La Iglesia necesita una fidelidad joven arraigada en Cristo
La visita del Papa a Madrid ha dejado testimonios gráficos memorables. Tras su llegada al aeropuerto (a la derecha, con los Reyes), y unas horas de descanso en la Nunciatura, Benedicto XVI fue recibido en una Puerta de Alcalá, que nunca se había visto tan bonita. Espectacular fue el Via Crucis, que el viernes conmovió al Santo Padre. Y espectacular fue la imagen de las calles de la ciudad, llenas de una juventud que suscita inevitablemente la pregunta sobre la razón de su alegría. La respuesta es Cristo. «¿No es éste un suelo firme para edificar la civilización del amor y la vida?», dijo el Papa en Cibeles