«El barracón era un signo de pobreza» - Alfa y Omega

«El barracón era un signo de pobreza»

Alicia Gómez-Monedero
Interior del barracón de la Parroquia de San Cosme y San Damián con Carracedo de párroco, en una foto de archivo. Foto: Parroquia de San Cosme y San Damián

Las parroquias de San Ambrosio, San Cosme y San Damián, María Mediadora, Patrocinio de San José y Santo Tomás de Villanueva celebraron el domingo sus 50 años de vida «haciendo comunidad con el barrio», como reza el lema de la celebración. Todas ellas nacieron de la parroquia madre, San Pablo, en Vallecas. Allí fue donde Fernando Carracedo comenzó su andadura como sacerdote.

Récord en bodas y bautizos

Antes de la división, la parroquia de San Pablo prestaba servicio a más de 100.000 personas. «Mi récord –recuerda Carracedo– son cuatro bodas en una sola ceremonia y 38 bautizos el mismo día». La parroquia estaba situada en un barrio de chabolas en el que vivían familias de otras provincias, que llegaban a Madrid buscando una vida mejor.

Por aquel entonces, solo había cuatro sacerdotes en la parroquia, y se turnaban para atender las necesidades de los feligreses. «Si tenías cuatro entierros en un día y cada uno en un lugar distinto, ya no te daba tiempo a hacer nada más», cuenta Carracedo. Los días que le tocaba despacho parroquial –recuerda–, el único momento en el que se podía descansar era «cuando entraba el cartero, porque solo venía a dejar las cartas». El resto del tiempo llegaba gente con todo tipo de problemas, y fue ahí «cuando empecé a vivir el Evangelio de verdad, cuando me pregunté: ¿qué haría Jesucristo para responder a estas necesidades?».

Poco después de crearse las nuevas parroquias, Fernando Carracedo fue nombrado párroco de San Cosme y San Damián. A falta de edificios donde establecer la parroquia, se buscaron lugares auxiliares donde prestar los servicios más elementales. «Recuerdo con enorme cariño lo que supuso para San Cosme y San Damián el barracón donde empezó la parroquia. Estaba junto a una vivienda que hicimos guardería para que las madres pudieran trabajar, y los sacerdotes nos fuimos a vivir a un piso», dice.

Fernando Carracedo aterrizó en la parroquia de San Pablo, entonces la única en el barrio de Vallecas, recién salido del seminario. En 1972 fue nombrado párroco de San Cosme y San Damián, una de las nuevas parroquias fundadas para atender las necesidades de una población que crecía por la llegada de inmigrantes de otros lugares de España.

Signos de pobreza

El barracón «comenzó a ser un signo de pobreza que conectaba con la gente del barrio. El cura era uno más, los niños se acercaban y te llamaban por tu nombre, todos te trataban con familiaridad, creyentes y no creyentes», recuerda Carracedo. «A Vallecas le debo lo que soy, me puso en mi sitio, junto a los trabajadores; y así fue como acercamos la Iglesia a todos», cuenta.

Monseñor Carlos Osoro presidió la Eucaristía de celebración de las Bodas de Oro de las cinco parroquias el domingo. En la homilía, el arzobispo de Madrid aseguró que tanto los párrocos como los feligreses de las cinco parroquias han «buscado cómo ser una Iglesia más discípula y más misionera, siendo fieles» a una llamada como la que hace hoy el Papa Francisco «para vivir en una Iglesia que no esté centrada en ella misma», sino que salga a las periferias.

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