En Kirkuk (Irak), musulmanes y cristianos van juntos al cole - Alfa y Omega

En Kirkuk (Irak), musulmanes y cristianos van juntos al cole

María Martínez López
Un grupo de alumnas en el colegio Mariamaná, en Kirkuk (Irak). Foto: AFP Photo/Ahmad Al-Rubaye

«Me gusta mi colegio porque aquí aprendo y juego con mis amigos», cuenta Hamza. Este chico de nueve años estudia en el colegio Mariamana, de la ciudad de Kirkuk, en el norte de Irak. Allí estudian niños de diferentes religiones (musulmanes y cristianos), y distintas etnias (kurdos y árabes). Hay hijos de familias que han tenido que huir de sus hogares por la persecución de los fundamentalistas musulmanes, pero en el colegio las diferencias de religión no impiden que los niños sean amigos. Para los profesores, esto es la mayor prueba del éxito del colegio.

La escuela de Hamza lleva en marcha solo tres años. La abrió el patriarca de los cristianos caldeos de Irak, Luis Sako. En 2012, monseñor Sako era todavía el arzobispo de Kirkuk y trabajaba mucho para intentar reconciliar a los distintos grupos y religiones. Cuando los musulmanes se enfrentaban entre sí, a veces le pedían a él que mediara entre ellos.

Dentro de esta labor de reconciliación, el colegio era fundamental: tener una buena educación es importante para que las los niños aprendan a convivir. De hecho, «hasta los padres de los alumnos se están acercando unos a otros», explica sor Madeleine, la directora. Ella es religiosa dominica, pero entre los profesores también hay musulmanes. Como Dunya, que cuenta que «aquí convivimos tanto los alumnos como los profesores. Los cristianos y musulmanes somos diferentes, pero aprendemos unos de otros».

Desde que nació en 2012, esta escuela se ha convertido en la mejor de la ciudad. El año pasado, todos los alumnos de 6º de Primaria aprobaron con buenas notas el examen para pasar al instituto, y el número de alumnos se ha multiplicado por tres, de 50 a 150. El colegio es privado, pero con precios baratos y becas para los alumnos que no pueden pagarlo. Se mantiene, en gran medida, gracias a la asociación francesa Fraternité en Irak.