El obispo de Ávila anima a los padres a enseñar a rezar a sus hijos - Alfa y Omega

El obispo de Ávila anima a los padres a enseñar a rezar a sus hijos

Monseñor García Burillo ha dedicado su mensaje semanal a incidir en la importancia de los padres como educadores y transmisores de la fe a los niños, con una clara petición que se recoge desde el mismo título: Padres, enseñemos a rezar a nuestros hijos

Diócesis de Ávila

Recogiendo las palabras del recientemente clausurado Sínodo de las Familias, en el que se señalaba la importancia de que los padres «se involucren activamente en el camino de preparación para los sacramentos de la iniciación cristiana, en calidad de primeros educadores y testimonios de fe para sus hijos», el obispo de Ávila destaca esa «especial misión» de los progenitores en la Iglesia, y considera que «en cierta manera están asumiendo el papel de guías espirituales de sus propios hijos y son para ellos sus primeros catequistas».

Se pregunta el obispo por qué en muchas familias no se reza hoy en día, y alude a «las prisas, las distracciones y la falta de hábito» como principales causantes de esta situación. Destaca, asimismo, las reveladoras palabras del Papa Francisco: «nos hemos acostumbrado a vivir en una sociedad que ha olvidado a Dios, donde los padres ya no enseñan a los hijos a rezar ni a santiguarse. Yo os pregunto: vuestros hijos, vuestros niños, ¿saben hacer la señal de la cruz? ¿Se lo habéis enseñado? ¿Saben rezar el Padrenuestro? ¿Saben rezar a la Virgen con el Ave María? Pensad y responded en vuestro corazón. Este habituarse a comportamientos no cristianos y de comodidad nos narcotiza el corazón».

Para ello, monseñor García Burillo invita a los padres a iniciar ese camino de acompañamiento en la fe a sus propios hijos. Y, para ello, destaca dos pasos a seguir.

En primer lugar, «que los hijos vean a sus padres rezar. Sólo así el hábito de oración surgirá en ellos con naturalidad», ya que, según señala, «los niños aprenden por imitación», por lo que «los padres deberán enseñar a rezar a sus hijos, antes que con las palabras, con su testimonio de vida, dando ejemplo y siendo testigos de Cristo resucitado. El proceso de imitación que tienen los hijos respecto de sus padres hará el resto».

En segundo lugar, rezando cada día con los niños, ya que «un ratito de oración antes de acostarse para dar gracias a Dios por el día que acaba, o al levantarse para pedirle que bendiga una nueva jornada, puede ser el comienzo de la vida de oración. Existen oraciones sencillas con las que todos hemos aprendido a rezar. ¿Quién no recuerda “Jesusito de mi vida”, o “Cuatro esquinitas tiene mi cama”? Es la prueba de que la oración queda grabada en la experiencia de los niños como algo gratificante, que pertenece a la vida de la familia, como reunirse, hablar, reír, discutir o divertirse».

Termina su carta el obispo de Ávila dando ánimos a los padres en esta «hermosa labor» de enseñar a rezar a sus hijos, lo cual considera que se convertirá en «el mejor legado que podéis dejarles».