La creatividad de los religiosos españoles - Alfa y Omega

La creatividad de los religiosos españoles

Afrontada con creatividad, la crisis de vocaciones supone una oportunidad para la renovación de la vida religiosa

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En pleno Año Jubilar por los 800 años de su fundación, los dominicos en España han comenzado 2016 consumando su unificación en una sola provincia. Más allá de los aspectos organizativos, lo llamativo de este proceso es la capacidad de la Orden de los Predicadores de hacer de la necesidad virtud. Lejos del lamento estéril ante la escasez de vocaciones o el envejecimiento de sus miembros, los hijos espirituales de santo Domingo han sido capaces de afrontar esta coyuntura histórica como una ocasión para su renovación y un llamamiento a la conversión; como una puesta al día para, desde la fidelidad a su carisma original, discernir sin ataduras superfluas qué respuestas dar a las necesidades del mundo y de la Iglesia.

Pruebas de vitalidad y creatividad está dando hoy también la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, cinco veces centenaria. A pesar de la sequía vocacional, la congregación es capaz de atender cada año a cerca de 30 millones de personas en todo el mundo. Esa labor es posible, en primer lugar, gracias a la entrega silenciosa de muchos héroes anónimos, que en ocasiones llega hasta el extremo de dar la propia vida, como sucedió con Miguel Pajares y Manuel García Viejo, contagiados de ébola en Sierra Leona y Liberia. Pero además de santidad, se necesita buen hacer. Los hospitalarios tienen en España 23 Grupos de Mejora, formados por profesionales y colaboradores de la Orden que proponen innovaciones en campos como la gestión económica o la atención al paciente. Son esfuerzos en línea con las reformas del Papa, uno de cuyos ejes consiste en importar a la Iglesia las mejores prácticas profesionales. La iniciativa es también una aplicación práctica de la iniciativa Laicos en Misión Compartida, gran apuesta de la CONFER para integrar de forma más activa a los laicos en las obras de las congregaciones. Hay muchas tareas propias de los consagrados, pero el resto puede realizarlas perfectamente un laicado comprometido y bien formado. Si se logra el objetivo, las congregaciones podrían salir incluso fortalecidas de la crisis vocacional.