«En Taizé redescubrí la llamada al sacerdocio» - Alfa y Omega

«En Taizé redescubrí la llamada al sacerdocio»

María Martínez López
Monseñor Osoro con el hermano Alois ante la tumba del hermano Roger. Foto: Seminario de Valencia

El Encuentro Europeo de Jóvenes que ha llevado a Valencia a 15.000 peregrinos europeos comenzó a gestarse en 2010. Había terminado el Año Sacerdotal y monseñor Carlos Osoro peregrinó con todos los seminaristas a Ars para visitar la tumba de san Juan María Vianney. Pasaron también por Lourdes, La Salette… y Taizé. «Allí pude hablar con el hermano Alois», prior de la comunidad, «y le pregunté por qué no se hacían presentes en Valencia, en un encuentro de final de año –explica a Alfa y Omega el actual arzobispo de Madrid–. Mi sorpresa fue cuando dijeron que sí. Es una alegría para mí, y para todos los jóvenes de España». También para el cardenal Cañizares, que cuando llegó a Valencia hizo suya la cita.

La relación del arzobispo con la comunidad ecuménica viene de antiguo: «Fui a Taizé siendo universitario. Era verano. En mi grupo de reflexión había gente de África, del centro de Europa, de América Latina… Fue una experiencia inolvidable. Allí se notaba una presencia viva de Jesús, que quiere que todos los que creemos en él manifestemos la unidad. Eso me apasionó», y suscitó «una admiración muy grande por esa comunidad que busca lo que más quiso el Señor: la unidad de los cristianos, y de todos».

Pero, sobre todo, aquella primera visita supuso «un encuentro muy profundo con el Señor», y «un revulsivo para mi vida. Allí volví a descubrir que la llamada que el Señor me hacía era a prestar mi vida en el ministerio sacerdotal, para que Él se hiciese presente en medio de los hombres. Venía pensando en ello desde hacía tiempo, pero ahí fue definitivo, porque antes lo había apartado. Fue el momento de tomar una decisión».

Desde entonces, entre sus prioridades está el compromiso por la unidad, el reto de «hacer viable lo que celebramos en la Eucaristía». En Taizé «pude ver palpablemente que los cristianos somos creíbles cuando estamos unidos. Y damos descrédito cuando creamos divisiones. Además, descubrí que un elemento esencial para la unidad es la oración. Eso es lo que hace y a lo que nos convoca Taizé: a la oración, a la escucha de la Palabra, a hacer un camino de confianza en el Señor y con el Señor y a unirnos a todos los hombres».

El obispo pasea por Taizé. Foto: Seminario de Valencia

«Como en las JMJ»

El entusiasmo de monseñor Osoro no pasó desapercibido a los seminaristas que peregrinaron con él a Ars en 2010. «Vimos una relación muy distendida y de mucho aprecio entre el hermano Alois y él. Don Carlos nos iba enseñando todo. Se sentía cómodo», recuerda Alberto Martín, que ahora es diácono. José Domenech, ya sacerdote, explica que «estuvimos hablando con el hermano Alois en la habitación del hermano Roger», fundador de Taizé. Luego participaron en la oración de la tarde con los miles de jóvenes que pasaban allí una semana de su verano. «Me impresionó mucho vivir ese tipo de oración con tanta gente. Conocer a jóvenes de otros países, y también no católicos, enriquece la propia experiencia de fe».

Para Alberto «fue un descubrimiento muy grato, como cuando en las JMJ ves que hay más gente como tú. Lo que más me marcó fue el gran testimonio de fe y de unidad; fe por el hecho de creer profundamente en aquello que dice el Señor, “que todos sean uno”; fe para rezar por la unidad. Las diferencias son importantes, pero la unidad del Bautismo está ahí, y pudimos experimentarla».

«La parroquia se ha volcado»

Por eso, desde entonces «he animado a los jóvenes a ir allí. Taizé tiene mucho tirón. Muchos encuentran ahí su vocación» a consagrarse, o a vivir en serio su fe. «Lo he visto en algunos compañeros del seminario». También ha comprobado el atractivo de esta comunidad en su parroquia, Santa Catalina Mártir, de Villamarchante. Desde ella siempre han peregrinado a otros Encuentros Europeos de Jóvenes y ahora, a pesar de estar a 25 kilómetros de la capital, «hemos acogido a 115 jóvenes franceses, polacos, españoles, rumanos y croatas. La parroquia se ha volcado. Muchos que en su día participaron en estos encuentros hoy son padres de familia y han acogido a bastantes peregrinos; y los jóvenes se han ofrecido espontáneamente al párroco para lo que hiciera falta. El pueblo lo ha acogido como un auténtico evento».