sus testimonios y reproducirlos en nuestra vida cotidiana, conscientes de que la fe crece cuando se da».