Solidaridad entrelazada - Alfa y Omega

Solidaridad entrelazada

Daniel Izuzquiza
Ilustración: Roger Torres S.J.

Vivimos una crisis de solidaridad y, por tanto, la respuesta ante ella debe ir en la línea de potenciar la solidaridad ante la crisis. Esta es la tesis central del documento Crisis de solidaridad. Solidaridad ante la crisis, que los diversos sectores apostólicos de la Compañía de Jesús en España acabamos de publicar. Dicho así, puede parecer algo casi obvio. Pero el asunto tiene más miga de lo que pueda parecer, como espero mostrar con las siguientes observaciones.

Consideramos la solidaridad como un bien público. No es algo meramente privado, optativo o sentimental. La solidaridad, tal como la entendemos y queremos vivir, es un principio de acción política que puede y debe orientar la estructuración del conjunto de nuestra sociedad. No se reduce a las reacciones puntuales ni se conforma con las migajas de la limosna.

Compromisos concretos

La solidaridad ante la crisis por la que aboga la Compañía de Jesús empieza en el plano personal. Se trata de «hacer una revisión de nuestros estilos de vida, caminando hacia una mayor austeridad, que nos conduzca a vivir más sencillamente para que otros sencillamente puedan vivir».

Ese compromiso personal debe después canalizarse comunitariamente. Es necesario «buscar medios para participar en la vida pública» a través de la sociedad civil. «Necesitamos instituciones intermedias capaces de ser cauce y mediación para la participación en la vida pública», se lee en el documento. Por esa vía se aboga también desarrollar lo que el documento llama «la economía civil», con propuestas como el comercio justo, la banca ética, el fomento de las cooperativas o la compra directa de productos a pequeños agricultores. Por último, en un tercer nivel, se incluye el activismo político para defender un sistema fiscal más equitativo o «una educación universal de calidad».

Todo lo que aparece en estas páginas –aclaran los jesuitas– «brota de nuestro compromiso cotidiano. Detrás de ellas hay muchas horas de atención en el despacho de Cáritas parroquial o de investigación en las bibliotecas universitarias; en grupos de pastoral juvenil y en el confesionario de los templos; en las tutorías con estudiantes de Secundaria o en entidades de acción social. Hay escucha atenta, acogida cordial, acompañamiento fiel, ayuda concreta, estudio riguroso, práctica sacramental, trabajo silencioso, denuncia pública».

De esta «experiencia tan variada» y «desde los valores del Evangelio» brotan unas propuestas que «creemos que tienen cabida en una sociedad plural como la española, en la medida en que no pretendemos imponerlas a nadie, sino solo ofrecerlas para alentar el debate público».

R. B.

La solidaridad, pues, guarda relación con la justicia, con los derechos sociales y económicos y con los instrumentos (jurídicos, administrativos, políticos, técnicos) que la realizan de modo efectivo. Pero, al mismo tiempo, entendemos que la solidaridad es el alma y el corazón del Estado social, aquello que lo mantiene vivo, le otorga legitimidad y le ofrece una base social sólida.

En realidad, entendemos que hay un triple nivel cuando hablamos de solidaridad. En primer lugar, tenemos la solidaridad personal, voluntaria e inmediata, en forma de tiempo, dinero, afecto, cercanía y ayudas concretas. En segundo lugar, constatamos que esa misma solidaridad se traduce en fórmulas organizadas para desarrollar acciones más sistemáticas, sobre todo a través de la sociedad civil organizada. Finalmente, hay formas de solidaridad institucionalizada, cuya plasmación más evidente y fuerte es el Estado social.

Los tres niveles de solidaridad están entrelazados. Esto puede verse con claridad en la respuesta a la crisis europea de los refugiados. Ha habido personas, familias, comunidades y parroquias que, de manera espontánea, han abierto sus casas y sus corazones para acoger a los refugiados. También ha habido respuestas solidarias por parte de la sociedad civil, tanto a través de las ONG más asentadas como a través de redes ciudadanas como #RefugeesWelcome. Pero nada de ello será efectivo sin el real compromiso político de los diversos niveles de la administración europea, estatal, autonómica y local.

Por ello, el documento Crisis de solidaridad. Solidaridad ante la crisis formula una serie de propuestas para promover una ciudadanía comprometida con la solidaridad, un tejido social que la construya y unas políticas públicas renovadas para fortalecerla.