Se quiere abrir la puerta a la eutanasia - Alfa y Omega

Se quiere abrir la puerta a la eutanasia

Redacción

El Proyecto de ley reguladora de los derechos de la persona ante el proceso final de la vida, que el Gobierno remitió a las Cortes el pasado 10 de junio, «deja puertas abiertas a la legalización de conductas eutanásicas, que lesionarían gravemente los derechos de la persona a que su dignidad y su vida sean respetadas». Es una de las conclusiones centrales de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, que, en su reunión de los días 21 y 22 del mismo mes, aprobó una Declaración sobre este proyecto. Aunque los obispos reconocen que se «persigue una finalidad ciertamente positiva», denuncian que el proyecto de ley se fundamenta en «una concepción de la autonomía de la persona, como prácticamente absoluta», que termina «por desvirtuar la intención declarada» de respetar la dignidad de la persona. Más aún, «la indefinición y la ambigüedad de los planteamientos lastran el proyecto en su conjunto», hasta el punto de que los derechos de la persona «estarían peor tutelados que con la legislación actual», en la que se contemplan ya los cuidados paliativos.

Las prácticas eutanásicas a las que se puede terminar dando cobertura son una «posible sedación inadecuada» y el «abandono terapéutico o la omisión de los cuidados debidos», como la alimentación y la hidratación. La consecuencia directa de estas dos prácticas sería la muerte del paciente. Otros problemas que plantea el proyecto en su redacción actual —añade el texto de los obispos— es su «erróneo tratamiento del derecho fundamental de libertad religiosa», en lo relativo a la atención espiritual a los enfermos; y que «ni siquiera se alude al derecho a la objeción de conciencia».

Asimismo, la Declaración de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española vuelve a proponer, como apéndice, un modelo de testamento vital, acorde con la doctrina católica y los derechos fundamentales de la persona. Las personas que suscriben este documento, que es una versión actualizada del que ya ofreció, en el año 2000, la Conferencia Episcopal, piden: «Si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados; que no se me aplique la eutanasia (ningún acto u omisión que por su naturaleza y en su intención me cause la muerte) y que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos».