El 15 de agosto de 1567, «día de Nuestra Señora de Agosto, a las cinco de la mañana, poco más o menos…», escribió ante notario (al que sacaron de la cama) la madre Teresa de Jesús en su diario de cuentas cuando fundó su nuevo convento renovado fuera de Ávila. Es decir, este pasado mes de agosto las madres carmelitas descalzas han celebrado los 450 años de vida de su monasterio en la histórica villa de Medina del Campo. A los lectores que, como yo, disfrutáis entre las páginas de Alfa y Omega, os animo a entrar en ellas para viajar al siglo XVI y de la mano de santa Teresa vivir un momento histórico.
Si en una tarde de otoño camináis por la calle de Santiago, hoy Santa Teresa, y os animáis a cruzar las puertas del convento, podéis tener la suerte de sorprender, a ambos lados de la reja, el coloquio amistoso de dos lumbreras que iluminaron desde ese siglo hasta nuestros días el mundo de la Iglesia. Ella es la madre Teresa. Tiene 52 años. Acaba de llegar a esta villa donde le han facilitado una casa en estado ruinoso, propiedad de doña María Suárez señora de Fuente el Sol. El joven, Juan de Santo Matía, carmelita, estudia en Salamanca y ha venido a Medina, donde reside su madre, a celebrar su primera Misa junto a ella. Tiene 25 años. Será el futuro Juan de la Cruz. A partir de esta tarde, ambos unirán sus caminos.
La casa convento conservaba en pie un corredor o galería por el que las monjas recibían a la fundadora en los posteriores y numerosos viajes que hizo a su convento de Medina. En carta a su prima María Bautista le ruega la santa que diga a la comunidad «que no me hagan ruido de estos recibimientos y a vuestra reverencia le pido lo mismo, que cierto le digo me mortifican en lugar de darme contento».
Cuando conocí el corredor que ya llamaban de la santa, la sentí viva entrando por él con su airoso y alegre paso. «Yo no conocí a la madre Teresa mientras vivió en este mundo, mas agora, que vive en el cielo, la veo y la conozco en dos cosas que nos dejó de sí: sus hijas y sus libros», esto escribió fray Luis de León, su biógrafo. Nosotros seguimos encontrándonos a la santa viva cada vez que visitamos a sus hijas o abrimos uno de sus libros.
Hoy me animo a presentar a los lectores de Alfa y Omega este histórico acontecimiento que comenzó en la madrugada del 15 de agosto de 1567 en Medina del Campo.