La novedad, la Navidad - Alfa y Omega

Regresamos un poco tarde para Tegucigalpa. Como siempre, las graduaciones se han alargado y la noche cae rápido en Honduras. En el camino de regreso hay una zona de niebla un poco densa que pone riesgo a la vuelta. Venimos contentos, hemos compartido el éxito de la vida en dos comunidades de los niños más pequeños que terminan su grado de Preparatoria –en España, Primaria–. Sus gorros de graduados y los globos en la decoración del aula, junto al olor de las hojas de pino esparcidas por el suelo y maceradas por los pies de los que vamos entrando, dan al ambiente todo el clima de la fiesta y del encuentro.

Hemos realizado todo el ritual: invocación a Dios, canto de las gloriosas notas del Himno Nacional, palabras alusivas al acto, palabras de agradecimiento, poesías y bailes de los graduados con sus trajes típicos, entrega de diplomas y, al final, la comida compartida. Ahora, por ser casi Navidad, hemos comido un nacatamal –plato típico navideño preparado a base de maíz–.

Son los pequeños de la comunidad los protagonistas, los que nos reúnen, nos alegran, y con los que miramos al futuro con esperanza. También vienen los padres, con sus rostros curtidos por el sol y el aire seco de las zonas altas de Honduras en el departamento de La Paz. Las madres, la gran mayoría, llevan su otro hijo más pequeño en los brazos. Algunas lo amamantan allí mismo. Otros jóvenes buscan su sitio para no perderse cada uno de los puntos del acto.

Pero en el ritual saltan las novedades, las sorpresas. Este año han estado presentes todos los niños con discapacidad de la zona. Han sido atendidos y considerados importantes. Nos han alegrado con su presencia y nos han recordado lo diverso de nuestro mundo y lo complementarios que somos todos, con nuestros aportes particulares, en el puzle multicolor de la vida.

Hemos tenido la presencia de un mago, Zaki, que ha llenado de sorpresas nuestro monótono vivir, el tan sabido y conocido día a día. ¡Qué hermosa su presencia invitando a participar en el mágico actuar de todos para hacer la maravilla del crear novedades en nuestro mundo! Cortar y unir cuerdas, varitas mágicas en manos de los niños que hacen que surjan cosas maravillosas en cada juego meticulosamente preparado para admiración y alegría de todos… risas, alegría, unión, fiesta, regocijo.

Antes, la Eucaristía había unido nuestros corazones como una familia con Jesús, pequeño, en un trozo de pan y un poco de vino. Su Palabra se puso como luz en el camino. Las guitarras y los cantos de la comunidad nos hicieron sabernos hermanos.

Bajamos la última cuesta y vemos al fondo las luces de la ciudad de Tegucigalpa. Llevamos en nuestros corazones el gozo de la alegría compartida, de la esperanza, de la fuerza de la Vida. Llega la Nochebuena. Es Navidad.