«Ayudadme a anunciar a Cristo. Yo solo no puedo» - Alfa y Omega

«Ayudadme a anunciar a Cristo. Yo solo no puedo»

Con Cristo «¡ha llegado la plenitud, y hay que decírselo a los hombres, que no lo saben! Tenéis que ayudarme a anunciar a Jesucristo. Yo solo no lo puedo hacer. Como un pobre, os pido ayuda a vosotros, los jóvenes». Con esta exhortación, concluía monseñor Carlos Osoro su homilía, en la Vigilia de la Almudena. Era su primer encuentro con los jóvenes, pero ya les ha convocado a nuevas Vigilias

María Martínez López
El arzobispo de Madrid da la bendición con el Santísimo durante la Vigilia de la Almudena

Como después de la Anunciación, la Virgen María ha vuelto a salir a los caminos. En este caso, a las calles de Madrid. Nuestra Señora de la Almudena, la Patrona de Madrid, ha acogido a todos los fieles que acudieron a ofrecerle flores; su imagen presidió la Misa del día 9 de noviembre en la Plaza Mayor, y la posterior procesión por el centro de la ciudad; en ambos casos, con más participación que otros años. Era la primera fiesta de la Almudena de monseñor Carlos Osoro, y el arzobispo de Madrid insistió en la idea de la Madre de Dios que sale a los caminos: «Sale al encuentro de todos los hombres, y lo hace con ardor misionero: provoca que un niño en el vientre de su madre sienta la presencia de Dios, que hace que salte de gozo. Provoca ardor en los demás que reconocen a Dios, como Isabel», afirmaba en su Carta pastoral con motivo de la solemnidad.

Uno de los momentos más esperados del fin de semana fue la Vigilia, su primer encuentro con los jóvenes madrileños. La catedral, siempre llena en esta cita anual, estaba abarrotada. En su homilía, pronunciada antes de la adoración al Santísimo y la statio mariana final, monseñor Osoro insistió en la llamada a la misión. Los hombres de hoy en día -explicó- «tienen sed, tienen oscuridad. No están a gusto con lo que les están dando. Sienten que les roban lo más importante». Ante esto, los cristianos «no podemos estar tranquilos. Si el hombre tiene sed, hay que darle de beber; hay que alimentarle, si es que tiene hambre. Hay que acudir a él si se siente solo. Pero no podemos ir con nuestras fuerzas». El arzobispo invitó a los jóvenes a salir a los caminos, pero insistió en que hay que hacerlo «siempre desde el centro, y el centro es Jesucristo».

Por eso, exhortó a los jóvenes a abrirse «a Dios, sin miedo» a lo que pueda pedir, y a dejar «que entre en nuestra vida, con todas las consecuencias. Dejemos que la vida de Dios entre en nuestra vida, que el poder de Dios entre en nuestra existencia». Si es así, «harás maravillas, cosas que no te imaginabas». Sólo entonces se puede salir a los caminos, buscando al joven en paro; a aquel que «cree que lo está pasando bien pero está vacío»; al niño que tiene hambre; al que lo tiene todo menos cariño, y a la familia en dificultad.

Con el triunfo de Jesucristo, «¡ha llegado la plenitud, y hay que decírselo a los hombres, que no lo saben! -concluyó monseñor Osoro-. Tenéis que ayudarme a anunciar a Jesucristo. Yo solo no lo puedo hacer. Yo, como un pobre, en esta primera noche, os pido ayuda a vosotros, los jóvenes». Esta súplica, y la insistencia en estar abiertos a la llamada de Dios para cada uno, fue lo que más impactó a los jóvenes de Hoyo de Manzanares, que acudieron a la Vigilia con su párroco, don Ángel Luis Caballero. «Venían con la expectativa de conocer al nuevo obispo -cuenta-. Estuvieron muy atentos y comentaban entre ellos la homilía; algo poco habitual, porque normalmente desconectan. Ahora, tienen curiosidad por cómo serán los encuentros mensuales» que el obispo anunció al final de la celebración.

Siguiente cita: 5 de diciembre

«El próximo 5 de diciembre tendremos la primera Vigilia de jóvenes aquí en la catedral, a las diez de la noche. Os invito a todos». Lo anunció monseñor Osoro a los jóvenes, al final de la Vigilia del sábado. En estas Vigilias, el arzobispo pretende «daros una palabra que no es mía, sino del Señor, para que, durante ese mes, lo hagamos vida en nuestro corazón y en nuestros ambientes. Ojalá podamos, juntos, ir descubriendo lo que el Señor nos va pidiendo a cada uno».

Estos encuentros mensuales han sido una prioridad para monseñor Osoro en todas sus diócesis. El responsable de Infancia y Juventud de Valencia, padre Óscar Benavent, explica que, en la archidiócesis levantina, «los jóvenes acudieron en masa» a la primera cita, y siguieron acudiendo, nueve meses al año, durante cinco años. Este milagro «se debe también a la constancia de don Carlos, que invitaba a los jóvenes allá donde iba». De hecho, «ha dejado de ir a actos importantes» por la Vigilia, «y la gente ha respondido a eso».

Los frutos han sido abundantes, en cuanto a comunión de los jóvenes entre sí y con su obispo, y también en vocaciones. Además, coincidiendo con el Año de la fe, se le dio un enfoque misionero: los jóvenes que querían, recibían una cruz del obispo, y se comprometían a hablar de su fe con otro joven que no la tuviera, una vez al mes.

No se sabe aún cómo serán las Vigilias en Madrid. Pero los jóvenes «estamos preparados para seguir las propuestas del obispo, y asumir su llamada a salir al encuentro de todos los jóvenes para anunciarles a Jesucristo -afirma el padre Jesús Vidal, Delegado de Infancia y Juventud de Madrid-. Estamos deseosos de recibir ese testimonio del Señor, y llevarlo a los demás».