Los rastreros - Alfa y Omega

Los rastreros

Javier Alonso Sandoica

Dos han sido las conferencias que el escritor Andrés Trapiello ha pronunciado en la Fundación Juan March de Madrid este mes de diciembre. Dístico de rastreros: así las ha denominado, porque en ellas ha contado lo mucho que sabe de El Rastro. Existe literatura a vuela pluma sobre El Rastro, asuntos que se cuentan en crónicas o novelones, pero cosas de estudio no hay. El libro que Ramón Gómez de la Serna escribiera en 1914 (hablamos de un Ramón jovencísimo) es una ilustración maravillosa del milagro que ocurre en ese mercado en el que los asiduos dicen que sólo se acercan a hablar y mirar, y alguna vez, muy rara vez, cae una perdiz para prenderla al morral. Trapiello tiene en mente un libro futuro, una suerte de estudio de filosofía de las cosas menudas que han pasado por mil manos y son más valiosas que las recientísimas. Algo así decía en su primera conferencia: «La filosofía de El Rastro es toda una filosofía de vida, es el recuento de las cosas que no se van, que llevamos atadas a nuestra vida. Voy a El Rastro con la esperanza de encontrar una respuesta, porque si la hay, tiene que estar entre las cosas viejas, no en las nuevas. En aquellas la respuesta está mejor prendida y asentada. Las cosas nuevas nos llegan cosidas con alfileres. Sacamos mucho más de un fragmento del pasado que de las cosas nuevas, eso que la gente de El Rastro llama “cosas a estrenar”». Y añade más hondura: «Solo vemos aquello que nos mira».

No hemos nacido de las manos de un trabajador que coloca el mismo microchip en la cadena de montaje, sino de un Dios que sopla un aliento diferente sobre cada criatura que llega al mundo. Hay un salmo que me emociona profundamente; afirma que Dios «conoce cada pájaro». No dice que conozca las variedades de frailecillos a bulto, sino a cada uno. Los que vivimos con una mascota sabemos lo que el salmo cuenta, ya que un gato no se parece a otro gato en absoluto. Dios no reagrupa, singulariza, a cada criatura le llueve una sorpresa diferente.

Trapiello citó a Walter Benjamin que en su Libro de los pasajes habla de Baudelaire. El francés decía que el poeta y el trapero van en la misma dirección, porque cogen fragmentos de realidad. Como al trapero, al poeta le cuesta encontrar rimas, y las busca en los rincones oscuros de la imaginación. Las casas de la infancia, los muebles que acariciamos de niños, los amigos, son todas ellas realidades que vienen de lejos, con su rastro…