Dos mil años tarde, artistas - Alfa y Omega

Dos mil años tarde, artistas

Lo hizo hace tiempo Javier Krahe, cuando quiso cocinar una imagen de Cristo. Los más recientes han sido Azcona –con el robo y posterior exposición de las Sagradas Formas– y Andrés Serrano…

Rosa Cuervas-Mons
Foto: Rafael Carmona

Lo hizo hace tiempo Javier Krahe, cuando quiso cocinar una imagen de Cristo. Los más recientes han sido Azcona –con el robo y posterior exposición de las Sagradas Formas– y Andrés Serrano –cuya obra Piss Christ (un crucifijo sumergido en orina) vuelve a exhibirse en la Bienal Internacional de Fotografía de Lucca–. Lo de ofender y blasfemar, quizá recurso fácil ante la ausencia de talento, parece ser moda recurrente entre los artistas. Malas noticias para ellos.

Aunque en parte consiguen alguno de sus objetivos –eco mediático y enfado entre los cristianos–, su empeño en maltratar a Cristo es tiempo perdido y llega, además, dos mil años tarde… La reflexión es del gran escritor y periodista Kiko Méndez-Monasterio y, con su permiso, la traigo a estas páginas porque conforta: «Las ofensas a la Virgen las llevo fatal, pero esto… Si ya lo hizo todo Él en la Cruz. Es imposible martirizarse más».

Esta imagen que ven es la del Cristo Sindónico de Juan Manuel Miñarro, una aproximación casi exacta a cómo la ciencia médica describe al hombre de la Síndone. Es la representación de la autopsia de Cristo. Un hombre crucificado, su sangre derramada por la corona de espinas, por los latigazos, por el martirio. En aquel Gólgota estaban ya todos los krahes, azconas y serranos del mundo.

Estábamos todos, porque por todos murió. Ustedes, artistas, pueden insistir en ofender a los cristianos, pero sepan que a Él ya es imposible herirlo más. Mientras continúan los actos de reparación para pedir perdón por la a veces miserable condición humana, ustedes, artistas, vayan pensando en su próxima obra. Tengan presente, eso sí, que difícilmente tendrá hueco en los libros escolares, que siempre será más grato admirar al Cristo de Velázquez que sufrir el martirio anticuado que vomitan sus mentes.