El Papa en África, una película de cine mudo - Alfa y Omega

El Papa en África, una película de cine mudo

Muchos asociamos al continente africano aquellas periferias de las que habla Francisco: la periferia de la guerra, del martirio, del neoliberalismo feroz… Pero el Papa también llega a un lugar donde los africanos le mostrarán una humanidad que Francisco no ha visto tan de cerca en el Vaticano

Javier Fariñas Martín

La película The artist se llevó el Óscar a la mejor película en 2011. A la cinta no le hizo falta ni una sola palabra para obtener el más prestigioso galardón cinematográfico de cuantos se reparten en el planeta. Ni una sola palabra.

Si la situación finalmente lo permite (la confirmación no llegará hasta el último momento), Francisco visitará un país en estado técnico de guerra: República Centroafricana (RCA). Será –entre todas las dudas que ahora mismo se ciernen sobre la seguridad del Papa, ya que el país no dispone ni de Policía ni de Ejército propios, y está supeditado a la misión de Naciones Unidas– la tercera etapa de un viaje altamente esperado. Como con la oscarizada cinta, no haría falta ni una sola palabra del Papa en Bangui, la capital, para subrayar lo que Francisco quiere hacer: estar con aquellos que tienen muertos, heridos y desplazados entre los de su entorno [que en RCA es buena parte de la población, ya que hay víctimas de la Seleka y de los antibalaka repartidas por todo el país], y acompañar a aquellos que viven en los arcenes de cualquier atisbo de desarrollo [que en RCA son todos, ya que los ingentes recursos naturales del país –minerales, petrolíferos, madereros– son arrancados por las multinacionales extranjeras sin que redunde en beneficio del país ni de su gente]. Por eso, si Francisco logra llegar y cumplir su programa en Bangui, en la visita a la mezquita de la ciudad –incomprendida incluso para buena parte de la comunidad cristiana, que no entiende que el Papa visite el templo musulmán– y en la apertura de la Puerta Santa y del Año de la Misericordia en la catedral no harían falta palabras. Su sola presencia, la que nadie –nadie, repito– se ha atrevido siquiera a plantearse, se convertirá en el compendio de lo que está siendo su pontificado, el de un Papa que calza las sandalias de un párroco de pueblo.

El anuncio de la visita papal coincidió con unas frustradas elecciones que hubieran puesto fin a la transición que vive el país. En otras circunstancias, no hubiera tenido que ser Catherine Samba-Panza la presidenta que acogiera a Francisco, pero las actuales condiciones de RCA no permiten aventurar nada más que el sol sale por oriente y nos deja, al final del día, por occidente.

Kenia y Uganda

Kenia y Uganda muestran otro perfil y algunas coincidencias. El primero de ellos es uno de los países descollantes del este africano, con una economía y un sistema democrático que se afianza después de la crisis poselectoral de 2007 y 2008 que se cobró más de 600 víctimas y provocó la huida de unos 250.000 kenianos a la vecina Uganda. Ahora uno de sus grandes retos pasa por la seguridad, después de que el grupo terrorista Al-Shabaab haya fijado Kenia como uno de sus objetivos recurrentes en respuesta a la intervención del Ejército keniano en la misión africana de pacificación de Somalia. El tinte radical islamista de Al-Shabaab, autor del ataque contra el West Gate en Nairobi y del asesinato la pasada primavera de cerca de 150 alumnos en la Universidad de Garissa, puede comprometer la convivencia entre las diferentes confesiones que cohabitan en el país. Será, sin duda, uno de los aspectos que Francisco tendrá en cuenta en sus discursos.

Y Uganda, que fue el primer país africano que acogió a un Papa, a Pablo VI en el verano de 1969. El país, que ha sufrido la guerra y la violencia del Ejército de Resistencia del Señor, capitaneado por el ahora olvidado Joseph Kony, es tierra probada también en el dolor. Ahora que nos hemos olvidado de las niñas secuestradas en Chibok (Nigeria) por Boko Haram, conviene recordar que Aboke sufrió hace décadas el secuestro de varias jóvenes, algunas de las cuales fueron liberadas gracias al empeño de las misioneras combonianas presentes en la zona.

Si muchos, por ese juego de tópicos que nos barniza, asociamos al continente africano aquellas periferias de las que habló Francisco en el inicio de su pontificado, comprendemos que a finales de noviembre llega físicamente a pisar algunas de ellas. La periferia de la guerra, del martirio, del neoliberalismo feroz… Pero también llega a un lugar donde los africanos le mostrarán una humanidad que Francisco no ha visto tan de cerca en el Vaticano en estos años que lleva de pontificado.