Oración, adoración y evangelización… las 24 horas de la Jornada de la Sagrada Familia - Alfa y Omega

Oración, adoración y evangelización… las 24 horas de la Jornada de la Sagrada Familia

Oración en familia, adoración al Señor sacramentado, evangelización por las calles… Todo esto tuvo lugar en las 24 horas que duró la Jornada de la Sagrada Familia que se celebró este fin de semana en Madrid

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Miguel Hernández Santos/Infomadrid

Familia Rodríguez Lorente: La misericordia, en dos fases

La familia Rodríguez Lorente. Foto: Juan Luis Vázquez

«Primero nos decimos de todo… y luego nos pedimos perdón y nos perdonamos», dicen con humor Paloma y Carlos. «Estas son las dos fases de la misericordia que vivimos en casa. Aunque discutimos, al final, nos acabamos pidiendo perdón y nos damos un abrazo, con mucho cariño». Ambos son padres de María, Carlos, Nacho y Pelayo, y todos coinciden en que «al final el cariño pone la guinda a las discusiones en esta familia».

La misericordia se vive en su casa «estando pendientes de las necesidades de los demás, de nuestros hermanos, familiares, amigos… Y también intentamos cubrir las necesidades que vemos con nuestros ojos. Tenemos siempre muy presentes las carencias de los más necesitados para luego tratar de cubrirlas en la medida de nuestras posibilidades». Y Carlos subraya que «siempre procuro en mi entorno, donde me toque, ser instrumento de la ternura del Señor, con el servicio, la sonrisa, el buen humor, la paciencia… Y tratar a los demás con desinterés, dando cariño, tocando el corazón…».

Monseñor Osoro saluda a María, Javier y María José. Foto: Archimadrid / Miguel Hernández Santos

Desde que se casaron, intentan que el amor que viven en casa no se quede entre las cuatro paredes del hogar. «La gente, cuando viene a casa, está muy a gusto, ¡y no se quieren ir!», comenta Paloma. Y Carlos afirma que «en casa tenemos un cartel que pone “Betania”, porque queremos que quien venga a casa descanse, como hacía el Señor allí, donde Él se relajaba y se sentía a gusto y acogido». Y eso mismo es lo que intentan transmitir fuera de casa: «Normalmente, en el vecindario, nuestros hijos no se intentan juntar con los más guays, sino que buscan a aquellos que están más solos, o que son hijos de padres separados…». Y recuerda asimismo que en su viaje de novios «mi mujer me embarcó en la ayuda a personas sin hogar. ¡No recuerdo haber comprado nunca tantos bocadillos!».

«Pero, eso sí, ¡hemos venido a la fiesta de la Sagrada Familia con un cabreo…!», comenta Carlos divertido. «Y me he confesado aquí mismo. Así vivimos también la misericordia, que a mí me gusta más llamarla ternura».

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Javier, María José y María: El amor que abraza nuestros límites

Javier y María José han venido a la Misa de las familias con su hija María. Son padres de otros dos hijos adolescentes, y afirman que viven la misericordia porque «la misericordia es alguien que te abraza incondicionalmente, y eso es lo que vivimos en nuestra casa cada día, entre todos, en nuestro matrimonio y con nuestros hijos, a pesar de todos los errores que cometemos. Y la vivimos también abrazando el límite que cada uno tenemos».

Las familias en adoración ante el Santísimo, antes de salir a evangelizar. Foto: Mª Ángeles Martín

Ambos se sienten llamados a dejar que esta forma de vivir se transparente en su entorno. «La verdad es que nos interpela mucho la llamada a que las familias seamos misioneras –comenta Javier–, porque es algo que no es habitual y que nos cuesta. Esto nos está interpelando bastante últimamente, y estamos haciendo un esfuerzo, dentro de nuestras limitaciones, para hacer más presente a Cristo entre los que están alrededor».

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Evangelización en familia por el centro de Madrid: «¡Lo tenemos que contar!»

María Ángeles y Pedro Justo, y sus hijos Pedro y Alicia, de 6 y 10 años, pasaron la noche del sábado evangelizando por las calles de Madrid, junto a otros matrimonios con sus hijos. En total, doce adultos y nueve niños, de entre 8 meses y 13 años de edad, algunos de ellos ya con otras experiencias parecidas en el movimiento Anuncio.

Salieron a la plaza de la Villa, cerca de la catedral de la Almudena, a cantar villancicos y a presentarse ante los que pasaban por allí: «Les hemos dicho que somos un grupo de familias que venimos a anunciar que Dios te quiere, que ha nacido en estas fechas de Navidad. Podían escribir una oración para que nosotros la lleváramos delante del Señor. También les dábamos una frase del Evangelio. Ha sido muy bonito», cuenta Alicia.

Después de la catequesis de monseñor Osoro en la tarde del sábado sobre la santidad en la familia, saludaron al arzobispo, que les animó en su labor. Lo primero que hicieron fue invitar a la gente a pasar un rato de oración en la cripta de la catedral, donde había empezado una adoración de 24 horas al Santísimo. «A todos los que se paraban les llevamos el mensaje de que Dios les ama y le dábamos unas palabras del Evangelio –explica María Ángeles–, y era impresionante ver cómo se les quedaba la cara al leer el papelito».

Se pusieron a hablar con una pareja mayor. «Ella nos dijo que tenía un problema con un familiar y la necesidad que tenían, y al despedirnos salió una cita: “Pedid y se os dará”. Nos preguntaron: “¿Esto lo teníais preparado?”. Y les dijimos: “No, pero Dios te conoce y sabe cuál es tu necesidad”. Y se fueron a rezar. El Señor les estaba invitando».

Otra chica que estaba de marcha les dio las gracias «por haberle recordado lo que realmente importa hoy». Y otro señor que se decía agnóstico al final entró en la cripta a rezar…

Un momento de adoración, el sábado por la noche. Foto: Juan Luis Vázquez

«Parecíamos unos locos –dice María Ángeles divertida–. Imagínate el cuadro: las diez o las once de la noche, unos cantando villancicos, otros con niños yendo a cazar a la gente y decirle: “Dios te ama”». Y ante el desdén de quien les rechazaba, los niños decían: «Hay que rezar por él», porque «los pequeños tienen menos vergüenza, lo viven con más frescura, de una manera muy natural, porque el mensaje que damos es absolutamente sencillo. Ellos eran los primeros que querían ir. Cuando Jesús dice que de los que son como niños es el Reino de los Cielos, lo entiendes en momentos como estos».

Al final, esta experiencia «ha sido un regalo. Te das cuenta de que en verdad nuestra tierra es tierra de evangelización, de llevar a tu vecino el anuncio de Cristo, aunque esté bautizado, porque muchos no le conocen. A eso estamos llamados todos. Lo tenemos que contar. Ya que tanta gente sale a la calle para vendernos tantas cosas, nosotros también podemos hacerlo. Nosotros tenemos el mejor oro del mundo, y es gratis».

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Arturo: «Hoy vengo a rezar por las familias»

Arturo tenía una cita el sábado por la noche en Madrid. Se acostó a las diez y media y se puso el despertador a las cuatro de la madrugada. Cogió el coche y se dirigió al centro de la capital, aparcó frente a la cripta de la catedral de la Almudena y entró a rezar ante el Señor sacramentado. «He venido a dar gracias y a pedir», afirma. Su niñez no fue fácil, porque «en mi casa había muchos problemas, muchos gritos y discusiones, y mis padres estuvieron a punto de separarse. Gracias a Dios no lo hicieron, porque si lo hubieran hecho yo creo que eso me habría afectado más que las broncas». Por eso, conoce bien qué pasa por la cabeza de un niño cuando el fantasma de la separación o el divorcio amenaza lo que más quiere: a sus padres, a su familia. «Es necesario rezar mucho por los matrimonios y por sus hijos, porque se sufre muchísimo. Me enteré de que iba a haber adoración toda la noche y me he decidido a venir para ofrecerle este rato de la noche al Señor, en silencio, con Él, y pedir por todas aquellas personas que están sufriendo en su casa. Es mi pequeña contribución, pero sé que el Señor ve lo pequeño y lo agradece».

El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, repartió esta estampa entre las familias que acudieron a la Fiesta de la Sagrada Familia: «En nuestra familia se nace y se vive en la atmósfera del amor, perdón, entrega, alegría, compromiso con los que más necesitan. Lo aprendemos mirando a la Sagrada Familia. “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”».