Un Año para sentirse perdonados - Alfa y Omega

Un Año para sentirse perdonados

El Año de la Misericordia se extenderá hasta el 20 de noviembre de 2016 y tendrá un sello puramente bergogliano. Será, ante todo, un Jubileo descentralizado, lo que permitirá a muchos fieles evitarse el viaje a Roma

Andrés Beltramo Álvarez
Los papas se saludan antes de la apertura de la Puerta Santa. Foto: REUTERS/Osservatore Romano

Una ofensa a Dios. El Papa no usó medias tintas para estigmatizar a quienes solo muestran a Dios como un juez justiciero. Porque, dijo, antes que el castigo existe la misericordia. Un «misterio de amor» que Francisco subrayó al inaugurar el Jubileo extraordinario dedicado justamente a la misericordia, la mañana de este martes 8 de diciembre en la plaza de San Pedro. Con la apertura de la Puerta Santa quedó inaugurado un año «para sentirse perdonados».

Más de 70.000 personas llenaron la plaza vaticana, a pesar de la paranoia que la amenaza terrorista ha provocado en la capital italiana desde hace días. Aunque las autoridades aclararon que no existe «una amenaza específica», el operativo de seguridad fue imponente. Incluyó desde camiones de bomberos hasta vehículos del Ejército, uniformados de diversos Cuerpos de Policía y carpas de la Cruz Roja.

Desde la noche del lunes 7, las inmediaciones de San Pedro estuvieron cerradas al tráfico. Decenas de vallas metálicas sirvieron para canalizar a los peregrinos, que llegaban ya a primera hora del martes. La amenazante lluvia no detuvo el constante flujo de peregrinos.

La celebración coincidió con dos efemérides: la fiesta de la Inmaculada Concepción y los 1.000 días de Francisco como Pontífice. La primera fue evocada por el Papa en la homilía. Porque la Inmaculada «recuerda la grandeza de Dios» y deja claro que «la historia del pecado solamente se puede comprender a la luz del amor que perdona». «Cuánta ofensa se le hace a Dios y a su gracia cuando se afirma sobre todo que los pecados son castigados por su juicio, en vez de anteponer que son perdonados por su misericordia», señaló el Papa.

E insistió: «Debemos anteponer la misericordia al juicio y, en todo caso, el juicio de Dios será siempre a la luz de su misericordia. Atravesar la Puerta Santa, por lo tanto, nos hace sentir partícipes de este misterio de amor. Abandonemos toda forma de miedo y temor, porque no es propio de quien es amado; vivamos, más bien, la alegría del encuentro con la gracia que lo transforma todo».

El saludo entre los dos Papas

La apertura de la Puerta Santa se convirtió en la postal del día. No solo porque, con ella, quedó inaugurado el Jubileo. Sino sobre todo porque sirvió de excusa para una nueva aparición pública del Papa emérito Benedicto XVI. Y para otra foto del saludo entre los dos papas.

Hacia el final de la Misa, Francisco se dirigió hacia la entrada de la basílica de San Pedro y, antes de posicionarse ante el gran portón de madera y metal, se desvió para saludar a su predecesor. «Es esta la Puerta del Señor. Abran las puertas de la justicia», clamó el Pontífice antes de acercarse a la Puerta Santa y empujarla con ambas manos. Pero la estructura no se abrió inmediatamente. Hizo falta un segundo empujón para que cediese.

Una familia durante las ofrendas de la Eucaristía de apertura del Año de la Misericordia, el martes 8 de diciembre en San Pedro. Foto: APF Photo/Andreas Solaro

Fue Benedicto XVI, con su paso lento, la segunda persona en atravesar la puerta después del Papa. Luego les tocó el turno a cardenales y obispos, antes de permitir el paso a los fieles en general. Una larga fila atravesó la Plaza de San Pedro.

Junto con el Sínodo de los Obispos sobre la familia (celebrado en dos partes entre 2014 y 2015), el Jubileo es uno de los acontecimientos más importantes del actual pontificado. Jorge Mario Bergoglio decidió romper la tradición de los años santos, convocados por tradición cada 25 años, para dejar constancia de lo fundamental que es para él la misericordia.

Su celebración se extenderá hasta el próximo 20 de noviembre de 2016 y tendrá un sello puramente bergogliano. Será, ante todo, un Jubileo descentralizado. No solo existirá una Puerta Santa en el Vaticano. Cada catedral del mundo tendrá la suya propia. Además, los obispos que así lo deseen podrán establecer otras puertas similares. Eso permitirá a muchos fieles evitarse el viaje a Roma, una ciudad ya puesta a prueba por la constante recepción de turistas de todo el mundo.

El programa del Jubileo

Aunque el Papa manifestó su deseo de que el Año Santo sea extremadamente sobrio, ha sido imposible para él evitar una avalancha de solicitudes de actividades públicas y multitudinarias. Eso lo ha llevado a sumar audiencias públicas a los encuentros públicos de los miércoles ya programados. Esto, además de los grandes eventos previstos a lo largo del año.

Se trata de los jubileos de la familia (27 de diciembre 2015), de cuantos organizan las peregrinaciones y sirven en los santuarios (21 de enero de 2016), de la Curia romana (22 de febrero), de los devotos de la espiritualidad de la Divina Misericordia (1 de abril), de los adolescentes (24 de abril), de los diáconos (28 de mayo), de los sacerdotes (1 de junio), de los enfermos y discapacitados (11 de junio), de los voluntarios y operadores de la misericordia (3 de septiembre), de los catequistas (25 de septiembre) y de los reclusos (6 de noviembre).

Pero los momentos más esperados del año son una serie de gestos que cumplirá el Papa y cuya naturaleza todavía se mantiene en la más estricta reserva. Se trata de acciones sorprendentes, que corresponderán a las tradicionales obras de misericordia: dar de comer al hambriento, visitar a los enfermos y a los encarcelados, dar posada al peregrino o vestir al desnudo.

Estos gestos se sumarán a otras medidas tomadas por Bergoglio como el otorgar a todos los sacerdotes del mundo la facultad de absolver el pecado del aborto o enviar a los misioneros de la misericordia, unos 800 clérigos que recorrerán el mundo como testigos especiales de las gracias propias del Año Santo y con la capacidad de perdonar pecados reservados a la Sede Apostólica.