La respuesta a los desafíos del siglo XXI - Alfa y Omega

La respuesta a los desafíos del siglo XXI

Redacción
Jóvenes españoles, durante la Misa de clausura de la JMJ Sydney 2008

Dentro de pocos días, Madrid recibirá una visita histórica. La llegada de Su Santidad Benedicto XVI será la cuarta ocasión, en menos de 30 años, en que esta ciudad abra sus puertas y su corazón a un Papa. Un viaje a Madrid que también realizarán cientos de miles de jóvenes procedentes de los cinco continentes que, con su presencia y sus mochilas llenas de ilusión, conferirán, por unos días, a esta ciudad el título de Capital Mundial de la Juventud. En Madrid nos hemos preparado para superar con éxito ese desafío. Queremos cumplir, incluso superar, las expectativas de todos aquellos que confiaron en nosotros como sede de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud. Con ese fin de garantizar el desarrollo de la misma en las mejores condiciones posibles, desde hace meses estamos colaborando en todo lo posible con los organizadores de esta convocatoria de carácter universal, que tiene como protagonistas a las futuras generaciones de ciudadanos.

Esta ciudad, que atesora un rico y largo pasado como lugar de encuentro, está convencida de que ser anfitriona de esta reunión a la que asistirán jóvenes de numerosos países y razas constituye un momento único para presentarse ante el mundo como una metrópoli abierta y plural, comprometida con la realidad en la que se desenvuelve. En este sentido, somos conscientes de que en la juventud, en su adecuada preparación y en su afán de superación, se encuentra la respuesta y la solución a muchos desafíos a los que se enfrenta el mundo del siglo XXI. Los jóvenes son la mayor riqueza social con la que contamos. Es nuestra responsabilidad intentar que se integren en la construcción de un futuro mejor, conformando un sólido legado sustentado en valores universales como la libertad, la justicia o la solidaridad.

Sabemos de la fuerza de la juventud, de su ímpetu y de su espíritu inconformista. Un potencial al que no podemos renunciar. Muy al contrario. Es nuestra obligación aprovecharlo como instrumento de progreso. Un reto que exige ofrecer a los jóvenes oportunidades que les permitan dar lo mejor de sí mismos, demostrando su responsabilidad y su capacidad para transformar la sociedad en que vivimos. Así nos lo recuerda el propio Benedicto XVI: «Cuando Israel se encontraba en el momento más oscuro de su historia, para socorrerlo Dios no llamó a los grandes y a las personas estimadas, sino a un joven de nombre Jeremías».

Por todo ello, cuando Madrid está a punto de ver satisfecho su sincero y esperado deseo de ser honrada con la visita de Su Santidad Benedicto XVI, no podemos dejar de expresar la sincera alegría que nos despierta saber de su próxima presencia entre nosotros, para presidir la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud. Un acontecimiento que, estamos seguros, pasará a formar parte de lo mejor de la historia de esta ciudad y de la nación a la que sirve como capital: España.