20 de diciembre: santo Domingo de Silos, el monje desterrado que liberó miles de cautivos - Alfa y Omega

20 de diciembre: santo Domingo de Silos, el monje desterrado que liberó miles de cautivos

El santo riojano levantó de las ruinas el monasterio burgalés que lleva su nombre, pero antes sufrió el destierro por orden del rey de Pamplona

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Detalle de 'Santo Domingo de Silos entronizado como obispo' de Bartolomé Bermejo. Museo Nacional del Prado
Detalle de Santo Domingo de Silos entronizado como obispo de Bartolomé Bermejo. Museo Nacional del Prado. Foto: Museo Nacional del Prado.

«Sennor Sancto Domingo, confessor acabado, / temido de los moros, de christianos amado, / sennor, tu me defendi del colpe del pecado, / que de la su saeta non me vea colpado», rezaba a santo Domingo de Silos Gonzalo de Berceo. Recogía así uno de los principales poetas del Medievo el culto con el que se veneraba en la España reconquistada a uno de sus santos más insignes.

Domingo Manso nació alrededor del año 1000 en la villa riojana de Cañas, que entonces pertenecía al reino de Pamplona. Creció en una distinguida familia venida a menos que, cuando vinieron mal dadas, tuvo que mandar al niño a cuidar el ganado al campo. Los planes de estudiar se frustraron para el joven Domingo, que, en cambio, pudo practicar la caridad abasteciendo de leche y queso a los peregrinos que encontraba caminando hacia Santiago.

No sin esfuerzos, sus padres consiguieron enviarlo a estudiar al seminario y así Domingo pudo ser ordenado sacerdote por el obispo de Nájera cuando tenía 26 años. Tras la celebración, siguió viviendo con sus padres en Cañas mientras trabajaba en la iglesia local como asistente del párroco, pero esa vida tan estrecha y el hecho de seguir anclado a un entorno al que ya estaba más que habituado le espolearon a buscar otro horizonte.

Al año y medio de su ordenación lo dejó todo y se fue como ermitaño a una cueva de la Sierra de la Demanda, donde Burgos se encuentra con La Rioja. «Fueron días de grandes penitencias, de ayunos y privaciones de toda clase, pero fueron sobre todo los días en que vivió más estrechamente unido con su Dios», afirma el benedictino Pablo Gutiérrez en su Vida y milagros de santo Domingo de Silos.

Se cree que el joven pasó en aquella cueva de uno a dos años, hasta que bajó del monte para pedir su admisión en el monasterio de San Millán de la Cogolla. Pronto se ganó la estima de todos y le encargaron la formación de los jóvenes, para nombrarle después prior, en el año 1038.

Poco le duró la dicha al santo, porque apenas dos años más tarde el rey de Pamplona, don García, acudió al monasterio a exigir una fuerte suma de dinero en calidad de derechos reales. «Señor, no puede ser. Es contra todo derecho eclesiástico que los bienes de las casas religiosas estén a merced de sus patronos, y aunque esta sea la costumbre, es un abuso condenado por los concilios», le dijo el prior. «Si el rey hubiera querido, habría podido disponer a su antojo de los bienes del monasterio, pues la fuerza estaba de su parte, pero quería llevar el asunto con apariencia de legalidad y para ello necesitaba la aquiescencia del prior», cuenta el biógrafo del santo. Como Domingo se mantuvo en sus trece, el rey forzó al abad a deponer al prior y desterrarlo.

Bio
  • 1000: Nace en Cañas (La Rioja)
  • 1026: Es ordenado sacerdote por el obispo de Nájera
  • 1038: Los monjes de San Millán de la Cogolla le eligen prior
  • 1041: El rey Fernando I le encarga la restauración de la ermita de Silos
  • 1073: Muere en Burgos, en el monasterio que hoy lleva su nombre

Comenzó así una nueva etapa en la vida del monje. Se refugió en Castilla bajo la protección del rey Fernando I, quien le encargó en 1041 restaurar y ampliar una pequeña ermita en el corazón del reino, que hoy se conoce como el monasterio de Santo Domingo de Silos. Allí su fama de santidad adquirió una dimensión descomunal. En poco más de 30 años logró levantar el germen del edificio actual partiendo de las ruinas que habían dejado las huestes de Almanzor. En lo cultural, creó un scriptorium monástico que transcribió y conservó obras magnas como las Etimologías de san Isidoro. También participó en el año 1055 en el Concilio de Coyanza, que unificó la liturgia en torno al rito romano en lugar del visigótico.

Destacó especialmente como predicador y taumaturgo. En un tiempo en el que la predicación de los monjes se limitaba a los muros del convento, santo Domingo no dudaba en viajar para predicar en pueblos y parroquias bajo la jurisdicción de Silos, e incluso más allá. «Las gentes estaban ansiosas de oír a un santo que con frecuencia autorizaba su predicación con milagros», dice su biógrafo. Así, Pablo Gutiérrez menciona que «muchos fueron los enfermos, ciegos, cojos y lisiados a quienes Domingo curó durante su vida por medio de la oración y, sobre todo, por la celebración de la santa Misa, que era su recurso predilecto».

Singulares son también las historias de redención de cautivos que se le atribuyen tanto en vida como incluso después de muerto. Dice Gutiérrez que hasta finales del siglo XIII se le atribuyeron nada menos que 13.000 liberaciones de cristianos en tierras de moros, logradas con solo invocar su nombre. Domingo murió en otoño del año 1073 y fue enterrado en un discreto sepulcro que hubo que reubicar tan solo dos años más tarde ante el altar mayor de la iglesia, dada la gran cantidad de peregrinos que acudían a rezar por él y que hicieron de la burgalesa Silos, durante muchos siglos, la segunda Compostela española.