70 pasos más cerca del cielo - Alfa y Omega

70 pasos más cerca del cielo

Entre el sábado y el domingo, las 70 diócesis de España inauguraron el Año Santo de la Misericordia e invitaron a los fieles a «salir de la mediocridad» para dar testimonio del amor de Dios

José Antonio Méndez
Sevilla. Foto: EFE/José Manuel Vidal

No una ni dos, ni media docena: las 70 catedrales españolas han abierto este fin de semana las puertas principales de sus naves, para convertirlas durante un año en Puertas Santas donde los pecadores puedan obtener el perdón de sus faltas y gozar de la misericordia de Dios. De Santiago de Compostela a Cádiz, pasando por Soria, Sevilla, Toledo, Valencia, Ciudad Real o Madrid, entre el sábado y el domingo los obispos de toda España cumplieron con el deseo que el Papa Francisco expresó al convocar el Jubileo de la Misericordia: que en todo el mundo, el primer templo de cada diócesis, junto a otros santuarios y basílicas, fuese para los hombres un camino abierto al cielo.

La síntesis de la fe cristiana

En Málaga, monseñor Jesús Catalá aprovechó la apertura de la Puerta Santa para explicar a los fieles que «el término misericordia puede expresar la síntesis del misterio de la fe cristiana, es decir, el misterio de Dios, rico en misericordia, revelado y realizado en Cristo, rostro de la misericordia del Padre y hecho operante de modo permanente por el don del Espíritu». La misericordia de Dios, recordó el obispo malacitano, no es algo abstracto, sino que «se ha hecho visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret: Él es quien nos revela de modo pleno el gran amor y la infinita misericordia de Dios Padre».

Ciudad Real. Foto: M. Cieza

El Jubileo del compromiso…

A casi 800 kilómetros de la ciudad andaluza, en Santiago de Compostela, el arzobispo monseñor Julián Barrio atravesaba la Puerta del Perdón de la catedral compostelana –puerta que abrió con una llave– para reconocer que, «mirando superficialmente, nuestro mundo no está como para alegrarnos. Nuestra sociedad afronta mil problemas: economía de la exclusión, idolatría del dinero, inequidad que genera violencia, pesimismo estéril, mundanidad espiritual, guerras, contaminación y cambio climático, deterioro y degradación social, injusticias…». Un panorama ante el cual la Iglesia propone vivir desde la alegría que nace de la misericordia divina. Aunque, eso sí, «la alegría a la que Dios nos invita exige compromiso moral y social», y por eso monseñor Barrio pidió «actuar ante la miseria bajo todas sus formas», en la misma línea que el arzobispo había indicado en una carta pastoral sobre el Jubileo, en la que propuso «a todas las entidades financieras y comerciales hacerse cargo del costo de un día de las instituciones benéficas que cuidan de los más desprotegidos y olvidados en nuestra comunidad diocesana».

Burgo de Osma. Foto: Diócesis de Osma-Soria

… y el Jubileo del testimonio

Y como en la Iglesia las obras de misericordia nacen de la fe y no de la mera filantropía, otro arzobispo, el de Madrid, monseñor Carlos Osoro, abría la Puerta Santa de la catedral de La Almudena para invitar a todos los católicos a poner en juego el amor de Dios a través del testimonio de la fe: «¡Salgamos de la mediocridad y hagamos salir a todos los hombres de ella! Comunicar el amor misericordioso de Dios es nuestra misión. La nueva evangelización es tomar conciencia del amor misericordioso del Padre para convertirnos también nosotros en instrumentos de salvación para nuestros hermanos. Digamos a todos los que nos encontremos por los caminos que Dios ama al hombre tal como es, con sus limitaciones y sus errores, con nuestros pecados. Y carga con ellos para liberarnos a nosotros de los mismos».

Toledo. Foto: Luna Revenga

La alegría de pedir perdón

Uno de los obispos que más madrugó para abrir la Puerta Santa de su catedral fue monseñor Gerardo Melgar, obispo de Osma-Soria. En el Burgo de Osma, y revestido con la casulla rosa propia del tercer Domingo de Adviento, el domingo gaudete o domingo de la alegría, monseñor Melgar invitó a los fieles a «alegrarnos por la presencia de Dios en medio de su pueblo», pues «alegría es lo que siente Dios cuando nos acercamos como pecadores a recibir su abrazo de perdón». Y puso de manifiesto que en este Año Jubilar, cruzar una puerta santa es el comienzo de un itinerario de conversión que pasa por la confesión: «Hemos de poner en el centro el sacramento de la reconciliación porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia», dijo citando a san Juan Pablo II.

A fin de cuentas, como también explicó el cardenal Antonio Cañizares en una abarrotada catedral de Valencia –más de 3.000 personas asistieron a la apertura del Jubileo–, la iniciativa de este Año de la Misericordia es de Dios: «Abramos de par en par y sin miedos nuestras puertas a Dios, mirémoslo y pongámoslo en el centro de nuestra vida», para «llenar este mundo de la alegría propia del cristiano», con «obras concretas de caridad».