¿Interesa hoy Merton? - Alfa y Omega

¿Interesa hoy Merton?

Thomas Merton ha sido y continúa siendo, por medio de sus escritos, director espiritual de muchísimas personas. La obra literaria de Merton les descubrió un estilo de vida enteramente nuevo. Cambió la forma de su espiritualidad

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El 31 de enero, como parte de las celebraciones del centenario de Merton, el reverendo anglicano John Moses tuvo una breve intervención que se publica como apéndice final de la bibliografía del Diccionario de Thomas Merton, que acaba de publicar la editorial Mensajero: «Por qué Merton importa».

Merton era consciente de que algunas cosas tienen que ser dichas, y dichas otra vez. Por ejemplo, su gozo en el mundo natural. Muchas de sus horas más felices, muchos de sus momentos más profundos, los pasó en los bosques que rodeaban su abadía, cuando deambulaba libremente. Fue allí donde se admiraba de la maravilla del orden creado y los lazos de parentesco que unificaban toda la vida. Pero él miraba más allá de los confines del recinto monástico y observaba las consecuencias de la agricultura intensiva, del traslado de la gente del campo a la ciudad. Y temía que nuestra capacidad para la autodestrucción causara daños incalculables en las plantas, los pájaros, los insectos, el equilibrio de todo el sistema ecológico. Es difícil discrepar de su juicio de que «repartimos muerte a todo nuestro alrededor simplemente por la forma en que vivimos». ¿Es esta una afirmación que aún importa?

El sueño americano

Es nuestra forma de vida lo que le llevó a ser tan franco en su crítica a su país de adopción, Estados Unidos. Sabía todo sobre lo que el sueño americano era, pero conocía sus limitaciones, y escribió sobre «una sociedad que a pesar de todas sus indiscutibles ventajas, no parece que sea capaz de ofrecer a la gente vidas que sean completamente humanas y completamente reales».

Pero el diagnóstico de Merton se extendía a todo el mundo occidental. Deploraba el culto a la celebridad y al vacío que yacía justo debajo de la superficie. Pidió a sus lectores que hicieran frente a la realidad de que «vivimos en una cultura bastante enferma». ¿Es esta una frase que aún suena a verdad?

Él podía ser estridente, demasiado estridente a veces, en sus juicios políticos; pero casi cincuenta años después de su muerte podríamos titubear antes de condenar sin más su queja de que Estados Unidos falló al no prestar atención suficiente a la forma en que otras naciones podían ver el mundo. Hay ocasiones en que necesitamos recordarnos a nosotros mismos que Merton escribía contra el telón de fondo de la Guerra Fría, con la posibilidad real de una guerra nuclear.

La espiritualidad de Merton

Era inconcebible que la Iglesia escapara de su censura. Veía a una Iglesia que había perdido el norte en un mundo poscristiano. Abogaba por una Iglesia que entrara en un diálogo sin reservas con el mundo. Buscaba una Iglesia que no solo representara el pasado sino que pudiera realmente abrazar el futuro. Quería una orientación mucho más contemplativa en la vida de la Iglesia, pero también quería que la Iglesia volviera a descubrir su vocación profética, que fuera «una fuerza de choque para el mundo, un signo de contradicción».

Y, por supuesto, a través de su extensa correspondencia –con judíos, musulmanes, hindúes, budistas–, llegó a ser uno de los precursores del diálogo entre comunidades mundiales de fe. Quería un libre intercambio de ideas, de experiencias. Quería explorar esa herencia compartida de la sabiduría contemplativa sin la cual, así lo creía, los hombres y mujeres nunca encontrarían su verdadera humanidad.

Lo que el Diccionario de Thomas Merton pone en evidencia es que Thomas Merton descubrió una dimensión de la existencia humana que durante mucho tiempo se le había escapado. Descubrió la espiritualidad, una espiritualidad muy antigua centrada en la conciencia de la presencia de Dios. Esta espiritualidad contemplativa fue el regalo de Merton a la comunidad cristiana; regalo no en el sentido de que él la inventara, sino en el de que la rescató del lugar marginal que había ocupado durante mucho tiempo. Básicamente, la espiritualidad contemplativa no tiene que ver con la oración ni con los métodos de oración. No es un simple compartimento de la vida humana; abarca todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas y todas nuestras relaciones: con Dios, con los otros, con todo el universo creado.

No es exagerado decir que Thomas Merton ha sido y continúa siendo, por medio de sus escritos, director espiritual de muchísimas personas. La obra literaria de Merton les descubrió un estilo de vida enteramente nuevo. Cambió la forma de su espiritualidad. Les permitió pasar de una espiritualidad centrada, en gran medida, en prácticas externas, a otra centrada en la conciencia interior de la presencia de Dios. Tal espiritualidad es fuente de la más honda felicidad posible: «la felicidad –en palabras de Merton– de ser uno con todo en ese oculto terreno del amor para el que no puede haber explicaciones» (Hidden Ground of Love).

Francisco R. de Pascual, OCSO
Abadía Cisterciense de Viaceli, Cóbreces (Cantabria)
Coordinador del Diccionario de Thomas Merton en castellano