Beato padre Michal Czartoryski, el dominico de la sonrisa serena - Alfa y Omega

Beato padre Michal Czartoryski, el dominico de la sonrisa serena

Aleteia

Los heridos rogaban: enfermera, por favor pídale al padre que se acerque. El estallido de la sublevación de Varsovia encontró al padre Czartoryski en Powiśle de camino al oculista. No pudiendo regresar al monasterio por los combates, se detuvo en la casa de una familia amiga, los Kasznica, quienes le dieron refugio.

Ya en el segundo día de su estadía informó al comando de la III Agrupación del AK Konrad sobre su disponibilidad de ejercer el ministerio sacerdotal. Inmediatamente fue nombrado capellán de la Agrupación y comenzó su trabajo pastoral en la Iglesia de Santa Teresa en Powisle. Sobre su cuidado también recayó la zona de hospitales, incluyendo el más grande, que se encontraba en el sótano de la antigua empresa Alfa-Laval.

Vestido siempre con su hábito blanco estaba en todas partes. Se mantuvo constantemente al servicio de los otros, pasando horas oyendo las confesiones de los insurgentes y de los civiles y llenando sus almas, con su propia serenidad.

En aquellos días dramáticos el padre Michal ni por un momento perdió el equilibrio y su sonrisa serena. Allí, donde todos pensaban en sí mismos y en su propia supervivencia, el particularmente se preocupaba por los heridos, dispuesto ante cada uno de sus reclamos.

La doctora María Irena Skowronska recuerda: estábamos muy contentos de que él estuviera con nosotros. Nos sentíamos con él menos solos y más seguros. A menudo los heridos rogaban: enfermera, por favor pídale al padre que se acerque.

Con su tacto y su bondad desarmaba los conflictos que estallaban. Cuando hablaba, sus palabras infundían esperanza a todos. Él era increíblemente modesto y nunca quería que le prestaran atención a sí mismo. Preparo a muchos para la muerte y a otros sepulto entre los escombros. Daba esperanzas y conducía hasta la gracia de Dios.

En la noche del 5 al 6 de septiembre, los destacamentos insurgentes se retiraron desde Powisle hasta Srodmiescie. Junto con los grupos en retirada también fueron evacuados los heridos leves. Frente a las difíciles condiciones de transporte, los insurgentes dejaron en el hospital Alfa-Laval a los heridos más graves. En total eran once personas.

El padre Michal, a pesar de que era consciente de una muerte inevitable, a todos aquellos, que le instaron a evacuarse, respondió con firmeza, que no iba a dejar el hospital ni al resto de los pacientes. Llego hasta el hospital el profesor Stanisław Kasznica con su familia y le rogaron que se vista de civil y los acompañara.

«Recuerdo cómo se sonrió mansamente y dijo, que él no se iba a quitar el hábito y que no iba a abandonar a los heridos» (Eleonora Kasznica).

Los alemanes cuando ocuparon el hospital consideraron como enemigos a los heridos que estaban allí. El padre conservaba su serenidad y oraba.

Aproximadamente a las 13 horas los alemanes evacuaron del hospital a todas las enfermeras. Solo quedaron los heridos y el capellán. Una media hora después el religioso y los heridos fueron asesinados. Los alemanes obligaron a cierto trabajador a retirar del sótano los cuerpos de los asesinados, que luego fueron quemados en una barricada cercana.

El 13 de junio de 1999 fue beatificado por San Juan Pablo II en el grupo de los 108 mártires polacos victimas del nazismo.

Gerardo Rodríguez / Aleteia