Un mensaje para toda la vida - Alfa y Omega

Un mensaje para toda la vida

Redacción
Benedicto XVI, con periodistas durante el vuelo de su primer Viaje a Estados Unidos, el 15 de abril de 2008

Más allá del pragmatismo
Carlos Dávila, director de La Gaceta

La JMJ es una excelente ocasión para demostrar que los jóvenes de todo el mundo se mueven por iniciativas más saludables que el puro pragmatismo social que propugna la izquierda. Es también una ocasión óptima para reivindicar los valores morales y religiosos que defiende y pregona Benedicto XVI.

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Una propuesta valiente
Juan Rubio, director de Vida Nueva

Benedicto XVI se encontrará con jóvenes de todo el mundo, en Madrid, en momentos en los que la juventud necesita del aliento y la esperanza que les devuelva la fuerza, para seguir construyendo un mundo más humano. Con jóvenes de los cinco continentes, Benedicto XVI cruzará la Puerta de Alcalá, invitándolos a adentrarse en la aventura del Evangelio, con una propuesta valiente en la mano. Una propuesta de vida. Arraigados en Cristo, firmes en la fe. Y allí plantarán un olivo, gesto de una civilización de paz y de amor. Habrá en estos días una fuerte dosis de ilusión y vida. ¡Adelante! El miedo no es propio de la juventud. Cinco grandes arcos. Un arco para cada continente. En ese momento, el Papa, tan amante del arte y del simbolismo, puede señalarles a los cinco jóvenes que lo acompañarán en el camino, las imágenes de los ángeles que coronan el arco, las cuatro virtudes que se enseñorean en lo alto, cuatro virtudes que los jóvenes han de labrar: fortaleza, justicia, templanza y prudencia. Esta Visita servirá para confirmar en la fe a los jóvenes.

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Esto no es una utopía
Isabel Molina, directora de Misión

España recibirá uno de los mayores regalos espirituales de su historia, remota y reciente. Un manantial de gracia cruzará el corazón de Madrid, y de su paso se hará eco el mundo. Dos cosas me gustaría ver en esta JMJ. La primera, que todo el que pueda, aunque sea sólo por curiosidad, se una a esta gran fiesta de la juventud católica del mundo. Que no se quede sentado en el sillón de su casa, y se acerque a los jóvenes y al Papa. Después de vivir una JMJ, nadie se queda indiferente ante la fuerza universal de la fe. Lo segundo, que quien pueda colabore para hacer la estancia de los jóvenes más significativa. Que los acoja con cariño, para que se sientan en Madrid como en su casa. Al recibir esa acogida, lo que ocurra a cada joven que pase por Madrid se marchará con él, y será un impulso para provocar una revolución silenciosa de amor, en el mundo entero. De lo realmente importante se encarga la gracia de Dios, a través de la presencia vivificadora de Cristo, en la persona del Santo Padre. Seguro que muchos que llevan horas incontables pidiendo, buscando y llamando, recibirán respuestas. No es una utopía. Algo grande ocurrirá este agosto en España.

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Sembrar, sembrar mucho
Darío Chimeno, director de Mundo Cristiano

Es común en muchos santos que lleven a cabo empresas que superan en el tiempo, espacio y finalidad a las acciones concretas que realizan. En el caso de Juan Pablo II, una de esas empresas fueron las JMJ. La proyección que este evento tiene para la pastoral del país en que se celebra es muy importante. El reflejo que tiene en la sociedad y su implicación de todos los agentes sociales -desde la clase política hasta la empresarial, pasando por la intelectualidad- es como si soplara un nuevo aire, como si los pulmones se hincharan de veras. Las JMJ son un regalo. No es una idea excelente, como si se tratase de una genial ocurrencia: son instrumentos queridos por la Providencia para sembrar muchas, muchas semillas. Las semillas son pequeñas, crecen de manera invisible. Son depositadas en el corazón de un hombre o mujer. Y luego crecen, y crecen. De la JMJ, espero que esas semillas lleguen a todas las personas que la Providencia tiene pensado que germinen. Y en eso, lo único que podemos hacer es no estorbar. Sobre todo, apoyar con nuestra oración cristiana —mucha, mucha— para que la cosecha sea excelente.

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Evangelización total
Jesús de las Heras, director de Ecclesia y de Ecclesiadigital

La Iglesia necesita a los jóvenes, y los jóvenes, a la Iglesia, porque la Iglesia es el sacramento y la prolongación de Jesucristo, el Camino, la Verdad y la Vida, el amigo de todos, el amigo de los jóvenes. Es más, la Iglesia quiere a los jóvenes, y los jóvenes han de descubrir ese amor de la Iglesia hacia ellos. Esta máxima, este mandato y designio del Señor es el objetivo fundamental de toda la acción pastoral de la Iglesia —su razón de ser— y, por supuesto, también de las JMJ y de esta JMJ. Fiesta, música, movida, amistad, cultura, arte, diversión, oración, confesión, vocación, misión… Todo esto y mucho más es una JMJ. Y esto es evangelización, un inmenso, un descomunal esfuerzo en pro de la evangelización. Por eso, mi expectativa es que los jóvenes perciban el amor que hacia ellos tiene la Iglesia, el amor y la amistad que les tiene Jesucristo. Y una vez que se perciba ese amor, esa amistad, lo demás se dará por añadidura, incluidas las vocaciones sacerdotales, consagradas y laicales que necesitamos todos. Todos, no sólo la Iglesia, sino también la sociedad, a menudo huérfana de valores verdaderos y de vidas dedicadas al bien y a los demás. Con palabras de Romano Guardini, que ha hecho suyas el cardenal Rouco: Un acontecimiento de extraordinaria trascendencia ha comenzado.

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Al encuentro de cada uno
Carmen Giussani, directora de Huellas

¿Qué espero de la JMJ? Todo. Porque esperar menos que todo sería como ponerle puertas al campo, esto es, ponerle un límite a Cristo, al Misterio de Dios que sale en busca de sus criaturas, que las llama por su nombre a cada una, personalmente. En la capilla de la Conferencia Episcopal Española hay un mosaico que expresa muy bien lo que espero de la JMJ: en una barca, que es la Iglesia, hay doce pescadores (los obispos). Once de ellos miran asombrados la red llena de peces, sin embargo, uno mira hacia arriba, a la paloma del Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo que obra maravillas. En la barca, con ellos, está Cristo, sentado en la popa, agarrando firmemente el timón. Y, con su mano izquierda metida en el agua, el Señor empuja discretamente, amorosamente a un pececillo que todavía no ha llegado. Le acompaña para que vaya él solito, de las aguas amargas del sinsentido a la aguas del Bautismo, a las aguas que redimen todo lo que es verdaderamente humano. Esto es lo que yo espero de la JMJ: tener ojos para ver esta iniciativa del Misterio que alcanza la vida de tantos jóvenes ,a través de la belleza y de la inteligencia de la fe, encarnadas en el testimonio de la vida cristiana. Y así decir después: «Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente».

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Revitalizar la vida cristiana
José Gabriel Vera, director del Secretariado de Medios de Comunicación de la CEE

De esta Jornada Mundial de la Juventud se pueden esperar, al menos, los mismos frutos que en las otras ediciones: una revitalización de la fe y de la vida cristiana, una nueva movilización de los cristianos más jóvenes, la extensión de una mayor conciencia de pertenencia a la Iglesia e, inevitablemente, un aumento significativo de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, a medio plazo. La ventaja es que, esta vez, será España el principal beneficiado de la Visita del Santo Padre Benedicto XVI. De hecho, ya se está dando una movilización de jóvenes, voluntarios, familias de acogida, parroquias y movimientos que redundará en el bien de la Iglesia española y de todos los que viven cerca de la Iglesia.

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Hay que dejar actuar a Dios
Marta Lago, corresponsal de L’Osservatore Romano

Cada JMJ es una oportunidad de vivir, reavivar y compartir la fe. Por tanto, una ayuda inestimable para afrontar cada circunstancia, personal o comunitaria, con realismo y esperanza. Y como el Espíritu hace nuevas todas las cosas —también cada JMJ—, es importante que cada joven llegue con apertura de inteligencia y corazón, con la capacidad de dejarse sorprender. Deus facit, homo autem fit, dice la Patrística: Dios hace, el hombre se dejar hacer. Dejando actuar a Dios, veremos una fe que mueve montañas.

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Insumisión y santa rebeldía
Esteban Munilla, director de Radio María España

La JMJ es un tiempo de gracia que se puede medir por los frutos que ya ha dado. Pero hay algo que me impresiona, ya que este encuentro se vive en torno al Santo Padre, y a una Cruz peregrina que ha pasado por todas nuestras diócesis. Una Cruz que lleva más de 26 años de peregrinación, y que ha conocido muchas páginas de la Historia. La experiencia de la vida, a la luz del Evangelio, nos ha enseñado que no era verdad que la religión fuese el opio del pueblo. El opio del pueblo es otro: el materialismo, una droga que crea una adicción tan grande, que nos impide ser libres, e incluso nos impide conocer a Dios, y hasta a nosotros mismos. Que quede claro: el materialismo estaba a los dos lados del telón de acero, en Oriente y en Occidente, en el marxismo y en el capitalismo. La verdadera droga que nos impide ser libres y maduros es el materialismo: la tentación del dinero, el consumismo, la tiranía de la moda, las envidias y codicias, el uso de los demás para nuestro provecho… Y el materialismo esconde una gran mentira: el hombre no es feliz con la mera satisfacción material de sus necesidades. Hay gente tan pobre que sólo tiene dinero. Cuando tenemos un corazón materialista, rápidamente aflora en nosotros la amargura y terminamos condenados a la infelicidad. Por eso, esa Cruz es un signo de santa rebeldía y de insumisión, frente al materialismo. Jesús nos dijo: No sólo de pan vive el hombre; y: ¿De qué te sirve ganar el mundo entero si pierdes tu vida? Son muchos los jóvenes que en estas Jornadas, en torno al Papa y a esa Cruz, han entendido esto.

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El espectáculo de la Verdad
Manuel María Bru, director de El Espejo, de COPE

Los grandes espectáculos de la Providencia, cuyo guión nos transciende, tienen siempre una doble puesta en escena que, también doblemente, sorprende y conmueve. En la puesta en escena exterior, este espectáculo sorprenderá a cercanos y lejanos, y sólo quienes se tapen los ojos dejarán de admirarse ante un mundo unido por jóvenes que, porque creen, construyen un presente y un futuro indeciblemente mejores. Y sólo quienes, además de los ojos, cierren su corazón, dejarán de conmoverse ante la belleza con que nos visita la esperanza. Y en la puesta en escena interior, esa que vivirá —unido al sucesor de Pedro— cada uno de los jóvenes, la sorpresa, la admiración, puede ser tan honda que perderíamos el tiempo intentando medir sus frutos. Y aunque los veamos a raudales, no nos tocará a nosotros cosecharlos. Nos basta con dar gracias a Dios por haber contribuido, como hacía san Isidro, en su siembra, que, antes que nuestra, lo ha sido de los santos y los ángeles, a quienes sí les está permitido ver ese espectáculo interior de las almas.

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Necesidad de encuentros
Jaume Aymar, director de Catalunya Cristiana y Radio Estel

La JMJ de Madrid se inscribe en un proceso que parte de Sídney y que va a tener continuidad. Los jóvenes cristianos han nacido en la era digital y están habituados a las nuevas redes sociales. Gracias a ellas, establecen relaciones con jóvenes de todo el mundo. Pero las relaciones virtuales tienen que ser complementadas con los encuentros presenciales. De ahí la importancia de la JMJ, ámbito de encuentro y de oración, de celebración y de reconciliación. Espero de ella una nueva primavera para la Iglesia en Europa.

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Dios está de moda
Gabriel Revuelta, director de la editorial Ciudad Nueva

La JMJ será una gran fiesta, el maravilloso testimonio de fe de miles de jóvenes que quieren vivir en comunión con Jesús. Y quién mejor que Benedicto XVI para sumergirles en la plenitud de la Vida, en la belleza del Amor; y a cuantos Le conocen y a los que no, invitarlos a vivir en profundidad, no vivir para sí mismos, sino al servicio de los demás. La JMJ, en esta sociedad secularizada y relativista, será una ocasión de testimoniar que Dios está de moda, que tiene una palabra que decir a todos los jóvenes, a todos los hombres, en este momento de la Historia.

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Felicidad completa
Álex Rosal, presidente del Grupo Libres

Muchos de los jóvenes que vayan a la JMJ 2011 descubrirán una nueva forma de vivir su fe. Algunos acudirán a Madrid con la sensación de que el catolicismo es una mochila cargada de compromisos morales, que supone un peso que hay que soportar. Otros, que el cristianismo supone una carrera para ganarse el cielo, con las fuerzas que uno tiene como único soporte. También habrá jóvenes desencantados con la vida y con Dios, que acudirán con la sensación de que Cristo es un personaje del pasado, que no vive con nosotros. La JMJ va a ser un ámbito para que la mayoría de los peregrinos descubran que el catolicismo no es tanto una religión, cuanto el seguimiento a una persona que se llama Cristo. Si el joven que venga a Madrid tiene un encuentro con Cristo, de persona a Persona, de esos que te dejan noqueado, como el de san Pablo, nada de lo que le ofrezca el mundo será comparable a lo que Dios da. Las cosas del mundo se juzgarán basura ante el gozo de comprobar que Cristo colma todos los deseos de felicidad. Amigo peregrino, permíteme un consejo: pide con fe que entre el Espíritu Santo en tu persona y vivirás cómo el Señor sana tus heridas y transforma tu corazón. Y, después, testimonia a los demás el milagro que Dios ha obrado en tu persona.

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Que se encuentren con Jesús
José Antonio Martínez Puche, presidente de Edibesa

Hay quienes enfocan la JMJ desde el punto de vista económico (si cuesta mucho o poco a las empobrecidas arcas de España, o si es rentable), o desde el prisma sociológico (cuántos acudirán). Son opciones lícitas, pero no dan en la diana. Sólo desde la perspectiva de la fe se pueden esperar frutos de vida de la JMJ: el mismo Jesús que llamó a jóvenes discípulos en la orilla del lago de Galilea, y se quedaron con Él, los convoca ahora a orillas del Manzanares, y espero que muchísimos jóvenes del mundo se encuentren con Jesús, orienten su vida según sus criterios, se dejen querer por Él y se queden con Él, el único amigo que no defrauda. La JMJ no acaba en Madrid, sino en los lugares de origen, donde los que participen serán testigos de Cristo ante sus amigos jóvenes.

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Esperanzas de mejora
Pablo Sánchez, director de marketing de la editorial Palabra

Recibir al Vicario de Cristo en tu ciudad y en período estival es una ocasión especial: miles de jóvenes de los cinco continentes unidos por su fe. Espero que el buen ambiente y la alegría que suele llenar estas jornadas repercuta en mejorar el clima actual en España, abocada a salir en los medios sólo por su desajuste económico. Muchos españoles están resignados a la crisis, sin albergar esperanzas de mejora. Los últimos movimientos sociales han despertado a jóvenes (y no tanto) con un sentimiento encontrado de indignación y deseos de aportar a la sociedad. La Visita de Benedicto XVI debe servir para canalizar esos sentimientos y encontrar sentido a las preguntas que nos hacemos a diario. La JMJ proporciona a Madrid una proyección internacional similar a los Juegos Olímpicos que no se debe desaprovechar. Los que asistamos en vivo a la JMJ, o recibamos su mensaje través de los medios, estamos llamados a ser motor y empuje de las palabras del Santo Padre.

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Lo que cambia la vida
Santiago Herráiz, director general de ediciones Rialp

A la gente le gusta recibir la visita de su padre de vez en cuando, salir a pasear con él y escuchar sus opiniones experimentadas: disfrutar con él, acompañarlo y escucharle. Lo primero y lo segundo es bien fácil, pero lo tercero es lo que te cambia la vida. Eso es lo que espero de la JMJ.

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Contagiar los ideales
Manuel Cruz, de Análisis Digital

Lo que espero de la JMJ es muy simple: que los jóvenes católicos sepan contagiar sus ideales, su fe, su esperanza y su amor a quienes no han tenido oportunidad de conocer a Cristo y no han encontrado todavía un sentido a sus vidas.