René Girard y el politeísmo - Alfa y Omega

René Girard y el politeísmo

Antonio R. Rubio Plo
Foto: AFP Photo/Derric Ceyrac

Si René Girard, fallecido el 5 de noviembre, hubiera leído ciertos artículos tras los atentados de París, habría discrepado sobre el vínculo que algunos establecen entre religión y violencia. En un artículo de Niall Ferguson no falta la referencia a Edward Gibbon, el historiador que relacionó la caída del Imperio romano con el triunfo del cristianismo. El relato de Gibbon de la caída de Roma, destruida por los visigodos en 410, es comparado con las matanzas de París. En ambos casos sería un monoteísmo el que ataca a una religión secular, la de Roma o la de Francia. No se valora que los godos, por su credo arriano, no eran auténticos cristianos, ni que una mayoría de musulmanes no se identifica con el yihadismo.

Girard diría que la comparación no es inocente, pues es apología del politeísmo. El cristianismo preconiza la distinción entre Dios y el César. Es una religión del verdadero yo; un monoteísmo que fundamenta la santidad en la intimidad del creyente. En el politeísmo, el César, el Estado, monopoliza el nosotros. Y aquí habría que preguntarse por qué se extendió el cristianismo en Roma. Patricios, esclavos, extranjeros, sin distinción de sexo, clase o lengua –subraya Girard–, buscaban apartarse de una sociedad donde lo sagrado solía equipararse a la violencia y la mentira. En las sociedades politeístas, los dioses buscan víctimas, chivos expiatorios. Por el contrario, los cristianos fijan su mirada en una Víctima inocente, para detener para siempre la espiral del odio y venganza.

El filósofo denunció la regresión contemporánea hacia el politeísmo, porque separada la fe de la razón y proclamada la muerte de Dios, quedó abierto el camino del retorno para las religiones sacrificiales de la Antigüedad.