«Tengo que salir a buscar a la oveja perdida» - Alfa y Omega

«Tengo que salir a buscar a la oveja perdida»

Monseñor Carlos Osoro recibió el domingo el palio arzobispal de manos del nuncio, monseñor Renzo Fratini, en una Misa en la catedral de la Almudena

Ricardo Benjumea

El buen pastor debe cuidar a las ovejas del redil, sin olvidar que su misión es salir a buscar a las de fuera. Este fue el mensaje central del arzobispo de Madrid al serle impuesto el palio arzobispal el domingo en la Almudena. Concelebraron el cardenal Rouco, arzobispo emérito, y los demás obispos de la provincia eclesiástica (Madrid, Getafe y Alcalá), además del secretario general de la CEE, (José María Gil Tamayo); el arzobispo de Sucre (Bolivia), monseñor Jesús Juárez, y el observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Bernardito Auza.

Al inicio de la Misa, monseñor Fratini resaltó que «el palio es una insignia que recuerda a Cristo Buen Pastor, que lleva sobre sus hombros la oveja que sale a buscar». El nuncio agradeció, en este sentido, el impulso que ha dado Osoro a la evangelización en Madrid para «acercar a todos a Jesucristo, rostro de la misericordia».

El recordatorio de la Comunión

Tras recibir el palio de manos del nuncio, monseñor Osoro resaltó la simbología de este objeto de lana, que le pone frente a su responsabilidad como arzobispo de «apacentar a todos los hombres y de manera especial buscar a la oveja perdida».

El arzobispo compartió recuerdos personales en su homilía, como el recordatorio de su Comunión, que aún lleva en su Breviario, con la imagen del niño Jesús con un cordero en brazos. La imagen le ha recordado siempre que «a todos los hombres los tenía que tener en mis brazos sin exclusión».

De ese recordatorio pasó Osoro al de su ordenación sacerdotal, con la imagen del Buen Pastor. «Me hizo ver que el Señor quería de mí que le prestara la vida para llevar con Él a los hombres sobre mis hombros», a «los que ya están en el redil» y a «los que ya se marcharon» o nunca estuvieron. A unos y otros, el deseo de Dios «es que los lleve en mis hombros y que gaste mi vida aquí en Madrid» con ellos.

Tradicionalmente, la imposición del palio se celebraba en Roma, pero Francisco ha alterado este año la costumbre para resaltar la comunión en la diócesis y la provincia eclesiástica.