Relaciones Iglesia-Estado - Alfa y Omega

Relaciones Iglesia-Estado

«Una de esas personalidades de la Iglesia que se mueven en el campo de lo filosófico, de lo sociológico, de lo jurídico con la misma soltura que en lo teológico», y «cuyo liderazgo espiritual se percibe en los frutos de su labor episcopal»: así presentó, el pasado viernes, el ex-ministro don José Manuel Otero Novas al cardenal Rouco en el Foro Nueva Economía, donde habló sobre Las relaciones Iglesia-Estado, hoy, en España. Dijo:

Redacción
El cardenal Rouco se dirige a la tribuna para su intervención

El arzobispo de Madrid debe mantener la conciencia de que es pastor de todos. Las relaciones Iglesia-Estado en el momento actual de España, sobre todo vistas desde el punto de vista jurídico, es una cuestión que siempre está viva, se lo parezca o no a los observadores mediáticos, o sociológicos, porque tiene que ver con aspectos de la vida y del ser del hombre que le tocan en lo más íntimo de su ser. El hombre es por naturaleza religioso, puede no reconocerlo, pero lo es. Y el hombre es también político. Necesita ser ambas cosas. Cuando esa experiencia profunda de lo humano se exterioriza, se socializa, se institucionaliza también. La Historia conoce distintas fórmulas, sobre todo desde que Jesús dice a sus oponentes que hay que dar a César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Es el punto más revolucionario de la relación Iglesia y política.

En España la relación Iglesia-Estado ha sido una línea continua de fondo que ha marcado su historia desde que hay cristianismo. La fórmula de las relaciones Iglesia-Estado vigente surge con un fenómeno que nos permitió vivir la experiencia de la transición política. Son cinco Acuerdos los que regulan las relaciones Iglesia-Estado en España. Uno se firmó en agosto de 1976, antes de las primeras elecciones generales, y despejaba gravísimos obstáculos para configurar las relaciones Iglesia-Estado. En primer lugar, el sistema de nombramiento de los obispos. El Jefe del Estado tenía el derecho de presentación, no tan riguroso como el que había estado vigente hasta 1931. Las tensiones que produjo esta situación en los años 60 fueron muy grandes. El rey renuncia a ese privilegio, y la Iglesia renuncia a otro privilegio, que era el fuero de los clérigos, que implicaba la necesidad de tener que contar con el consentimiento del obispo en el caso de enjuiciamiento de sacerdotes, y el consentimiento del Papa en caso de enjuiciamiento de obispos. Llamarle a ese Acuerdo preconstitucional es cronológicamente exacto, pero por su significado jurídico y político está ya dentro del proceso de transición al orden democrático y social y libre de Derecho.

Había muchas materias, sin embargo, que había que regular de nuevo y se hizo a través de cuatro Acuerdos: uno sobre asuntos jurídicos, el derecho a la libertad por parte de la Iglesia; otro sobre la enseñanza y asuntos culturales; un tercer Acuerdo sobre la financiación de la Iglesia; y por último el Acuerdo sobre la asistencia espiritual a las Fuerzas Armadas, tal como estaba vigente en casi todos los países.

En este momento, la Santa Sede tiene firmados convenios bilaterales con 176 Estados. La preferencia por tanto por la fórmula de la bilateralidad es masiva. El modelo español nace en esa cultura y la aplica para España. No contiene ya ningún elemento del que pueda decirse: «Esto es un privilegio», sino que trata de reflejar ese mundo jurídico de las relaciones religión-política que tienen que ver con la tabla de los derechos fundamentales marcados por las Naciones Unidas aplicados a la situación concreta y actual de España.

Hasta ahora, la fórmula jurídica no se ha cambiado ni en principio ni en ninguna de su partes, y la pregunta por esa posibilidad desde el punto de vista técnico está abierta. Desde el punto de vista de los juicios prejurídicos y prepolíticos de su relación con el bien común, es problemático plantear si hay una respuesta mejor que la que está vigente. La característica especial de los Acuerdos con la Santa Sede respecto a otros acuerdos es su carácter de Derecho jurídico internacional, no sólo porque hay un Estado que se llama la Ciudad del Vaticano, sino por la propia personalidad internacional de la Iglesia católica. Es sentencia común entre los internacionalistas seguir afirmándolo.

El Concilio Vaticano II tiene una expresión muy hermosa, a la hora de definir las relaciones Iglesia-Estado: dice que «la Iglesia es el signo y la salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana». Si algo es urgente en la vida social y cultural del mundo, es esto: salvar la trascendencia de cada ser humano, su dignidad inviolable. Esa dignidad no es reconocida muchas veces desde el punto de vista teórico por ciertas corrientes de pensamiento.

Hay un aspecto de la relación Iglesia-Estado en España que tiene especial vigencia hoy: el derecho de educación, que ha quedado muy bien concebido en el artículo 27 de la Constitución, que comienza con dos frases: –Todos tienen derecho a la educación; –se garantiza la libertad de enseñanza. Los cuatro Acuerdos fueron aprobados después de la aprobación, por Referéndum, de la Constitución, pues en esa estrecha relación entre la Constitución española y los Acuerdos de España con la Santa Sede destaca ese aspecto: se garantiza el derecho a la formación religiosa y moral de los niños. Como una asignatura equiparable a las fundamentales; es optativa, pero recibirla o no recibirla no debe implicar ninguna discriminación académica. El sistema funcionó hasta el año 1991. Como consecuencia de la LOGSE se detiene, y la asignatura de Religión y Moral Católica se cambia por el no rigor y la no definición de la asignatura. Con ese cambio, producto y efecto de la LOGSE, ha funcionado el sistema de una forma, a nuestro juicio, discriminatoria. Hacen difícil ese derecho a los padres: la obligatoriedad de inscribirse, año tras año, en la clase de Religión y moral católica es un referéndum anual que se les pide a los padres católicos. Es una exigencia desconocida en toda Europa.

En el turno de preguntas…

En el turno de preguntas, el cardenal Rouco señaló que las relaciones Iglesia-Estado hoy son fluidas y normales. «No veo qué se puede revisar de los Acuerdos, que los mejore. Tenemos pendiente el tema del derecho a la libertad en el campo de la educación, sobre todo en relación con la asignatura de Religión y Moral Católica». Sobre la ley del aborto, el cardenal arzobispo de Madrid afirmó que cada día que pasa más inocentes sufren las consecuencias de la legislación vigente. Hay un largo camino que recorrer; cuanto antes se haga, mejor.