César Franco: «El Papa tiene la virtud de atraer hacia la Verdad» - Alfa y Omega

César Franco: «El Papa tiene la virtud de atraer hacia la Verdad»

Han sido tres años extremadamente intensos para él, y ahora que ha llegado el gran momento, pide ayuda al Señor para vivir la Jornada Mundial con «paz y sosiego». Monseñor César Franco, obispo auxiliar de Madrid, destaca que el Papa Benedicto XVI viene a Madrid a confirmar a los jóvenes en la fe, y a mostrarles que esa fe se proyecta «sobre todas las cuestiones que preocupan hoy»

María Martínez López
Monseñor Franco saluda al Santo Padre, ante la mirada del cardenal Rouco, en una audiencia para preparar la JMJ Madrid 2011

¿Qué va a encontrar hoy el Papa cuando aterrice en Madrid?
Se va a encontrar con un recibimiento muy caluroso, lleno de alegría. Y con una ciudad rebosante de jóvenes venidos de todos los países, que lo acogerán como lo que es, el Vicario de Cristo en la tierra.

¿Qué mensajes cree que traerá el Papa a los jóvenes?
Por su Mensaje para la Jornada y por su estilo, sabemos que intentará confirmarnos en la fe, y en el núcleo central de la fe, que es Cristo. Nos presentará la vida cristiana centrada en Cristo, con gran riqueza de matices, para que el cristiano reconozca y viva la fe en la comunión de la Iglesia y proyectado sobre el mundo y sobre las cuestiones que preocupan hoy: la creación, el diálogo fe y razón, la identidad de la fe, cuestiones de moral… Pero habrá que esperar a escucharle.

En sus Viajes, Benedicto XVI tiene siempre un encuentro con jóvenes. El Papa busca a los jóvenes, los jóvenes buscan al Papa, y entre ellos se crea una relación hermosa, eminentemente pastoral, pero al mismo tiempo cercana y de amistad. Es curioso cuántas veces en sus discursos los llama amigos y los invita a la amistad. Sigue la misma dinámica de Cristo. También suele apelar a cuando él era joven, porque su vivencia personal también es una forma de conectar con la experiencia de los jóvenes.

¿Cómo ha cambiado ya Madrid desde que supo que sería sede de una Jornada?
Los frutos son clarísimos. Durante bastante tiempo se han hecho catequesis, se ha preparado una formación doctrinal, se ha unido a mucha gente en una tarea común. Ha sido extraordinario el trabajo que han hecho las parroquias, las Vicarías y el voluntariado (no sólo joven, sino también adulto). Las tres diócesis (Madrid, Alcalá y Getafe) y las parroquias han sacado lo mejor de sí mismas: ese carácter acogedor propio de los madrileños, y como Iglesia, la capacidad de hacer sentirse en casa a los demás, vengan de donde vengan. También la peregrinación de la Cruz por toda España ha sido de una enorme fecundidad, porque ha reunido en torno a la Cruz a muchos jóvenes.

Destacaría también la relación con otras instituciones, un modelo de cómo la Iglesia, cuando ofrece su mensaje y su actividad en medio del mundo, es acogida con interés por la gente de buena voluntad y por las instituciones, tanto del Estado como de la Comunidad y el Ayuntamiento.

¿Qué criterios han guiado la elaboración de la agenda del Papa?
Hemos querido que la JMJ fuera realmente una Jornada joven. Todos los actos están marcados por el adjetivo joven; no sólo por los invitados, sino porque la juventud se coloca en el centro de esta Jornada como esperanza de futuro, como invitación a los jóvenes a que sean responsables de la vida y futuro de la Iglesia.

Benedicto XVI, en un encuentro en el Vaticano con jóvenes universitarios

El acto con jóvenes discapacitados va a ser el segundo que tenga el Papa en un año, ambos en España.
Es una de las áreas que se ha trabajado con más intensidad, rigor, y cariño. Hemos querido que estuvieran siempre en el corazón de la Jornada. ¡En cuántos de estos jóvenes encuentras una vida espiritual riquísima, una humanidad extraordinaria, una capacidad de amar y de entrega total!

También va a haber dos encuentros relacionados con la vocación. Está clara la relación de las Jornadas con el surgimiento de vocaciones, ¿pero son las JMJ eventos vocacionales estrictamente hablando?
No se puede separar la pastoral juvenil de la vocacional. Una verdadera pastoral juvenil pone al joven frente a Cristo, para que, en su relación de amistad y vida, de oración y seguimiento, descubra el camino que Dios tiene para él. Cuando hay una buena pastoral juvenil, surgen vocaciones. Y de las JMJ han salido siempre. El impacto vocacional de esos dos actos es grande. Encontrarse con 1.600 religiosas jóvenes, o con 6.000 seminaristas, y ver que Dios sigue llamando, hará pensar a muchos jóvenes: ¿Y por qué yo no?

Fe, hecha cultura

Uno de los Actos Centrales que más llama la atención es el vía crucis, con pasos de la Semana Santa española. ¿Qué es lo que se busca?
En otras Jornadas se ha dramatizado la Pasión, como se hace también en muchos lugares de España. Nosotros quisimos que no fuera tanto un acto de representación teatral, como de piedad y oración, lo cual agradó mucho al Papa. De hecho, nos dijo que, si era así, prometía quedarse durante todo el vía crucis, cosa que no había hecho con los anteriores. Esperemos que pueda ser así.

Hemos querido hacerlo de esta manera porque es una forma de mostrar que la fe se ha hecho cultura en el arte. Esas imágenes tan preciosas, que son cumbres del arte español, representan esa fe que es un misterio de lo que no se ve, pero que entra por los ojos: la piedad, la compasión, el sufrimiento y la entrega de Cristo.

¿Qué aporta esta forma de devoción española a los jóvenes?
Si se explica bien, expresa que el Verbo se ha hecho carne y que ha asumido el dolor y el sufrimiento humano, se ha compadecido del hombre al máximo. Y, como en el sufrimiento de Cristo han quedado asumidos todos los sufrimientos de la Humanidad, hemos querido que, en todas las Estaciones, vayan grupos de jóvenes de diócesis en las cuales el sufrimiento sea un elemento característico. Queremos que todos los sufrimientos actuales de la Humanidad estén presentes. El hombre es esclavizado, flagelado, coronado de espinas, colgado en una y en mil cruces, despreciado y aplastado… También el texto va a ir en esa línea. Lo han redactado las Religiosas de la Cruz, fundadas por santa Ángela de la Cruz. Creíamos que debía redactarlo alguien que todos los días está en contacto con el dolor del hombre y es testigo del amor en el mundo.

Ante la gran Vigilia de Cuatro Vientos, sorprende cómo Benedicto XVI consigue que miles de jóvenes permanezcan en silencio, arrodillados, adorando a Cristo Eucaristía.
Este Papa tiene la capacidad de enseñar con gran autoridad, con gran sencillez y con la virtud de atraer hacia la verdad que expone. Por eso se le oye y se le escucha, porque uno sabe que su palabra es verdadera, y está madurada por una persona que vive muy unida a Cristo. Todo eso concluye en la Adoración eucarística, que es el momento culminante de la Vigilia, de manera que ahí vivimos la perfecta comunión con Cristo presente en medio de los hombres.

¿Qué significa, en ese marco, la consagración de los jóvenes del mundo al Sagrado Corazón?
Pensamos que ésta sería una ocasión óptima para que el Papa los consagrara, los ofreciera a Cristo. Todos estamos consagrados a Cristo, desde el día que nos hicieron cristianos. Ésa es la consagración básica y radical. Pero es bueno recordar que toda nuestra vida, nuestra persona y nuestros actos, nuestros sentimientos y afectos, todo está dirigido al Señor de nuestras vidas.

La tradición religiosa del Sagrado Corazón de Jesús en España ha tenido mucha fuerza. Ahí están los monumentos, la consagración de las familias y la entronización. Mis padres, en la puerta de mi casa, tenían siempre una imagen del Corazón de Jesús. A algunos les evoca una piedad ya superada, pero en realidad estamos hablando de la humanidad misma de Cristo. Tenemos el riesgo de pensar que Cristo está sentado junto al Padre en las alturas y no tiene nada que ver con nosotros. Pues no: vive, su corazón late al unísono del nuestro, y Él mismo ha definido la relación entre el cristiano y Él como amistad.

El último gran acto es la Eucaristía…
Se concibe como una celebración de envío. Como toda Eucaristía, no termina en el momento en el que el sacerdote desaparece del altar, sino que Podéis ir en paz quiere decir: Llevad a otros lo que aquí habéis vivido. Transmitidlo, evangelizad. La Iglesia siempre está en situación de misión. Y los jóvenes, que han vivido intensamente esta Jornada, serán enviados por el Papa, para que sean misioneros, evangelizadores, y testigos de esperanza.

Monseñor Franco, en el IFEMA, durante los trabajos preparatorios de la JMJ

Una riquísima tradición

¿Qué papel tienen las JMJ en una Iglesia que está buscando una nueva evangelización?
Cuando pensamos en nueva evangelización, pensamos en el reto que nos presentan los mismos jóvenes, la sociedad entera, los que no creen. Cuando vemos a tantos jóvenes no podemos decir: Aquí están todos ya, porque son muchos los que faltan, los que están evangelizados a medias, o los que no han oído hablar de Cristo. La JMJ es siempre una provocación a los pastores y las Iglesias para salir al encuentro de los que no creen.

¿Qué cree que se va a recordar de la Jornada de Madrid?
Cada Jornada ha sido única por la singularidad del sitio en el que se ha celebrado y lo que ha aportado como propio de su cultura y su religiosidad; y al mismo tiempo por el mensaje que ha dejado el Papa. Lo propio de Madrid es nuestra forma de ser: somos un pueblo hospitalario y cristiano, evangelizado desde los orígenes del cristianismo, de profundas raíces. Es verdad que estamos pasando por un momento en que se quiere dar la espalda a esta riquísima tradición, pero eso vive y late aún en el pueblo sencillo y en muchas familias. Creo que lo que se llevarán los jóvenes es la impresión de un pueblo que, aunque tenga sus deficiencias, vive arraigado en Cristo y con alegría. También somos un pueblo de santos. Esto es un reto de cara al futuro. No podemos olvidarnos de esa tradición, porque un pueblo que olvida su historia es un pueblo que va al abismo.

«He vivido una experiencia muy gozosa de Iglesia»

¿Cuándo va a respirar usted más tranquilo?
Cuando el Papa llegue felizmente a su sede de Roma, respiraré tranquilo. Mientras tanto, estaré con la preocupación de cómo saldrá todo, qué fallos y problemas habrá… Pero también ahí invocaremos al Señor para que nos dé paz y sosiego.

¿Qué han significado para usted estos años de preparación?
Un trabajo muy exigente, que te obliga a un rigor en el planteamiento de los temas, lleno de preocupación; pero también de ilusión. Una experiencia que nunca había tenido; porque, aunque había organizado peregrinaciones, no tiene nada que ver con un evento de esta magnitud. Como obispo, no soy ningún experto en eventos, pero gracias a la colaboración de gente que sí es experta se aprende mucho, y se vive una experiencia muy gozosa de que, en la Iglesia, hay gente que se pone al servicio del bien común, del Evangelio, de Cristo, y del Papa.