Madre Esperanza, venerable - Alfa y Omega

Madre Esperanza, venerable

Colaborador
Foto: Agustinos Recoletos

El 14 de diciembre, el Santo Padre decretó la promulgación de las virtudes heroicas de madre Esperanza de la Cruz, cofundadora de las Misioneras Agustinas Recoletas. Es una confirmación por parte de la Iglesia de que la madre Esperanza practicó todas la virtudes de una manera heroica. Desde ahora tiene el título de venerable.

La madre Esperanza nació el 8 de junio de 1890 en Monteagudo (Navarra), hija de Ignacio Ayerbe y María Araceli Castillo. Es la mayor de siete hermanos. A la edad de 26 años entró en las Agustinas Recoletas del monasterio de la Encarnación de Madrid. Y después de 14 años de vivir en el convento de clausura, el 14 de enero de 1931, madre Esperanza deja el monasterio para emprender el nuevo camino hacia la misión; el 19 del mismo mes llegó a Kweitehfu (China). Después de algunos meses de aprendizaje de la lengua china comenzó su apostolado: el cuidado de la niñas de santa infancia, la formación de catequistas, catequesis en los alrededores y pueblos vecinos, visitas a los enfermos, caminatas misioneras en busca de almas para catequizar, bautizar y aliviar, en colaboración con los misioneros agustinos recoletos. Tres años después recibieron el decreto de la Congregación de los Religiosos de agregarse a la Congregación de las Hermanas Agustinas Recoletas de Filipinas. Emitieron nuevamente sus votos religiosos y madre Esperanza fue nombrada superiora de la nueva comunidad en China. Pero al estallar la guerra entre japoneses y chinos, los misioneros tuvieron que dejar la misión. Así, en enero de 1940, madre Esperanza y sus hermanas salieron de China primero para Filipinas y después para España.

Pasaban los años y volver a China se hacía ya casi imposible, de ahí que la Santa Sede concediera el permiso de erección de una nueva fundación el 18 de enero de 1951, con el nombre de Agustinas Recoletas Misioneras de María, que en 1969 se cambiaría a Misioneras Agustinas Recoletas. Madre Esperanza fue su superiora general hasta 1962, cuando renunció por razón de su salud. Finalmente, el 23 de mayo de 1967, estando en Monteagudo, entregó su alma al Creador. Según un testigo, «durante su funeral se respiraba un clima de profundo misticismo y se tenía la sensación de que había muerto una santa».

Misioneras Agustinas Recoletas