Asesinados por ser basomi, por rezar - Alfa y Omega

Asesinados por ser basomi, por rezar

En 1964, en pleno Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI canonizó a los mártires de Uganda. Francisco lo conmemorará en Namugongo

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Cinco años después de canonizar a los mártires de Uganda, Pablo VI visitó este país para consagrar el altar del templo que se estaba construyendo en Namugongo en honor de san Carlos Lwanga y sus compañeros (en la foto, el 2 de agosto de 1969). Su intención era «venerar también a todos aquellos que dieron su vida por la fe católica en África». Estos mártires «son nuestros campeones, nuestros héroes, nuestros maestros. Nos enseñan cómo deben ser los cristianos de verdad». Foto: ABC

Uno de los motivos de la visita pastoral del Papa Francisco a África es el 50º aniversario de la canonización de los primeros mártires y santos africanos. Durante su estancia en Uganda Francisco visitará, el sábado, Namugongo, donde se encuentra la basílica dedicada a los mártires de Uganda. Namugongo es el centro de peregrinación más relevante en Uganda y en África oriental. Cada 3 de junio, acoge a más de dos millones de peregrinos.

El martirio de Carlos Lwanga y sus 21 compañeros tuvo lugar al final del siglo XIX. Después de seis años de presencia y evangelización por parte de la Sociedad de los Misioneros de África –conocida como los Padres Blancos–, en esa zona de África oriental llamada la perla de África, ya había una pequeña comunidad cristiana, joven y dinámica.

Tapiz de la canonización. Foto: Misioneros de África

De ella surgió el grupo de los jóvenes mártires ugandeses, católicos y protestantes, que dieron su vida por la fe cristiana entre 1885 y 1887. Estos seguidores de su religión tradicional comenzaron el catecumenado que consistía en dos o tres años de catequesis ofrecida por los misioneros. Se llamaban a sí mismos basomi, es decir, los que rezan. Carlos Lwanga era el líder de los cristianos en la corte del rey Mwanga, que fue el responsable de su muerte. Simpatizante y amigo de los misioneros y de los primeros cristianos, el rey pronto tuvo miedo y recelos de aquella comunidad que vivía unos valores contrarios a sus intereses personales y económicos. De hecho, vio en ella un peligro para su negocio de venta de esclavos.

Por eso empezó a odiar a los basomi, y ordenó dar muerte a los que había en su corte. Kisito, el más joven, solo tenía 15 años, y fue de los más valientes en el momento de morir, «pues los que dan la vida por Dios no tienen por qué temer a nadie», decía. Los testigos contaron que en el lugar de su martirio, mientras era quemados, «no se oía ni un grito de dolor, ni una queja».

Los mártires de Uganda fueron beatificados en 1920 por el Papa Benedicto XV. Su canonización tuvo lugar de la manera más solemne el 18 de octubre de 1964 por el Papa Pablo VI, durante la última sesión del Concilio Vaticano II. Todos los obispos del mundo estaban presentes en la basílica de San Pedro para honrar a aquellos jóvenes africanos de los tiempos modernos que, menos de un siglo antes, habían dado su vida por la fe.

Se sabe que los mártires de Uganda no fueron los primeros santos de África. En los primeros cuatro siglos de nuestra era, las comunidades cristianas africanas de Scilitum, Alejandría, Cartago, Nubia y Etiopia, tuvieron mártires como Perpetua y Felicidad, Demetrio, Clemente… De hecho, las comunidades cristianas han existido durante 2.000 años en África, sin interrupción, hasta los mártires de la época moderna, como Carlos Lwanga y sus compañeros. La mayoría de estos mártires africanos eran laicos y con frecuencia recién conversos.

Juan José Osés y Lázaro Bustince
Misioneros de África