7 de diciembre: san Ambrosio, el gobernador elegido obispo sin estar bautizado - Alfa y Omega

7 de diciembre: san Ambrosio, el gobernador elegido obispo sin estar bautizado

Introdujo en Occidente una forma más espiritual de sumergirse en las Sagradas Escrituras, y con amabilidad y su predicación atrajo a la fe al mismo san Agustín. Ambrosio llegó a ser obispo casi sin quererlo

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
San Ambrosio prohíbe a Teodosio entrar en la catedral de Milán de Anthony van Dyck. Foto: Lluís Ribes Mateu.

San Ambrosio de Milán es conocido porque propició la conversión de san Agustín, pero antes que eso fue un «teólogo de rodillas» de los que alaba el Papa Francisco. Nació en Tréveris en el año 339. Su padre era el prefecto del pretorio de las Galias y se podía decir que buena parte del Imperio romano quedaba bajo su jurisdicción. Su hijo parecía destinado a seguir sus pasos y ser un funcionario de alto rango, y así fue: en el año 372 se convirtió en gobernador de las regiones de Liguria y Emilia, y en un hombre de la máxima confianza del emperador Valentiniano.

En aquellos años, Milán, la ciudad desde donde gobernaba Ambrosio, se encontraba sumida en medio de una controversia teológica. Ocupaba la sede el obispo Auxencio, un arriano al que el emperador Constancio había llevado al episcopado unos años antes. La convivencia con los cristianos ortodoxos no estaba siendo fácil, así que, cuando Auxencio murió en el año 374, la diócesis vivió tiempos tumultuosos… literalmente: arrianos y ortodoxos se arrogaban el derecho a elegir al nuevo obispo, y eso conllevó numerosas discusiones.

En una ocasión en la que los ánimos estaban más que encendidos en la iglesia de Milán donde se tenía que elegir al nuevo prelado, el gobernador Ambrosio decidió pasarse por ahí para conciliar ambas posturas. De repente, en medio de la agitación que reinaba en el ambiente, un niño empezó a decir: «Ambrosio, obispo». Poco a poco, aquella frase se convirtió en un clamor que llenó todo el templo: «¡Ambrosio, obispo! ¡Ambrosio, obispo!».

El gobernador se había criado desde niño en el cristianismo, pero ni siquiera estaba bautizado. Su talante conciliador había atraído las simpatías de uno y otro bando, pero al oír aquel clamor, a Ambrosio solo se le ocurrió huir de la iglesia y esconderse en casa de un amigo. La polémica llegó a oídos del emperador, que vio con buenos ojos que una las principales sedes episcopales del Imperio estuviera gobernada por un buen amigo a quien acompañaba la fama de hombre pacificador y tranquilo: justo lo que necesitaba Milán en ese tiempo. Por eso, a pesar de todas las resistencias que le planteó Ambrosio, al final aceptó, y en menos de una semana fue bautizado y ordenado sacerdote y obispo.

Antes de ponerse en modo obispo, consciente de su incapacidad y de su falta de experiencia, Ambrosio se tomó un tiempo de retiro espiritual en el que aprovechó para formarse en Sagrada Escritura y en la doctrina de grandes teólogos, como Orígenes.

Bio
  • 339: Nace en Tréveris de las Galias
  • 372: Es nombrado gobernador de Liguria y Emilia
  • 374: Es elegido obispo por aclamación popular
  • 387: Bautiza a san Agustín
  • 390: Conmina al emperador a hacer penitencia
  • 397: Muere en Milán

En este sentido, Javier Pérez Más, patrólogo del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón (CRETA), señala que «una de las principales aportaciones de san Ambrosio a la historia de la Iglesia fue su gran conocimiento de la teología griega a través de Orígenes»„ convirtiéndose así «en un puente entre los dos pulmones espirituales de la Iglesia: Oriente y Occidente».

Como enamorado de la Sagrada Escritura, en la que profundizó gracias a su maestro Orígenes, el santo introdujo en la Iglesia latina la meditación de la Palabra de Dios. Con él, la Escritura «no solo era objeto de lectura, sino que se trataba de meditarla y hacerla propia en la vida de cada uno. Así impulsó en Occidente la lectio divina, que era el método que él utilizaba para preparar sus homilías».

Un gran comunicador

Esta forma de hacer viva la Palabra por encima de controversias teológicas llevó la paz a arrianos y fieles a Nicea, y pronto su forma de predicar, su dominio de la dialéctica y la amabilidad que transparentaba atrajeron no solo a los cristianos, sino también a los alejados: el más conocido de ellos, Agustín de Hipona. «Era un gran comunicador —afirma Pérez Mas—, y eso atrajo sobremanera a san Agustín, que era un gran aficionado a la retórica». Ambrosio se convirtió de esta manera «en el instrumento del que se valió Dios para atraer al de Hipona a la fe católica».

En el año 390, el Imperio se había escorado hacia Oriente y el emperador Teodosio llegó a fijar su residencia en Milán. Fue entonces cuando ordenó la matanza de 7.000 personas en Tesalónica como represalia por el asesinato de su gobernador a manos de una turba. Ambrosio entonces le conminó a que hiciera penitencia si quería ser un buen cristiano, y Teodosio estuvo ocho meses sin recibir la Eucaristía por orden del obispo. «Nunca se plegó a las injerencias del poder político y llevó a la práctica la máxima evangélica de “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”», asegura Pérez Mas.

El Viernes Santo del año 397 moría en Milán, la ciudad a la que había entregado la vida, después de decir: «No tengo miedo de morir, pues mi Amo es bueno».