El Papa pidió en Prato ¡trabajo digno! para cada ser humano - Alfa y Omega

El Papa pidió en Prato ¡trabajo digno! para cada ser humano

Antes de llegar a Florencia, este martes 10 de noviembre, con motivo del V Congreso Eclesial de la Iglesia italiana, el Papa Francisco celebró un encuentro con el mundo del trabajo en la Plaza de la Catedral de la cercana localidad de Prato

RV
Foto: AFP Photo/Andreas Solaro

Tras saludar con afecto a los numerosos presentes reunidos desde el alba en espera del Sucesor de Pedro, Francisco dirigió un pensamiento especial a quienes no habían podido estar físicamente en ese lugar, es decir las personas enfermas, ancianas y quienes se encuentran en estado de detención. Y afirmó:

«He venido como peregrino –un peregrino de paso, ¡eh! Poca cosa, pero al menos está la voluntad– (he venido) a esta ciudad rica de historia y de belleza, que a lo largo de los siglos ha merecido la definición de “ciudad de María”. Son afortunados, ¡porque están en buenas manos! Son manos maternas que protegen, siempre abiertas para acoger. También son privilegiados porque custodian la reliquia del “Sagrado Cinturón” de la Virgen, que acabo de venerar».

El Santo Padre Francisco dijo también que la sacralidad de cada ser humano requiere para cada uno respeto, acogida y un trabajo digno. Y añadió de modo espontáneo al discurso que había preparado los siguientes conceptos:

«¡Trabajo digno! Me permito recordar aquí a los cinco hombres y a las dos mujeres de ciudadanía china muertos hace dos años, a causa de un incendio en la zona industrial de Prato. Vivían y dormían dentro del mismo galpón industrial en el que trabajaban: en una zona se había recabado un pequeño dormitorio de cartón y cartón piedra, con camas superpuestas para aprovechar la altura de la estructura… ¡Es una tragedia de la explotación y de las condiciones inhumanas de vida! ¡Y esto no es trabajo digno!».

El Papa Bergoglio también destacó que la vida de toda comunidad exige que se combata totalmente el «cáncer de la corrupción, el cáncer de la explotación humana y laboral y el veneno de la ilegalidad». Por esta razón, el Santo Padre exclamó «dentro de nosotros y junto a los demás jamás nos cansemos de luchar por la verdad y la justicia».

Hacia el final de su alocución el Pontífice animó a todos, y especialmente a los jóvenes que durante toda la noche habían realizado una vigilia de oración a no ceder jamás al pesimismo y a la resignación:

«¡Gracias, gracias! Animo a todos, sobre todo a ustedes, jóvenes, a no ceder jamás al pesimismo y a la resignación. María es aquella que con la oración y con el amor, en un silencio activo, ha transformado el sábado de la desilusión en el alba de la resurrección. Si alguien se siente fatigado y oprimido por las circunstancias de la vida, confíe en nuestra Madre, que está cerca y consuela ¡porque es Madre! Siempre nos anima y nos invita a tener confianza en Dios: su Hijo no traicionará nuestras expectativas y sembrará en los corazones una esperanza que no decepciona. Gracias».

María Fernanda Bernasconi / RV