Qué majos nuestros candidatos - Alfa y Omega

Qué majos nuestros candidatos

Pedro J Rabadán

Rajoy cocinando mejillones con Bertín Osborne. Es la imagen de esta campaña y precampaña, cuya línea de separación es casi imperceptible para el votante, salvo porque un día de repente te empapelan la calle con el «vota a quien sea», y porque te obligan a ver siete minutos seguidos de propaganda política camuflada en forma de noticias en las televisiones públicas.

Aunque no se haya atado un delantal y ni tan siquiera se haya remangado un poco, el presidente-candidato se ha puesto manos a la obra. Y con éxito, a juzgar por los resultados de audiencia (25,2 % de share y 4,3 millones de espectadores). Dice que le recomendó ir su mujer, demostrando que una esposa aconseja mejor que cientos de asesores a sueldo. Y se las suele hacer más caso. Rajoy consiguió de un plumazo que se dejara de hablar de su no asistencia a debates de más de dos contrincantes, y ya de paso mostrar un lado íntimo poco conocido tras su figura de gobernante. Decidió comunicar utilizando el poder de la televisión, a pesar de que los periodistas no le gustemos. Ese programa vale más que todos los mítines de campaña juntos.

Ha sido su principal baza para tratar de convencer al 41 % de indecisos que aún tiene España antes del 20D. Son muchos. Y lo preocupante es que en algo están de acuerdo los partidos: en buscar ese voto no decidido en la televisión haciendo y hablando de todo menos de política. Vimos también a Pedro Sánchez con Bertín revelando que bailaba break dance, a Soraya bailando, a Pablo Iglesias tocando la guitarra y a Rivera echando una carrera de karts. Infoentretenimiento. Saben que el voto lo conseguirán si son majos, si caen bien. La popularidad por encima del liderazgo. La imagen por encima del programa.

Y si todos están de acuerdo, quizás es que a muchos españoles no le interesen sus propuestas y voten pensando en otras cosas. La pregunta que puede plantearse entonces es si se da por descontado que las promesas son solo eso, palabras que luego no se van a cumplir. Y debe invitar a una reflexión al votante: ¿en qué piensa cuando elige una papeleta?