Primeros frutos vocacionales de la JMJ - Alfa y Omega

Primeros frutos vocacionales de la JMJ

Más de 5.000 chicos y 3.200 chicas mostraron, el lunes, en un encuentro vocacional convocado por los iniciadores del Camino Neocatecumenal, su disponibilidad para ser sacerdotes y para la vida consagrada y misionera. El acto litúrgico estuvo presidido por el cardenal Rouco, acompañado de varios cardenales y por 70 obispos de todo el mundo. Kiko Argüello habló de la urgencia de la evangelización en Asia

Juan Ignacio Merino
Un momento del Encuentro en Cibeles

A las dos de la tarde del lunes, cuando parecía que la ciudad de Madrid iba a quedar vacía de la alegría peregrina, cientos de miles de jóvenes volvían inundar las calles del centro de Madrid; eran 300 mil jóvenes: del Camino Neocatecumenal y otros miles de peregrinos no pertenecientes al Camino que asistían al encuentro vocacional. El acto se celebró, a las 5 de la tarde, en Cibeles, aprovechando las infraestructuras de la JMJ, aunque introduciendo alguna ornamentación estética propia del Camino. El encuentro que fue traducido simultáneamente en 15 idiomas, por primera vez en la historia de las JMJ, fue retransmitido en directo por televisión y radio, en 13TV y Radio María.

El acto se inició con el saludo del cardenal Rouco y continuó con las pertinentes presentaciones de los 7 cardenales y setenta obispos, y de los jóvenes procedentes de más de 100 países. Entre la representación de la Santa Sede, estaba el cardenal Rylko, Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, el cardenal Cordes, Presidente emérito del Consejo Pontificio «Cor Unum», y monseñor Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. Entre los obispos extranjeros que saludaron y animaron a los jóvenes, estaba también el Patriarca de Galilea, que dirigió unas palabras a los jóvenes de Oriente Medio, que portaban, unidas, la bandera palestina e israelí.

Palabra, música y predicación

El encuentro comenzó con la liturgia de la Palabra, tras la cual se interpretó un fragmento de la sinfonía compuesta por Kiko Argüello El Sufrimiento de los inocentes, un éxito musical y catequético, que fue interpretado por más de 250 jóvenes músicos del Camino, dirigidos por el catalán Pau Jorquera. Seguidamente pronunció la homilía el cardenal Rouco, que animó a los jóvenes a interiorizar las palabras del Papa en la JMJ, y a tener el valor de entregar totalmente sus vidas, a través del sacerdocio, la vida consagrada, o la vida matrimonial.

Y llegó el momento culminante. La segunda parte del encuentro se inició con el kerigma: el anuncio explícito de la muerte y resurrección de Cristo. Antes de la predicación, Kiko Argüello explicó cómo, en los años 70, el entonces cardenal Ratzinger impulsó el Camino en Alemania, escribiendo una carta a dos sacerdotes germanos amigos suyos recomendándoles esta iniciación cristiana, carta que Argüello leyó a los miles de jóvenes en Cibeles en agradecimiento al Papa. Después, comenzó a predicar, e insistió en que Dios «desea nuestra salvación eterna», y en que «estamos llamados a una vida de santidad; podemos vivirla en el Espíritu Santo», ya que el hombre puede participar de la misma esencia de Dios, que es amor, y quiere inundar el corazón de los hombres con el mismo amor que tiene el Padre al Hijo. Argüello exhortó a que los jóvenes tengan celo por la salvación de los hombres, tras lo cual aseguró que urge la evangelización en Asia: hacen falta de sacerdotes para el continente asiático, y la oración de las monjas para sostener la misión de la Iglesia. Tras ello, anunció que más de 40 mil chicas del Camino ya han entrado en conventos y monasterios de todo el mundo.

Riadas de jóvenes se ofrecen

El cardenal Rouco, con Kiko, en el escenario

Tras las intensas y explícitas palabras de Kiko Argüello, la iniciadora Carmen Hernández y el presbítero italiano Mario Pezzi profirieron unas palabras de ánimo. Finalmente, Kiko, tras unos minutos de oración, en silencio, de los asistentes pidió las vocaciones para el sacerdocio y la vida consagrada. Primero pidió que los chicos que sintieran la vocación para ser sacerdotes se pusieran en pie. Y más de 5 mil jóvenes fueron acercándose en dos turnos, para que el cardenal pronunciara una bendición sobre ellos, y los obispos les impusieran las manos como signo de bendición. Y, del mismo modo, ocurrió con las chicas: 3.200 mujeres se levantaron de sus sitios, mostrando su disponibilidad para la vida consagrada, o como célibes para la misión en Asia. Subieron a recibir la bendición episcopal.

Ya casi eran las nueve de la noche cuando el acto concluía, y Kiko Argüello reiteró: «El Papa estará muy contento, porque constantemente hablaba de los frutos de esta Jornada». Y gritó: «¡Aquí están los frutos!», tras lo cual, vitoreó al Santo Padre.